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Preem colgó el teléfono con una mueca de disgusto y evidentemente cansada de lo tediosa que se estaba volviendo la situación.
Constantemente cubrirle las espaldas a Adrien.

Desde que él había empezado a tener citas más frecuentes con Marinette, los favores que le pedía a la castaña todas esas veces eran los mismo. Mentirle al padre de Adrien.
Claro que el padre y su asistente no siempre preguntaban por el chico, o al menos no había sido así desde que lo conoció. Pero ahora era más frecuente, lo cual le hizo pensar a Preem que el padre del rubio estaba sospechando algo raro.

¿Como no iba a sospechar? Adrien pasaba casi cada día junto a la azabache. Ni la misma Preem si quiera veía al chico.

La llamada que acababa de hacer Gabriel Agreste había terminado por colmar la paciencia de la castaña.
Pasadas unas horas comprobó su reloj y se dirigió a la casa del rubio quien en principio ya debería de estar allí para la hora que era.
Llegó a su casa tratando de ser lo menos notada posible y entró al cuarto del chico. Cerró la puerta y allí lo vio de pie frente a ella con vibras despreocupadas y una sonrisita impregnada.

—Tu padre llamó a mi casa preguntando por ti –soltó apenas entrar. Se masajeó la cabeza mientras lo observaba con poca gracia–. Le dije que estabas conmigo. De nuevo.

—Gracias, Preem. Es algo largo de explicar, te lo contaré otro día –dijo mientras soltaba unas risitas nerviosas–. Nos reiremos mucho.

La joven alzó la cabeza para darle una mirada crítica.

—No quiero ser una aguafiestas o meterme mucho pero ¿donde estabas? ¿te crees que me gusta mentirle a tu padre? –preguntó a lo que él se quedó callado ante no saber que responder–. Te ayudo y quiero seguir haciéndolo porque para eso están los amigos, pero yo también tengo mis problemas; como tratar de no perder mi trabajo...–empezó a explicar pero se calló para rodar los ojos y lanzar la pregunta–. ¿Y vas a salir con ella? Románticamente digo.

—No lo sé. Probablemente –contestó neutral–. Ella siempre me ha querido y yo siempre la he querido.

No se veía a sí mismo diciéndole la verdad a Preem.
Porque la verdad es que ya eran pareja.

Había hecho caso omiso a su consejo y había seguido su corazón...Aún así algo se sentía mal y no se veía a sí mismo contándole tal "dicha" a su confidente número uno. Tal vez porqué muy en el fondo ni él mismo estaba conforme del todo con su decisión.

—¿Y eso que importa? –espetó de inmediato como si lo que acabara de decir el chico fuera lo más estupido del mundo.

—¿Estas molesta?

Ella tenía el ceño fruncido acompañado de una mirada que denotaba hostilidad. A él hay pocas cosas que le disgustan en este mundo y una de esas es enojar a la joven.

Preem iba a contestarle pero quedó estática analizándolo bien. Algo no cuadraba en lo absoluto. Sus ojos grises se dirigieron a los labios del rubio notando así cierto brillo que nunca había estado allí.

—Ya estas saliendo con ella ¿verdad? –preguntó y al verlo quedarse callado se volvió hacia la puerta pensando en que hacer o decir sin perder los estribos y acabar haciendo algo que no quería–. Haz lo que quieras, Adrien.

—No te vayas...

Quizás Marinette apeste a pasión. Ella nunca podría compararse con ella en eso. No dedicaba poemas ni detalles románticos cada hora.

—Tu padre, Adrien. ¿Qué crees que sucedería si se entera de que estás saliendo con Marinette? Sabes lo estricto y controlador que puede ser.

Adrien frunció el ceño. Sabía que su padre tenía altas expectativas y que no aprobaba muchas de sus decisiones, pero eso ya estaba cambiando, además no pensaba que su relación con Marinette fuera a ser un problema.

𝕼𝖚𝖎𝖊́𝖓 𝖒𝖊 𝖆𝖒𝖔́ ꧁A Miraculous Fanfic꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora