Capítulo XVI

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A: Betty... Betty...

B: estoy en el baño, ya salgo. -Responde fuerte para que la escuche-

Armando se siente feliz que después de tantos días sin estar juntos estando despiertos, por fin lo estarían esa noche, se quita el saco y la corbata y los deja en un sillón, se sirve un whisky que Betty sabe que le gusta y siempre le tiene en una licorera de cristal cortado, con su juego de vasos para que se sirva.

Betty sale, con un negligé que había comprado hacia días y que esa noche quiso estrenar, era negro transparente de encaje con una tanga diminuta, un liguero sosteniendo unas medias negras, un gran escote, se hizo una cola alta, se puso unos tacones altos negros de charol, y se pintó sus labios rojos, y se perfumó.

Armando al verla casi escupe el whisky de la impresión.

A: ¡¡mi amoooor!! pero que divina, que hermosa, que sexi, mmm ¿me quieres matar acaso? te ves woow -dice con una cara de degenerado como nunca antes le había mirado-

Betty se siente complacida, por el efecto que causó en él y que era el que esperaba, y eso le produce una sonrisa de agrado.

Él de inmediato se acerca y la besa con deseo, con ansiedad, con desesperación, coloca sus manos en su nalgas y la aprieta hacia él, han sido muchos días sin hacer el amor así que no va a desaprovechar la ocasión. ya está con la erección a todo lo que da con esos besos que le da.

Ella sonríe feliz, al sentirse tan deseada al ver su reacción, se siente tan mujer... su mujer. Armando la acaricia por todo su cuerpo, le besa el cuello, le da mordidas cerca de la oreja, está enloquecido de deseo, empieza a desvestirse rápidamente, mientras lo hace la besa en los labios, más que besarla la está devorando, son besos mordelones apasionados, seguidos de caricias por sus pechos, le levanta el negligé y se pega a sus pechos que succiona con ansiedad, primero uno y luego otro.

A: no te imaginas lo que te deseo, y lo que te haré, porque esta noche no hay límites, haremos cosas que no hemos hecho mi princesa, eres mía solo mía, te deseo, te deseo tanto.

Ella al oír sus palabras se siente complacida y ante esas caricias que le está brindando, está con la piel chinita, muy excitada.

B: ¡házme lo que quieras! soy tuya y tú eres mío, solo mío y por igual te haré cositas que sé que te encantan, te amo tanto, y quiero hacerte feliz, y ser feliz yo disfrutando nuestra sexualidad.

Ya no dicen más, él está enceguecido de deseo, y muy excitado, lanzó los zapatos a donde pudo, y se quitó veloz el pantalón, la toma en brazos y la conduce a la habitación, la pone en la cama sin dejar de besarla.

A: princesa, no creo aguantar mucho, estoy muy excitado, me volviste loco con estas prendas, mira como me pusiste ahhh eres deliciosa, te deseo tanto Betty, y diciendo eso le quita el liguero, sabía perfecto como hacerlo, acaricia sus nalgas y les da apretones, le baja la mini tanga, quita el negligé, y le empieza a besar su cuerpo, y llega a su monte de venus que besa, con sus dedos separa sus labios y empieza a besarla introduce su lengua y Betty se siente morir de excitación, siente su cuerpo como se tensa al llegar al clímax, ella gime muy ruidosa, poniendo la cabeza hacia atrás, con los ojos en blanco.
Armando al oírla sonríe, se pone un condón, se acomoda encima de ella, que aún está recuperándose de ese bello momento , que sintió muy largo, y que le encantó, él separa sus piernas con sus rodillas y entra en ella, con fuerza, como nunca lo había hecho, y ella que está muy húmeda lo recibe y empiezan juntos el vaivén de sus cuerpos y no tardan nada en llegar al orgasmo, el segundo de ella, en pocos minutos, pero es que ese hombre sabe cómo conseguir que ella los tenga, y ella le colabora siempre, quedan relajados por completo.

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