Capítulo VIII.

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"AFORTUNADA"

Betty va en un taxi rumbo al apartamento de Armando aun no son las ocho de la mañana, entra y todo está en silencio va a la habitación y ve a don Armando dormido, se acerca a él y acaricia su cara con dulzura, ella lo quiere tanto y lo ve tan guapo, que sin dudarlo se lo comería a besos.
Él abre los ojos despacio al sentir esa suave caricia en el rostro y la ve atenta observándolo con una mirada cargada de amor, siente enormes deseos de besarla, no lo piensa la jala y la acerca a él para comenzar a besarla, ella que estaba desprevenida cae sobre él al perder el equilibrio, Armando al besarla con tanta vehemencia siente que su cuerpo responde y consigue una erección así que la separa de él.

B: ¡¡don Armando basta!! no quiero que siga besándome, usted y yo no somos nada, así que le pido que ya no lo haga más -dice un poco molesta aunque era lo que mas deseaba, pero no quería ser su juguete-

A: eso tiene solución, Betty... ¿acepta ser mi novia? -se lo suelta así de pronto-

B: ¡no juegue doctor!

A: no estoy jugando, se lo digo en serio... ¿por qué no me cree?

B: porque le conozco sus gustos, a usted le gustan mujeres bellísimas, como Adriana Arboleda y yo no me le parezco, además sé que le gustan todas y que estar con una sola le aburre.

A: ¿usted no cree que yo haya reflexionado? ¿qué desee tener otra vida y dejar atrás ya todo eso para empezar algo distinto, algo serio?

B: no, en cuanto llegue don Mario que supongo ya regresa hoy o mañana usted volverá a ser el mismo.

Armando se pone serio, quizás Betty tiene razón, pero se siente tan bien con ella, tan cuidado, tan querido, tan acompañado, él siente cosas por ella, no es agradecimiento, han tenido la oportunidad de conocerse más, esas salidas de antes al termino de la jornada, además del trabajo, y el tiempo que han pasado juntos en esos días donde han convivido mas íntimamente ahí en su apartamento como si fueran familia, además le gusta mucho su forma de ser, la extraña, pero no por agradecimiento, siente que se ha hecho imprescindible en su vida, y siente su corazón desbocado al verla, sin olvidar que la tiene en la mente siempre, no tiene dudas y ahora le tocará convencerla.

A: Beatriz permítame decirle que la conozco... he visto de usted facetas diferentes y sé que es una gran mujer, la compañera que todo hombre quisiera, yo siento cosas que me hacen pedirle que me acepte en su vida como su novio, sé que me conoce, sabe que tengo un pasado lleno de aventuras con mujeres, ¿pero sabe qué? ya todo eso es parte de un pasado que ya viví, ya fue, ahora quiero estar con una buena mujer, iniciar una relación sólida, y dejar atrás todo ese pasado, al lado de usted.

B: ¿y... que siente por mí? Porque todo eso le ha nacido muy repentino.

A: no Betty... ha sido cosa de tiempo, usted poco a poco con su afán de ayudarme en todo, se fue haciendo una mujer importante, el trato diario, el tiempo que pasamos juntos trabajando y conviviendo, ha sido suficiente para que usted se haya metido poco a poco en mi cabeza, en mi corazón y que yo desee que sea mi novia.

B: me cuesta creerlo, yo creo que siente gratitud hacia mí, por todo lo que paso esta semana de su enfermedad.

A: ¿por qué no me cree? ¿por qué duda de lo que le digo?

B: porque lo escuché hablar con don Mario... y decirle que le gustan todas las mujeres, y le pesaba saber que tenía que ir con doña Marcela, en lugar de estar con otras, y no quisiera pasar lo que ella vivió a su lado.

Armando se queda perturbado, si él lo dijo pero ya cambió de opinión y no quiere darse por vencido.

A: Betty yo sé que tiene razón, pero todos merecemos una oportunidad, ¿usted no quiere estar conmigo? Sabe que soy una basura ¿cierto? si es así y usted me dice que no siente nada por mí, yo... no le insisto más... creí que los besos que nos dimos habían significado algo, pero veo que no, -dice triste- le mira a los ojos para que lo vea.

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