CAPÍTULO 13

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Negativo.

Otro maldito negativo.

Rabioso, tiró la prueba de embarazo al basurero, mirando su reflejo en el espejo, y se encontró con su cara haciendo una mueca molesta y de ira.

Era la cuarta prueba de embarazo con resultado negativo y estaba a punto de romper algo debido a la frustración y la pena. ¿Por qué su cuerpo no podía quedar preñado? ¿Por qué no podía darle un bebé a Eren?

Prácticamente hacía el amor con Eren cada noche, dejando que anudara y se corriera en su interior. Incluso permitía que permaneciera dentro de él para aumentar las probabilidades de un embarazo, pero no pasaba nada. Su cuerpo no respondía. Su omega se negaba a otro bebé por ahora.

Su triste, herido y frágil omega no quería un bebé de Eren, no hasta perdonarlo por completo.

Y Levi tenía miedo de que eso afectara a su relación con el alfa.

Iba a casarse en una semana. Luego vendría la luna de miel. Y después... ¿después qué? Eren iba a querer bebés. Bebés que Levi no podía darle. Bebés que podía buscar en otra persona.

¿Y qué pasaría con él? ¿Con Ethan?

¿Qué pasaría si a Eren su alfa le decía que quería bebés y buscara a alguien más?

Levi tenía miedo de que eso fuera a ocurrir. Que lo abandonara por alguien que pudiera suplir sus necesidades. Por alguien que no llorara por un engaño, ni a veces le hiciera el quite por el sentimiento de traición que le embargaba.

Existían alfas que buscaban más de un omega como pareja, y temía que Eren fuera uno de ellos. Levi no quería compartir a Eren con nadie, lo quería sólo para él, para nadie más.

Suspiró, sentándose en la tapa del baño, y apoyó su cabeza entre sus manos. Segundos después, la puerta del baño se abrió.

—¿Papi? —balbuceó Ethan con los ojos cerrados—. ¿Ocupao?

Soltó una risa cansada.

—No, no, ven pequeño —murmuró Levi, causando que el bebé abriera los ojos y le sonriera, tambaleándose hacia él con sus manos extendidas.

—Papi, papi—balbuceó el bebé, apoyándose en las rodillas de Levi—. U-e-mos.

Tomó a Ethan en brazos, sentándolo en su regazo, y le besó la mejilla regordeta, causando que riera.

—¿A qué quieres jugar? —preguntó Levi, poniéndose de pie, Ethan abrazándose a su cuello como un mono—. Mmm... ¿y si vamos a jugar con Erick y Falco?

Ethan lo miró, arrugando los labios.

—No —refunfuñó—. Tigo no más. Te estanio. Papá abu-i-o.

Le pellizcó la nariz, negando con la cabeza, y lo dejó en el suelo para darle la mano.

Ethan no lo diría, lo negaría, pero Levi se dio cuenta de que su bebé estaba comportándose groseramente con Eren, e incluso le hacía más pataletas que nunca.

Recordó de forma superficial la noche que pelearon, cómo Ethan pasó sus manitos por las mejillas llenas de lágrimas de Levi. Una vez pareció calmarse un poco, el bebé le llenó la carita de besos, diciéndole llorando también que no llorara, que no quería verlo triste, y Levi tuvo que usar todas sus fuerzas para tratar de calmar sus sollozos.

Ethan parecía más vengativo que él mismo con respecto a la pelea que tuvo con Eren, pero si era sincero, no pensaba reprochárselo un poco.

—¿Y a qué quieres jugar? ¿A las escondidas? Mmm... —bajaron las escaleras lentamente, viendo a Ethan ir saltando escalón por escalón—. Oh, pero ahora que lo recuerdo, teníamos que ir a retirar tu traje para la boda, Ethan.

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora