CAPÍTULO 16

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Ethan no lo soltó por dos horas completas, ni siquiera para ponerse a dormir, aun cuando sus ojitos se estuvieran cerrando por el sueño. Sin embargo, se sentía tan feliz de estar en los brazos de Levi, que no podía evitarlo, y temía cerrar los ojos para luego despertar y no encontrarlo.

Levi le acarició el cabello, sonriendo a pesar de todo, tratando de no pensar en el hecho de que Eren estaba frente a él con una mirada calculadora.

—Te amo, te amo, te amo... —canturreó Ethan, sin dejar de aferrarse a su cuello y frotando sus cabellos contra el cuello de Levi.

El omega le dio varios besos en la frente, pero antes de poder hablar, Eren se le adelantó:

—Huyamos —le dijo en voz baja, llamando su atención. Levi le miró bruscamente, poniendo una expresión de sorpresa en su rostro—. Vámonos, Levi, podemos irnos a otro lado y...

—¿Podemos? —preguntó con tono helado—. Ya no hay un nosotros, Eren. Nunca más habrá un nosotros.

Ethan se quedó en silencio, sin voltearse, sólo abrazándolo por el cuello, y Levi se puso de pie. Miró por la ventana, observando el auto de Porco estacionado fuera, todavía esperándolo, y algo se crispó en su interior.

—Levi...

—Me engañaste —su voz se quebró, pero se obligó a permanecer firme a pesar del dolor lacerante en su interior—. Te acostaste con mi hermana y la dejaste embarazada. Me mentiste. Pensaste que no iba a darme cuenta y lo ocultaste... —se giró, mirándolo, y notó los ojos llorosos de Eren—. Pero lo peor de todo es que rompiste tu promesa, Eren. No protegiste a Ethan. Te lo... te entregué mi confianza, te di todo lo que tenía, y no pudiste protegernos a los dos —dio un paso, titubeante—. Por favor, por favor, marca a Mikasa y devuélveme a Ethan.

Eren sacudió la cabeza, tratando de contenerse para no abrazar a Levi y decirle lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo necesitaba, porque sabía que eso sólo empeoraría las cosas.

Una parte suya, esa parte racional, quería asentir y obedecer, prometerle marcar esa misma noche a Mikasa, pero su alfa interno se volvía loco con la imagen de enterrar sus dientes en el cuello de otra persona que no fuera Levi.

Eren no se veía capaz de marcar a otro omega, sin embargo...

Sin embargo, ¿no consideraba también que engañar a Levi era algo que no podía hacer? Pero lo hizo, se acostó con otra omega y provocó todo ese desastre.

—¿Eso es lo que quieres? —preguntó con la voz llena de sufrimiento.

Levi soltó un sollozo bajo, sintiendo su marca arder con el pensamiento de que Eren rompiera el enlace, sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer? Mikasa lo tenía entre la espada y la pared.

—Márcala y dame a Ethan —pidió, desviando la vista para no romper a llorar.

Eren quiso hablar, pero antes de poder hacerlo, se escuchó una risa baja viniendo de la entrada del comedor.

Mikasa estaba de pie con expresión aburrida, aunque sus ojos refulgían con molestia al ver a Levi.

—Oh, hermanito—ronroneó Mikasa, entrando—, Ethan no te pertenece más, ahora es mío.

Eren gruñó.

—Dijiste que si te marcaba, le devolverías a Ethan—espetó.

—Pues cambié de opinión —replicó Mikasa—, quiero a Ethan, ahora es mío y de nadie más —miró a Levi, con sus ojos crueles llenos de burla—. ¿Acaso no ves que eso es lo mejor para ti, bastardo? —soltó una risa mordaz—. Te voy a decir lo que ocurrirá contigo si te llevas a ese mocoso llorón: otro alfa te verá, te va a desear, te marcará y matará a Ethan. Listo. Estarás enlazado con otro alfa que te tendrá como su puto criadero de bebés y Ethan estará bajo tres metros de la tierra por tu culpa.

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora