CAPÍTULO 18

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Eren estaba a punto de tener un colapso nervioso cuando marcó por décima vez el número de Levi mientras conducía, siendo mandado al buzón de voz, diciendo que el celular del omega estaba fuera de servicio o apagado. Terminó dirigiéndose a una de las direcciones de los amigos del chico, rogando a cualquier Dios que Levi estuviera allí para que así pudiera hablar con él y contarle toda la verdad.

Decirle que nunca lo engañó, que ese hijo no era suyo, que Mikasa estaba mintiendo y que ellos podían, de alguna forma, salvar su relación.

Eren necesitaba verlo a los ojos y contarle toda la verdad para que así el dolor que sentía pudiera desaparecer, aunque fuera un poco.

Tocó la puerta del departamento, desesperado, al ver a la joven pelirroja rápidamente preguntó –Isabel, Levi... ¿está Levi aquí? —preguntó, respirando entrecortadamente.

La chica lucía confundida, atónita.

—¿Levi? No, él... —arrugó el ceño—, Levi no ha estado aquí desde que se fue con Porco.

No mentía, porque su alfa no percibió ningún aroma conocido en el departamento, ninguna presencia amada.

Asintió, girándose, pero antes de poder seguir caminando, la chica volvió a hablar:

—Eres su alfa —afirmó, y Eren se detuvo, mirándola por sobre su hombro.

—Sí —murmuró, soltando el aire de su boca.

—¿Para qué lo buscas? —preguntó Isabel bruscamente—. Creo que ya has hecho suficiente por él.

Su primera reacción habría sido mandarla al diablo, gruñirle en voz baja e intimidarla para que no le estuviera jodiendo, sin embargo, trató de controlarse y asintió, dándole la razón, porque la omega frente a él no mentía.

Fue incapaz de proteger la estabilidad emocional de Levi, fue incapaz de cuidar de él y de Ethan, y fue incapaz de ser honesto con el único omega al que su alfa quiso.

—Necesito encontrarlo y... y decirle que...

Se quedó callado unos segundos.

¿Decirle que?

Le iba a contar la verdad, por supuesto, ¿y luego qué? ¿Qué le iba a decir? ¿Qué le perdonara?

Puede que Eren no se hubiera acostado con Mikasa, pero de todas formas, también le mintió a los ojos, le dijo cosas horribles y quiso fingir que nada malo pasó entre ellos, cuando la relación no estaba bien.

—Necesito decirle que lo amo.

Y su voz salió rota, destruida.

Isabel le miró en silencio antes de soltar un ruido despectivo.

—Como si eso fuera suficiente —dijo antes de cerrar la puerta.

Sí, a veces simplemente amar no era suficiente.

Pero trató de ignorar esa vocecita en su interior que le decía que se rindiera y salió del edificio, caminando hacia su auto.

Apenas se puso el cinturón, su móvil comenzó a sonar. Observó el número.

—¿Levi? —preguntó de golpe, con su voz teñida de esperanza.

Escuchó una respiración tras la línea; después, sólo silencio. Iba a volver a hablar cuando Levi contestó:

—¿Para qué me llamas? —preguntó con tono monótono.

—Necesito verte —se apresuró a decir atropelladamente, tan rápido que sus palabras eran apenas claras—, necesito estar a tu lado, mi amor...

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora