CAPÍTULO 14

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A pesar de ser casi verano, Eren nunca sintió tanto frío como esa noche, cuando abrió la puerta de su casa y la encontró a oscuras.

Sintió su respiración cortándose cuando entró y sus zapatos pisaron cerámica rota junto a flores destrozadas. Los jarrones estaban rotos.

Su estómago se tornó más pesado aun cuando subió las escaleras, siguiendo el rastro de feromonas que había en el aire, su cuerpo temblando en anticipación en el momento en que se detuvo fuera de la habitación matrimonial.

Recordó a su madre frente a él, sonriéndole mientras le decía que Mikasa esperaba un hijo suyo, junto al descubrimiento de toda la verdad de Ethan. Y ahora Levi debía saberlo todo, y tenía claro que eso jamás el omega se lo perdonaría.

Pero Eren quería rogar por ese perdón, aunque no lo mereciera.

Entró al cuarto, viendo inmediatamente a Levi de rodillas ante el armario, una maleta a medio hacer a su lado.

Un raspón doloroso se asentó en su garganta.

—Cariño —susurró, su voz temblando.

El omega se detuvo, bajando sus hombros, pero sin voltearse.

Eren se dio cuenta de que estaba llorando.

Dio dos pasos con la intención de ir a consolarlo, sin embargo, antes de poder hacerlo, Levi habló:

—No te me acerques.

Obedeció, su corazón rompiéndose ante la petición.

Levi puso unas cosas más en la maleta antes de cerrarla, y luego se volteó, su rostro destrozado, con sus ojos rojos e hinchados y sus labios temblando.

Sin embargo, Eren nunca lo encontró más hermoso y lejano que esa noche.

—¿Dónde está Ethan? —preguntó Levi, poniéndose de pie.

Eren humedeció sus labios.

—Está con Jean, en casa de Mike —respondió.

Levi asintió, sin mirarlo realmente, y agarró la maleta. Sin añadir nada más, comenzó a caminar hacia la puerta, dispuesto a irse de allí y nunca volver.

Ante ese pensamiento que llegó a su mente, Eren lo tomó del brazo, deteniéndolo.

—Perdóname —susurró, desesperado—, Levi, mi amor, por favor, perdóname–

—De todas las omegas en este mundo —sollozó Levi—, ¿por qué con mi hermana, Eren? —su expresión se quebró—. Me mentiste a los ojos. Me dijiste que sólo fueron unos besos, que no la conocías...

Su alfa gimoteó en respuesta, desesperado, queriendo sostener a su derrotado y apenado omega en sus brazos, protegerlo de todo el daño y decirle que todo iba a estar bien, aunque fuera sólo una vil mentira.

Hizo el amago de abrazarlo, pero Levi no se quedó quieto: lo empujó bruscamente, su rostro todavía lloroso, pero sus ojos con una rabia que no vio allí antes.

—Cariño, por favor, te lo ruego...

Entonces, Levi hizo algo que nunca habría imaginado posible en la vida. Lo abofeteó en la mejilla, soltando ya no hormonas de pena, sino también de odio, desprecio e ira.

—¿Tan... tan idiota e iluso me creías como para que jamás lo fuera a descubrir, Eren? —gruñó, dando un paso y haciéndolo retroceder por el aturdimiento—. ¿Tan patético me consideras?

Sintió sus ojos llenos de lágrimas, pero sabía que se lo merecía. Lo que hizo era imperdonable, eso lo tenía claro. No sólo engañó a su omega, a la pareja que escogió, sino que también destrozó a Levi, el hombre que amaba, por un par de copas y su actitud.

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora