CAPÍTULO 15

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Cuando despertó, su cabeza dolía tanto que soltó un gemido bajo en señal de queja. Sus manos se deslizaron por la sábana, buscando el pequeño bultito a su lado para acurrucarlo contra su cuerpo y no soltarlo nunca más.

Sin embargo, no atrapó nada.

Abrió los ojos, enderezándose bruscamente, y notó que no estaba en su cuarto. En la pieza matrimonial. En su casa.

Se revolvió, desesperado, y recordó lo ocurrido la noche anterior.

Un latigazo de dolor y pena recorrió su cuerpo, recordándole lo que hizo.

Recordó el llanto de Ethan cuando Eren lo sostuvo, moviendo sus manos y pies, queriendo librarse del agarre del alfa, mientras Levi sólo caminaba, alejándose, alejándose, con las lágrimas cayendo por su rostro. Su corazón se rompía con cada nuevo grito de Ethan, pidiéndole –rogándole– que no se fuera, que no lo dejara allí, que lo quería, lo necesitaba.

Los guardaespaldas de Carla le dijeron que lo llevarían a un hotel donde podría alojarse, sin embargo, los ignoró por completo y se marchó caminando, aturdido, perdido, incapaz de saber exactamente a dónde dirigirse. Tuvo el fugaz pensamiento de ir donde Armin, sin embargo, no iba a poder soportar estar en la casa al lado de Eren. No, necesitaba alejarse lo más pronto de allí para no enloquecer por completo.

Así que sus pies se dirigieron al pequeño departamento de Isabel que conoció semanas atrás, cuando la chica lo invitó a comer algo luego de clases.

Recordaba haber llorado todo el camino hacia ese lugar, ignorando las miradas que las personas le dirigían, su mente en otro lado, incapaz de procesar correctamente lo que ocurrió.

Como su mundo se desmoronó en sólo un par de horas.

Eren y Mikasa. Oh, Eren y su hermana...

¿Cómo fue tan idiota e iluso?

No, no fue un estúpido: en el fondo, sospechaba que Eren hizo algo más que besar a esa omega supuestamente desconocida de la que habló, pero fingió que no era importante. Y como decía el dicho, no hay peor ciego que el que no quiere ver, y eso terminó por empeorar todo.

Si hubiera tenido un poco de orgullo, no habría seguido con esa tonta farsa, con ese estúpido matrimonio, y le habría pedido a Eren que marcara a otra omega para acabar con ese enlace. Pero fue incapaz de hacerlo, porque amaba a Eren, porque creyó que podían solucionarlo, pero por sobre todo, porque Eren fue durante muchos meses seguridad y amor para él.

Y no quería perderlo, no quería quedar solo y triste otra vez, sin nadie que lo amara por lo que era.

Sin embargo, si lo hubiera hecho, si hubiera actuado guiado por su mente y no por su corazón, Ethan seguiría en sus brazos.

Su pequeño, su bonito y dulce bebé, seguiría a su lado.

Levi se quebró.

Cayó de rodillas, sollozando por el dolor, por la pena, por el sufrimiento, sintiendo un vacío enorme en su corazón, que parecía engullirlo con cada segundo que pasaba lejos de esa pequeña criatura que tuvo y cuidó con tanto esmero, para que nada malo le pasara.

Su Ethan.

Era su culpa. Su jodida culpa.

Si no hubiera estado tan ciego de amor por Eren, si no hubiera confiado en un alfa, eso no estaría pasando.

¿Cuándo aprendería su maldita lección?

Los alfas eran crueles. Eran malos. Eran unas personas egocéntricas que se dejaban dominar por su instinto de dominación y posesión, que sólo pensaban en su propio placer y necesidad, importándole poco el omega. Usando al omega sólo para satisfacerse.

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora