CAPÍTULO 17

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Los primeros meses de convivencia fueron buenos, a pesar de que muchas veces James tuviera que abofetearle cuando hacía o decía algo que no correspondía. Levi aprendió, a base de miedo y terror, que desafiar a su alfa no era algo bueno, no si quería terminar con su rostro sin golpe alguno y siendo violado sobre la cama matrimonial para remarcar la supremacía del alfa sobre su omega.

Pero para su propia fortuna, cuando quedó preñado, las cosas parecieron cambiar un poco: James podía ser agresivo con él, pero no era tan estúpido como para pegarle o abusar de él estando con un bebé en camino. Después de todo, a los alfas les encantaba tener a sus omegas preñados, demostrando que cargaba con su cría y le pertenecía por completo.

A Levi realmente no le importaba, no cuando sintió las primeras pataditas de Ethan, y su instinto de Omega conectó con el bebé, haciéndolo sentir feliz, cálido, contento, de tener algo a lo que aferrarse.

Incluso James suavizó la forma de tratarlo, soportando sus antojos, berrinches y llantos como si nada, aceptando que todos esos cambios venían del hecho de llevar a Ethan en su vientre, aunque si Levi lo pensaba en retrospectiva, su alfa le cobró después su comportamiento por puro placer.

—Levi, deja de trabajar en el jardín —había dicho su alfa una tarde que llegó del trabajo, encontrándolo inclinado sobre el rosal, con su abultado estómago de cinco meses notándose por debajo de las enormes ropas que llevaba—. No le hará bien al bebé.

Levi asintió, distraído, entrando al comedor luego de limpiar sus zapatos para no ensuciar, y se sentó al lado de James. Su instinto omega buscó protección del alfa a pesar de que no le quisiera.

Pero todo el mundo siempre le dijo que un omega necesitaba de un alfa, así que estaba acostumbrado a comportarse de esa forma, por mucho que despreciara a James en el fondo.

El alfa pasó un brazo por sus hombros, atrayéndolo, y Levi ronroneó por el gusto, sintiendo la sonrisa de orgullo que esbozaba el alfa.

Bien. Tenía que mantenerlo feliz y contento.

—¿Cómo le vamos a poner al bebé? —preguntó, llamando su atención.

—No me importa, busca tú un nombre —respondió el alfa como si nada.

Arrugó los labios, disgustado, pero trató de no mostrarlo, porque sabía que eso no le haría mucha gracia al alfa.

—Ethan. Rima bien con Miller —hizo una pausa—.Ethan Miller. ¿Te gusta, James?

El alfa suspiró, pensativo.

—Suena bien.

—¿Qué te gustaría que fuera?

James lo observó.

—Alfa. Quiero un bebé alfa.

Por supuesto, claro que sí, ¿no era obvio?

Todo el mundo quería bebés alfas, porque así tenían su vida asegurada.

Asintió con una sonrisa correcta.

—Será alfa, estoy seguro de ello —acarició su vientre, sintiendo una patadita —. ¿Lo ves? A Ethan le gustaría ser alfa.

James hizo una mueca.

—Deja de decir tantas estupideces.

Borró su sonrisa y bajó la cabeza, sintiendo su garganta apretada.

Kilig - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora