6.3 Un eco persistente en primavera

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Después de tres días recorriendo el desierto, por fin llegaron a un conjunto de posadas en medio del desierto

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Después de tres días recorriendo el desierto, por fin llegaron a un conjunto de posadas en medio del desierto. Se trataba de un pequeño pueblo que solía usarse como punto importante de descanso para los viajeros en diferentes rutas del desierto. Una vez ahí, después de tender las carpas, Ashe se pudo deshacer en paz. Y así, se fue a dormir el resto de la tarde sin dar explicaciones o esperar a Mariska. Solo encendió el incienso de Lekatós y lo dejó a su lado mientras el cansancio de días en el desierto por fin llegaba.

Cuando Ashe despertó, el incienso se había consumido por completo y solo quedaba un sutil aroma a humo y hierbas, y la somnolencia provocada por la medicina. La noche había caído para entonces, y se preocupó de haber dormido de más en lugar de ir a practicar sus habilidades con el resto de los guardias. Además, no había señal de Mariska ni de ninguna de las personas con las que compartía la carpa.

Se levantó desorientado, deshidratado y hambriento, decidido a encontrar a Mariska y a buscar algo de comer. Apenas salió de la carpa y caminó hacia la posada en donde se habían reunido la Dama Inkerne y el resto, cuando una sombra alta y fornida se acercó a él y lo saludó.

—Señorito Ashe —dijo Jossuknar—. Es bueno verlo despierto.

Ashe dio un respingo en cuanto escuchó su nombre y esa voz, saludó con la cabeza y decidió marcharse antes de responder, pero Jossuknar se colocó en medio de su camino.

—No fue a la práctica hoy.

—¡Perd-...!

—No se disculpe —dijo Jossuknar—. Se veía cansado. Es importante descansar cuando el cuerpo lo pide.

Ashe agachó la mirada, avergonzado. No era la primera vez que no acudía a entrenar con el resto mientras descansaban. Jossuknar cambió de tema.

—Si busca a la señorita Mariska, ella dijo que tomaría un baño —dijo él—. Me pidió que lo vigilara mientras tanto.

Ashe ladeó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Vigilarme?

—La señorita Mariska me pidió que vigilara que coma algo —dijo Jossuknar—. Lo acompañaré en cuando termine de reparar los phens de un extractor.

»¿Quiere venir?

Ashe tenía un poco de hambre, pero podía aguantar, así que asintió y siguió a Jossuknar. Sabía que no sería de mucha ayuda porque no planeaba dibujar phens y que descubrieran que sí sabía usarlos, pero siempre había tenido curiosidad de los extractores en Istralandia.

En el templo, obtener agua era relativamente sencillo. En verano y primavera usaban el agua de los pozos y riachuelos, de la lluvia y del lago dentro de las Cuevas de Tierra. En invierno, llenaban un pozo al interior y calentaban la nieve. Cuando llegó al desierto, donde las pozas eran raras y los ríos, efímeros, se preguntó cómo era que obtenían agua. Y luego de escuchar a otros, se dio cuenta de que era gracias a dos cosas: extractores y desalinizadores. Unos para el agua subterránea, otros para el agua marina.

Los susurros en el desierto y el espíritu blanco | El Legado Solar #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora