Capítulo 30

969 23 0
                                    

8 de diciembre de 2022
•Narra Vera
Hoy era el día, hoy se iba Zen, y se supone que no volveríamos a vernos hasta abril, momento en el que todos iríamos a EEUU a visitarla por las vacaciones de Semana Santa. Estoy con ella en nuestro piso, que ya nunca más sería "nuestro", ayudándola a terminar de cerrar todas sus maletas y sin ambas decir ni una sola palabra. El silencio hablaba por si solo y la sensación de que el aire se cargaba contra mi cuerpo era constante. No tenerla aquí me iba a afectar mucho más de lo que podía imaginar, pero realmente me alegraba de que poco a poco fuese cumpliendo sus sueños. Ella se lo merecía más que nadie.

-Bueno-dice acabando de cerrar la cremallera de una de sus maletas-Pues esto ya está.
Yo me encuentro paralizada de pie sin poder decir nada, sabía que si lo hacía me pondría a llorar. Zen baja su maleta de la cama y se da cuenta de mi postura y la sensación de tristeza que estaba dando.
-Vera-se acerca a mí abrazándome. Sus abrazos eran el calor que nunca había recibido por parte de mi madre. Sus abrazos eran mi casa. Y ella ya no estaría en mi casa cada vez que yo llegase de trabajar.
Yo soy incapaz de decir nada, un nudo en la garganta se apodera de mí y mi cuerpo no responde, ni siquiera le devuelvo el abrazo porque ya no soy yo la que controla mis movimientos.
-No me hagas esto por favor-dice ella mientras una lágrima comienza a caer por su mejilla-Vera-vuelve a llamarme y entonces, como en un impulso le devuelvo el abrazo todavía más fuerte y mi llanto se hace presente en la habitación. -Mi niña-habla Zen mientras ambas lloramos-Vas a estar bien, vamos a hablar todos los días.
Y ahí estaba ella de nuevo, con su capacidad de hacer que cualquier situación negativa no lo fuese tanto.
-Lo sé, pero me asusta vivir sin ti.-Consigo hablar yo con la voz totalmente rota.
-Y a mí-Acaricia mi pelo mientras ninguna de las dos se despega de la otra-De hecho creo que no sé vivir sin ti.
Y era verdad, ambas llevábamos viviendo juntas desde que yo tuve 13 y ella 17, desde que hicimos nuestra primera película juntas. Yo ya no sabía como era la vida sin ella y ahora me tocaría descubrirlo.

-Prométeme que vas a seguir yendo a la psicóloga-me mira cogiéndome por los hombros y yo asiento-Y que vas a intentarlo todo como lo llevas intentando desde que te recuperaste-vuelvo a asentir-Y que te vas a cuidar-Asiento de nuevo-Y que me vas a llamar a cualquier hora si necesitas algo-Asiento por última vez y ella vuelve a abrazarme.-Vigílame a Pedri eh-me dice en broma.
-No hace falta vigilarlo, solo hay que ver lo enamorado que está.
-Lo sé-dice ella-Y yo de él.-sonríe-Anda vamos-me dice-Que Gavi ya debe de estar abajo.
En cuanto salimos con las maletas vemos a Pedri en el salón mirando el móvil, esperándonos con otras tantas.
-Por fin-Dice el canario-Llevabais ahí media hora.
Zen lo besa como respuesta y yo me limito a sonreír.
En cuanto bajamos Pablo ya nos está esperando con el coche en marcha. Metemos las cosas en el maletero y yo me subo de copiloto, haciendo que Zen y Pedri se suban detrás y pasen sus últimos momentos juntos antes de que se vuelvan a ver en abril.
Pablo, durante el trayecto apoya su mano en mi muslo, y lo aprieta, haciéndome sentir segura una vez más. Yo miro hacia él y él asiente con una sonrisa. No sabía por qué pero su compañía comenzaba a ser hogar.

Al llegar al aeropuerto están todos allí para despedirse de Zen, y lo cierto es que habíamos llegado demasiado justos para coger su vuelo. La razón había sido que a veces a Gavi le daba por conducir como un abuelo.

-Pasajeros del vuelo 768con destino a los Ángeles-se escucho decir a través de megafonía. Era el vuelo de Zen. Debía marcharse.
Primero abraza a Ansu, luego a Balde, sigue por
Ferrán, pasa por Sira y se para con Gavi.
-Cuídamela por favor-logro descifrar que le dice a Gavi en bajo mientras Gavi sonríe como si estuviese orgulloso de algo y asiente. Luego le da un abrazo fuerte y entonces me toca a mí.
-No tengo nada que decirte, no soy buena para las despedidas-Me dice antes de darme el abrazo más fuerte en todos nuestros años de amistad.
-Te quiero-digo yo-te quiero Zen.
-Y yo mi pequeña-deposita un beso en mi frente y nos quedamos abrazadas unos segundos más hasta que los de megafonía vuelven a hablar y corre a abrazar a Pedri. Ambos están emocionados y llorando. Su relación era preciosa y muy sana, y todo lo que habían construido tenía que ser separado por sus carreras profesionales, que miedo me daría a mí esa situación, la cual era muy probable que en algún momento ocurriese.
-Os quiero a todos-Nos dirige una última mirada y se va, perdiéndose entre la multitud.

Never knew I could feel that much - Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora