Soy timido, raro pero ese no es mi mayor problema.
Mi mayor problema tiene treinta y cinco años, cabello negro y las estrellas en los ojos.
¿aun no comprendes?
Yo tengo dieciocho.
¿Aun no lo encuentras grave?
El es mi tio.
...
Mi madre, esta noche antes de salir a su habitual trabajo, me ha encargado que una vez llame le dé nuestra dirección.
De repente alguien vendrá a vivir con nosotros y no sé cómo sentirme al respecto. Tengo entendido que es mi tío, aunque realmente no lo recuerdo. Según me contó mi madre, hace seis años viajó a los Estados Unidos para trabajar y ahora estaba regresando.
No me he movido de este sillón desde hace dos horas, con temor a que si me voy a mi habitación en el segundo piso, no lo escuche y luego tendré a mi madre con un regaño interminable.
Repica el teléfono que está sobre la pequeña mesa desgastada al lado de la entrada de la casa, y mi corazón se acelera. Es solo un teléfono, y contestar para mí es una tarea apoteósica. La boca se me seca, la respiración se me estanca, mi corazón palpita tan fuerte que creo que me voy a quedar sordo.
(¡Contesta!)
Me digo mientras estiro mi mano temblorosa hacia el aparato viejo y manchado por los años.
—Ho-hola.
—¿Quién habla?
Su voz profunda me cala en el pecho, y un escalofrío me recorre por la espalda. Trago lo que me queda de saliva en la boca, que es nada.
—Ta-Taehyung.
—Hola, Ta-Taehyung. Soy Jungkook, tu tío.
(Mi tío)
Su sonrisa resuena en mi oído, pero mentiría si dijera que me siento ofendido.
—Disculpa, soy muy mal bromista. ¿Podrías darme, por favor, la dirección de tu casa?
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Sentado en el mismo sillón hace treinta minutos, al lado del teléfono, espero que llegue el hombre a quien le corté la llamada luego de darle la dirección. Soy un tonto. Es un simple teléfono, nadie te puede ver, nadie te puede tocar. Aun así, haber contestado esta llamada era como si me colocaran frente a un paredón.
Siempre he sido tímido, la verdad. Tener que interactuar con las personas es una tortura para mí. La vida debería ser como cada quien la quiera vivir, y yo prefiero estar en mi cuarto con mis libros, mi música, cuadernos de dibujo y la ventana desde donde pueda divisar el mundo del que me siento tan ajeno, pero me encanta ser espectador.
No puedo decir que ahora esté mejor sabiendo que viene en camino y que tendré que recibirlo. ¿Es que acaso no podía llegar cuando estuviera mi madre?
Es decir, es un hombre desconocido totalmente para nosotros y no pudo escoger mejor hora de llegada que la medianoche, justo cuando mi madre estaba de turno y mi hermanita dormida.
Entre muchas cosas que me pregunto está el cómo se sentirá Deji con su llegada.
Diez años, y mi hermanita ha pasado por demasiadas tristezas. No bastó con que su madre, mi tía, hubiera muerto de cáncer hace tres meses, ahora viene este hombre que dice ser su padre a reclamar una paternidad que no creo se haya ganado.
Nunca tuve padre tampoco; se marchó en cuanto nací. Es por ello que me siento abrumado por el hecho de que venga un hombre a vivir bajo nuestro mismo techo. Siempre hemos sido mi madre y yo; luego, con el tiempo, fuimos mi madre, mi tía, mi hermanita y yo.
Sí, puedo ser un ignorante en muchas cosas, pero sé que él se hubiera podido quedar acá, en este país, luchar por su familia, pero prefirió marcharse, dejando a mi tía y a mi pequeña prima solas. Cuando mi madre me dijo que su hermana y su hija se iban a mudar a vivir con nosotros, hice tremenda pataleta. Pero tenía doce años en aquella época. ¿Qué se podía esperar de mí? Pero ahora han pasado seis años y, claro, veo a Deji como mi hermana, más aún sabiendo que ha quedado huérfana de madre. La muerte de mi tía ha sido un duro golpe para mi madre, para mi hermana y para mí.
¡Vaya! La parte económica sí que nos ha golpeado fuerte. Ambas trabajaban y él enviaba dinero también, según mi madre, pero cuando mi tía enfermó, no solo ella tuvo que dejar de trabajar: el dinero que él enviaba era solo para medicinas y exámenes; el seguro no cubría todo.
Si me preguntas a mí qué es irónico, te diría que ser pobre y no poder enfermarte.
Otras cosas irónicas:
Que tuvo que morir mi tía para que Deji pueda conocer a su papá, pues obvio no lo recuerda, y solo las llamadas que hacía de cuando en vez eran demasiado cortas. Por ser costosas, entonces no había forma de establecer algún vínculo verdaderamente.
Que ahora el hombre tenga que venir a vivir con nosotros porque cuando le dijo a mi madre que venía por Deji, mi madre se soltó en llanto, y en su desespero porque no se la llevara, le propuso unir gastos. Era un ganar-ganar.
Que yo, siendo tan exagerada y ridículamente tímido, tenga que recibir a este hombre, enseñarle cuál será su habitación y, tal vez, hasta servirle un plato de comida. Mi madre sabe cómo soy y, aun así, me ha delegado esto. ¿Tanto me odia?
Escucho un taxi llegar cerca a la puerta de mi casa y me congelo sabiendo que tendré que abrirle a un extraño, que tendré que mirarle a la cara y, peor aún... hablarle.
(Calma, corazón, no te salgas de mi cuerpo. Antes debes abrir la puerta.)
Toc-toc.
La puerta al otro lado es golpeada y mis piernas fallan para levantarme.
Toc-toc.
Una segunda vez es golpeada y escucho la voz al otro lado.
—¿Taehyung?
Me armo de valor para recibir a quien está del otro lado. Es un extraño, es una persona, es un hombre, es mi tío.
Abro la puerta y veo a un hombre de cabello negro, desordenado por las gotas de lluvia que han hecho que se formen ondas suaves por su rostro. Alto, ojos brillantes, bastante fornido y con la respiración acelerada, imagino yo, por la carrera hasta la puerta para no mojarse.
¿Quieres saber qué es lo más irónico de todo?
Que yo, que jamás he tenido novia y nunca me he decantado por las chicas —tal vez por mi misma timidez—, que este hombre, quien dice ser mi tío, ahora me resulte increíblemente atractivo, aunque... también increíblemente mayor.
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SE BORRARAN LOS COMENTARIOS HASTA HOY 5 DE JUNIO DE 2025 , ESTOY CORRIGIENDO COSITAS Y ADICIONANDO OTRAS, perdón, no es regaño. jajajajajja
