Cap 31: Es tarde

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Helga había llegado al restaurante en compañía de André y grande fue su sorpresa al ver que el joven había reservado la mesa más exclusiva

-¿Qué te parece? – le preguntó, con una gran sonrisa el joven

-Pues la verdad, este restaurante es muy hermoso y muy lujoso...debe ser muy caro...¿verdad?

-Por eso no te preocupes, querida...– respondió el francés, tomándole de la mano

Mientras la pareja seguía conversando, se acercó un mozo para servir el plato de entrada

-No, yo no he ordenado aun – dijo la rubia, creyendo que el camarero había cometido un error

-Yo ordené...sé que tu favorito es la salade niçoise, por eso lo pedí...ah y también pedí Coq au vin, sé que te encantaba, cuando estábamos en Francia

-¿Ah si?...¿en qué momento ordenaste? – preguntó con confusión

-Bueno, lo que pasa es que hice una reservación especial – sonrió – deje los platos – habló, mirando al joven que traía la bandeja

-Graa...gracias André...por lo visto, tenías todo muy bien planeado – hablaba con nervios

-Así es...esta noche, es muy especial...

Después que terminaron de cenar, el francés ordenó una de las bebidas más exclusivas y caras del restaurante

-Hermosa...quiero que brindemos – dijo el joven, levantando su copa

-Sí, claro – respondió la rubia – y...dime...¿Por qué brindamos?

-Pues por ti y por mí – volvió a sonreír, mientras la miraba con intensidad

Helga también lo miraba y a la vez le dolía tanto el corazón, porque ella deseaba la compañía de otra persona

-Mi querida Helga...quiero decirte que, desde el primer día en que te vi, me enamoré de ti – hablaba el francés sacando una cajita de terciopelo azul

La rubia se quedó paralizada al ver aquel objeto, ya que era muy obvio lo que tenía dentro

-Helga – seguía hablando el francés abriendo la cajita – quiero que sepas que te amo mucho y que tú le das sentido a mi vida, por eso quiero preguntarte si

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-Helga – seguía hablando el francés abriendo la cajita – quiero que sepas que te amo mucho y que tú le das sentido a mi vida, por eso quiero preguntarte si...¿tú?...¿quieres casarte conmigo?

Helga estaba en silencio, mirando fijamente el anillo que el joven le estaba ofreciendo, sin duda alguna se notaba que esta argolla tenía un valor monetario muy alto, en comparación con el que le había entregado el rubio; pero era claro que el valor sentimental, era mucho menor

-André...yo... – trató de hablar la joven con sinceridad

-Helga – le interrumpió, intuyendo cual iba a ser la respuesta de la mujer – yo sé y tengo claro que aún no me quieres lo suficiente, como para aceptar mi propuesta, pero estoy dispuesto a tener mucha paciencia, lo que pasa es que, cuando estuve en Francia, hace poco, mi padre me dijo que va a dejar la presidencia de nuestra empresa Batiment, porque quiere descansar y por supuesto, quiere que yo lo suceda y tú sabes que la empresa, tiene varias sedes en diferentes partes de Francia y del mundo, entonces si yo asumo la presidencia, será necesario que esté viajando continuamente y bueno, yo aspiro a que tú viajes conmigo y sé que eso, solo podría ser real, si te conviertes en mi esposa – la miraba expectante de su reacción

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