Año 845.
Su mamá la llevaba cargando en su espalda hacia la pequeña casa en donde vivía, después de un feliz día cortando bonitas flores de la pradera.
—Mami, ¿Cuáles flores te gustaron más?
—Las hortensias, cariño... su color es celeste claro, igual al de tus ojos. —Sonrió con tristeza.
—Las orquídeas azules son más bonitas.
—Nena, ¿Qué tal si vas al pueblo por un jarrón? ¿No querrás que tus flores se marchiten o sí?
La pequeña niña negó con su cabeza en respuesta, ocasionando que su madre le extendiera un poco de dinero para que fuera en busca de aquel objeto.
A pesar de su corta edad, ella siempre disfrutaba de ir al pueblo de Shiganshina sola. No quedaba cerca, pero siempre veía cosas interesantes en el camino.
—Buenos días, señorita. Me alegra volver a verla.
—Hola. —Saludó a la dueña de su puesto favorito.
—¿Qué vas a llevar está vez, pequeña?
—Un jarrón para flores, por favor.
—Claro, lo envolveré en periódico para que no se te ensucie.
El pueblo fuera del muro María siempre estaba muy animado. Le gustaba ver las danzas que el pueblo hacía y como todos se unían a bailar al unísono de la música. Envuelta en alegría y curiosidad decidió acercarse a dichas personas que se movían con ritmo y risas. Estaba tan envuelta en esa felicidad que olvidó observar a su alrededor antes de cruzarse en el camino de un energético niño que la atropelló en su andar.
—¡EREN! —Escuchó desde el suelo. —¿Te encuentras bien? —Preguntó aquel niño viéndola con preocupación.
—Sí. —Contestó corta mientras se incorporaba de nuevo.
Con la mente un poco revuelta, y el desequilibrio en sus pies; caminó tambaleándose hacia el puesto donde el jarrón la esperaba. Seguida de aquel niño rubio más alto que ella.
—¿Qué?
Quizás sonaba grosera al ser tan directa, pero a su edad y la única educación que le ofrecía su madre, su lenguaje resultaba en ocasiones muy limitado
—Es que tus rodillas están sangrando... ¿Te duele?
—No.
—Lo siento, a veces mi amigo Eren suele ser muy impulsivo, no lo hizo con una mala intención. ¿Déjame ayudarte, sí?
Sin tener respuesta, aquél la llevó hasta unas cajas. En ocasiones solía cargar con algunos pañuelos para poder limpiar las heridas que constantemente le hacían. Al ser un pueblo pequeño regido por una sola idea, era objetivo constante de daño físico sólo por pensar diferente.
—¿Qué es eso? —Preguntó curiosa señalando el libro que llevaba consigo.
—Es... un libro de historias, de lo que existe más allá de los muros.
—¿Es malo?
—Uhh un poco.
—¿Si es malo, por qué lo tienes?
—Porque el conocimiento no debería ser un pecado. —Citó la frase que su abuelo había utilizado al momento de regalarle aquel libro.
—¿Y qué es lo que hay?
Los ojos azules del chico habían brillado por completo, hablar del mundo exterior era de lo que más disfrutaba. Le emocionaba cada detalle de aquel libro, y la idea de poder conocer cada uno de los sitios escritos era lo que lo mantenían con un objetivo.
—Tú... —Balbuceó con nervios, al mismo tiempo en que se le coloraban las mejillas por la alegría. —¿Quieres que nos veamos mañana? Así podría enseñártelo y explicarte...
—Sí.
—Te veo mañana en el lago, después de la segunda campana.
La pequeña niña tomó el jarrón para sus flores y corrió de vuelta a su casa. Estaba emocionada de contarle a su mamá sobre el nuevo amigo que había hecho, y del libro tan extraño que él tenía.
Entró por la puerta de la cocina. Aquel lugar de madera, lleno de macetas de todas las flores y plantas que solía recoger con su querida madre. Fue directo al pequeño lavabo, tomó las flores y las colocó en el agua para evitar que se marchitaran.
Pensó que lucirían lindas en la mesita de la sala, así que las llevó hacia esta habitación, mirando con detenimiento el borde del agua, procurando que no cayera del jarrón. Pero su intento falló por completo al alzar su vista. El florero había resbalado de sus manos, combinando pedazos de flor, vidrio y agua en el suelo.
—¿M-mami? —Soltó en un hilo de voz.
Frente a ella estaba la peor escena de su vida.
El cuerpo de su madre flotaba en el aire, sus pies estaban separados del suelo, y una soga rodeaba su cuello atada a una de las vigas de madera que había en el techo.
❀
Una vez más se despertó de ese extraño sueño que la acechaba hace ya varias semanas. Aún adormilada, se adentró en la cocina, tomando un poco de las conservas que aún quedaban. Llevaba tiempo completamente sola en aquel lugar, incluso había olvidado el por qué estaba allí, o si lo que estaba viviendo era parte de otro sueño.
Tomó un vaso con agua, sintiendo como pequeñas vibraciones hacían que el liquido salpicara fuera del vaso. No era algo que le diera mucha importancia, pero los gritos de afuera la ponían en alerta. Curiosa abrió la puerta de su casa para descubrir qué era lo que hacía tanto ruido, la pequeña niña quedó impactada al ver una figura humanoide de casi 7 metros, observándola fijamente. Sus piernas temblaron al mismo tiempo en que sus ojos comenzaron a humedecerse. "¿Qué hacía ese monstruo tan cerca de la casa?" Fue lo que se preguntó antes de ser tomada por aquella criatura.
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Ruinas del oleaje ❀ Armin Arlert
FanficPerdida entre el deber y el destino, fue antes del año 845 cuando su vida ya estaba condenada. Una marioneta del gobierno, un recipiente vacío para la humanidad, una pequeña niña nacida del pecado. "Su cabello platinado, sus ojos celestes: La imagen...