15. Hija De La Fortuna

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Año 845.

Despertó envuelta en sudor antes de su hora habitual, había tenido otra pesadilla con el mismo monstruo de siempre.

—¿Otra vez, nena?

Asintió aún frotando sus ojos.

Su madre la miró con pena, no quería confesarle que ese "monstruo" que aparecía recurrentemente entre sus sueños, era sólo la figura de su padre transformado en titán.
No debió verlo aquel día, era una de las tantas razones por las que había decidido tomar a su pequeña Suri, y huir de ese lugar.

—¿Qué te parece si hoy desayunamos, limpiamos un poco, y después pasamos la tarde decorando la cocina?

La niña asintió con alegría.

—Llegará un soldado, cuya espada es su poder, tu ciudad la derribará, oh lei, oh lai, oh lord. Oh lei, oh lai, oh lord. Tu ciudad la derribará, oh lei, oh lai, oh lord. —Cantaba de forma alegre, agitando la leche para lograr hacer un poco de mantequilla.

—Llegará un poeta, su palabra es su poder, con su lengua te matará, oh lei, oh lai, oh lord. —Continuó la niña su parte favorita, haciendo que su mamá le untara un poco de mantequilla en la nariz, estaba orgullosa de que su hija lograra recordar esa parte de la canción y cantarla correctamente.

Antes de la siguiente estrofa, el toquido de la puerta las había interrumpido. Era una rosa blanca la que estaba fuera. Sin duda un gesto romántico, de no ser porque un día antes había recibido una igual con una carta: "Esta es la primera flor de tu futuro funeral."
Suspiró molesta.

—Suri, nena. ¿Quieres que vayamos a cortar flores después de desayunar?

Llevaba a su hija cargando en su espalda hacia la pequeña casa en donde vivían, después de un feliz día cortando bonitas flores de la pradera, o era así como quería que su hija lo recordara.

Tenía la sospecha de que su tiempo se acababa, sobretodo cuando divisó a ese hombre observándolas.

—Mami, ¿Cuáles flores te gustaron más? —Preguntó la niña con inocencia.

—Las hortensias, cariño... su color es celeste claro, igual al de tus ojos. —Sonrió con tristeza.

—Las orquídeas azules son más bonitas

—¿De qué hablas? Esas son amapolas.

—¿Segura?

En seguida se echó a reír por la ocurrencia de su hija, apretando su nariz una vez que la bajó en la entrada de la casa.

—Nena, ¿Qué tal si vas al pueblo por un jarrón? ¿No querrás que tus flores se marchiten o sí?

La pequeña niña negó con su cabeza en respuesta, ocasionando que su madre le extendiera un poco de dinero para que fuera en busca de aquel objeto.

Fue la última vez que vio a su hija, corriendo entusiasmada hacia la ciudad de Shiganshina.

—Tardaste mucho en encontrarme. —Habló hacia el hombre que no podía ver, pero sabía que estaba ahí.

—Porque no te busqué hasta ahora. —Respondió saliendo de su escondite.

—Ya veo, supongo que algo sucedió, ¿No? Si no me equivoco, Uri murió hace 3 años. ¿Por qué hasta ahora?

—Encontraron tu rastro... Y no están contentos, por eso vine antes que ellos...

—¿Por qué? Pensaba que yo no te agradaba porque Uri es el padre de mi hija.

Ruinas del oleaje ❀ Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora