4. Prudente

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Año 849

El clima más tempestuoso registrado hasta ahora en la ciudad se había hecho presente. La nieve cubría por montones los lugares, y el frío aumentaba cada vez más. Por supuesto eso no tenía importancia para el excomandante, el instructor Shadis. "Clima para lavar los uniformes" mencionaba él cada vez que alguien ponía un "pero."

La idea era que, los titanes, al ser más activos en la luz solar, las ventiscas de nieve obstaculizaban su velocidad. Sólo aquellos soldados capaces de moverse libremente y con rapidez en tan malas condiciones, tendrían grandes probabilidades de victoria.

—Jean, no... No siento las manos. —Mencionó la rubia sin dejar de temblar.

El entrenamiento estaba hecho para formar la resistencia de los soldados, caminar largas distancias en situaciones complicadas, ideal para mejorar la resistencia. Algunos habían abandonado el entrenamiento que incluso era un milagro que Suri siguiera de pie.

—Sólo aguanta un poco más, ya casi llegamos.

—Este es un día tan horrible. —Sollozó mientras titiritaba.

—Tranquila, sabes que este es un entrenamiento de prueba para ver si sigues en el entrenamiento militar. Si llegamos a la base en el tiempo acordado, juro que te lo compensaré. Te prepararé tu comida favorita, o buscaré duraznos por toda la ciudad... ¿Suri?

Cuando volteó, la pequeña figura femenina ya no se encontraba a su lado. El peso de la mochila le ganó, haciendo que se tambaleara y se deslizara por la nieve cuesta abajo. Lo hacía más preocupante para su amigo el saber que ellos dos eran los últimos dentro del pequeño grupo. No había nadie más atrás.

Si tan sólo pudiera frenar la gravedad, haría que dejara de deslizarse, o quizás si tuviera el equipo de maniobras sabría qué hacer, pero seguía cayendo como si estuviera en una resbaladilla gigante. Con gran desesperación, tomó una de las ramas de un árbol que se encontraba enterrado bajo la nieve. Apretó sus manos para intentar sujetarse, pero el desliz no se detuvo, haciendo que sus manos ardieran por la fricción que acababa de lastimarle. Apretó un poco más la rama, justo antes de que esta terminara, causando que un hilo de sangre descendiera desde la palma de sus manos, hasta sus codos, manchando su ropa.

—Mierda. —Maldijo por el dolor.

Quería llorar, y tenía buenas razones para hacerlo. Pero en aquella situación sólo lo empeoraría. Perderse dentro de un sendero marcado definitivamente la hará bajar del rango en el que está, pero quizás, si logra reincorporarse y volver, no afecte dentro de su calificación final. Sobre todo, porque Keith Shadis ya le había echado el ojo como una mala militar. Suspiró una vez más antes de hacer una locura, era una idea descabellada, pero podría salvarle la vida: Se soltó de la rama para seguir cayendo. ¿Qué tanto faltaba? Si ya había ido por la mitad. Quizás por abajo de la montaña, encontrase un camino más rápido o seguro para volver al refugio.

Sino mal recordaba aquel manual de supervivencia en la nieve, que leyó por su propia paranoia ante el mal clima; Lo primero que tendría que hacer es conseguir refugio, sobretodo para hacerle frente a la tormenta de nieve que estaba próxima a acercarse. Caminó a duras penas hacia cualquier espacio en donde pudiera caber, lo cual no era complicado debido a su pequeño tamaño. Simplemente bastó con esconderse en el hueco de un árbol, quizás cubriría la entrada con ramas, o alguna corteza de árbol que encontrara por ahí. Una vez que se sintió segura, quitó los guantes de sus manos. Ya había dejado de sangrar, pero la laceración en la palma de sus manos le provocaba una gran molestia. Dolía y ardía al mismo tiempo, dando una sensación desagradable que no lucía bien entre rastros de sangre seca y restos de tierra.

Ruinas del oleaje ❀ Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora