17. Hechizado

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Llevaba alrededor de casi dos meses en ese lugar, su abuela le había dado tiempo suficiente para acostumbrarse al frío de la región, pero a fin de cuentas era imposible, por lo que el baile de bienvenida que había planeado desde que llegó, ya no podía posponerse más.

—Está helado, ¿Cómo pueden vivir así? —Exhaló en sus manos, intentando darse un poco de calor.

—Hay menos titanes en esta zona, es el precio a pagar. —Respondió su abuela envolviéndole los hombros con una especie de capa roja.

—¿Y el vestido era necesario?

—Es un baile, tu baile de bienvenida, querida.

—Llegué hace dos meses. —Reprochó aún tiritando de frío por el clima del distrito Utopía.

—Tu amigo, el que te escribe mucho, había dicho que los titanes habían disminuido, ¿Piensas volver pronto?

—Quizás, no lo sé. Tal vez si no me acostumbro al frío, pero... Aún no quiero volver.

La anciana sonrió con ternura, su nieta le recordaba mucho a su hija de joven.

—Ve a la mesa de allá. —Le señaló—. Seguro hay café y té, bebe un poco.

—Gracias, Abuela.

Se aproximó hacia la mesa, tomando la taza de la bebida con ambas manos para brindarles calor.
Dió un sorbo, haciendo un extraño gesto por la amarga bebida.

—Debes agregar azúcar y crema o leche, eso mejorará el sabor. —Habló un chico pelirrojo, posicionándose frente a ella—. Soy Brendon Inocencio, hijo de Fergus Inocencio, y si bien me va; tu futuro novio.

La chica lo vio con indiferencia, sorbiendo con un ruido exagerado su bebida, provocado por el calor que esta emanaba. Ahora sabía que detestaba el café, era amargo y casi tan molesto como la arrogancia del chico frente a ella, a quien también comenzaba a detestar.

—No fue bueno, ¿Verdad? Discúlpeme, mi padre me dijo que le dijera eso

—¿Sueles hacer lo que tu padre diga?

-En realidad no. Es sólo que... Cuando la vi a usted, quise inmediatamente hablarle, así que le pedí consejos a mi padre.

Arrugó las cejas en respuesta, a parte de Armin, nadie la había adulado de esa manera, con interés.

—Te salió mal.

—Discúlpeme, déjeme presentarme de nuevo...

Sin darle oportunidad, se alejó de él. Durante al menos esos dos meses en el distrito Utopía, había adquirido el comportamiento de "alguien muy madura" o al menos eso es lo que le dijo su abuela durante los primeros días con ella.
Suri se estaba dando las prisas por crecer, quizás de esa manera Armin la querría de vuelta. Por esa razón se negaba a volver, quería estar a la altura.

—Eh, espera, no te vayas. —La siguió, provocando que Suri apresurara el paso.

Sin darse cuenta, ambos habían salido del salón, corriendo alrededor del jardín, aunque estaba fastidiada, no pudo evitar soltar algunas pequeñas risas mientras intentaba huir de él. Suri, no queriendo ser atrapada, utilizó su entrenamiento militar para huir con éxito, pero quedó totalmente perdida entre la maleza del lugar.

—Mierda. —Maldijo, le estaba dando frío por la baja temperatura del lugar y la ligera capa de sudor que la cubría.

—¿Por... Por qué corres... Tan... rápido? —Jadeó, apoyándose en sus rodillas una vez que la encontró.

—Soy del cuerpo de exploración... Lo era. —Se corrigió con cierta melancolía.

—¿Entonces eres militar? ¿Por qué estás aquí?

Lo vio, pero no respondió.
Brendon, intentando recomponerse del cansancio, se sentó de rodillas al suelo, quedando a los pies de Suri.

—Todos hablaban de Susan, la hija de la señora Marcie, y de cómo se enamoró de alguien muy importante del distrito mitras, convirtiéndo su amor en una linda bebé. —Le escuchó decir, ojalá esa historia fuera así de sencilla—. Entonces... No logro entender, si lo tienes todo allá... ¿Por qué venir a este pueblo olvidado por Dios?

—Quiero... Encontrarme a mi misma y crecer... Quiero ser alguien madura...

—No quiero importunar pero... Creo que no lo estás haciendo muy bien. —Señaló hacia ella.

Su vestido era un desastre total, estaba un poco rasgado, con hojas y ramitas de árbol, y en el borde estaba lleno de lodo.

—No creo que debas actuar como una persona mayor. Apenas te conozco, pero sé... Que tienes mi edad... Y no puedes obligarte a hacerlo.

Mientras ella intentaba no llorar por remordimiento e impotencia, él puso su esfuerzo en levantarse para estar a su altura.

—Me prometí que lo haría... Quiero crecer y estar de vuelta con mis amigos... Me echaron del cuerpo de exploración en cuanto supieron que tenía 12 años.

Brendon se acercó más a ella, apoyando una mano en su hombro.
Él era el hijo del comerciante más importante de la ciudad industrial y la muralla Rose en general, incluso por delante de Dimo Reeves, por lo que no comprendía la situación de Suri, ni por qué quería volver a ser militar.

—No es justo, no... —Se sentó en el concreto que había detrás de ella.

—He vivido con esa frase toda mi vida, "Madura, Brendon" pero... ¿Qué tiene de malo? Sólo estoy actuando acorde a mi edad. Lo que a mi no me parece justo es que uno tenga que crecer sólo porque los demás lo piden, como si fuera un crimen tener infancia. —Suspiró con pesadez, sentándose a su lado—. Pero sabes... Si tanto lo quieres, entonces... Seamos adultos, podemos crecer juntos, no tienes por qué pasar por esto en solitario, tienes razón, no es justo... Ni humano, ir hacia aquel mundo crudo y salvaje...

Se inclinó hacia ella, quedando admirado por el rostro en llanto de Suri, admitiendo que, a sus ojos, nunca había visto una niña tan bonita.
Separó unos mechones del cabello rubio de la chica, inclinándose un poco más.

—Déjame... Acompañarte... No tienes por qué estar a la par de nadie... Sólo... Déjalo ir...

Brendon lo dio todo en ese momento, su momento de más adrenalina y euforia fue inclinarse más ante Suri, conectando sus labios con los de ella.

Sin saberlo, Brendon había quedado completamente enamorado de la princesa, mientras que ella sólo pensaba que había
ganado un buen amigo en aquella adversidad.

Mientras el primer beso de la princesa Suri le era robado, del otro lado de la muralla, bastante al sur en las ruinas del pueblo de Shiganshina, una batalla recién había terminado, pero el caos aún estaba presente; Armin Arlert se debatía entre la vida y la muerte.

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Ruinas del oleaje ❀ Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora