Ruinas del oleaje ❀ Armin Arlert

3. Nobleza

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Su objeto favorito era sin duda el gran moño rojo que su mamá le había hecho, éste adornaba su clara cabellera, haciendo lucir su cara como la de una muñeca de porcelana. A pesar de que su color favorito fuese el rosa, no había nada que reemplazara aquella tela que su mamá logró comprar después de un largo sía vendiendo sus famosas conservas de durazno, su fruta favorita. Anteriormente había observado a su hija admirando algunos lazos y broches para el cabello, así que estaba dispuesta a darle una sorpresa cuando ella volviera a casa.

Ahora aquello no era más que un simple recuerdo que la mantenía en melancolía. Después de aquella misión fallida, su querido moño desapareció, obligándola a cambiar su peinado a dos coletas bajas con la esperanza de extrañarlo menos.

—¿Estás bien? —Preguntó Mikasa detrás de ella, viéndola a través del espejo.

—Tengo miedo. —Echó una carcajada nerviosa. —La última vez que me corté el flequillo lo dejé mal, casi a la mitad de mi frente.

Con suma confianza, la pelinegra tomó las tijeras, viéndola fijamente, y sin preguntar, comenzó a cortar el cabello de la ojiazul.

Se veía tan concentrada en lo que hacía, sin una mueca de duda. Suri admiraba la confianza que Mikasa tenía en sí misma.

—Espero que sea lo que querías, o al menos te agrade.

La pelinegra dejó las tijeras en la mesa frente a ella, mientras le daba un poco de apoyo emocional tocando su hombro antes de retirarse del lugar. Suri echó una pequeña mirada hacia el vidrio reflejante frente a ella. Realmente echaba de menos su listón rojo, era el único recuerdo que tenía de su mamá, y ahora estaba perdido.

Salió del baño apresurada, el cielo estaba completamente oscuro, amenazando con llover. Los truenos y relámpagos no era su fuerte.

—Espera, Suri. —Escuchó ser llamada por su amigo Armin, quien se encontraba de guardia en la pequeña torre del lugar. —¿Podemos hablar?

El cielo se veía de un gris muy oscuro, algo que contrastaba con los ojos azules de Armin, quien la veía desde arriba, tal cual el cielo azul despejado.

—No sabía si iba a tener otra oportunidad como esta... —Habló el chico al tenerla a su lado.

Suri se había quedado estática ante repentina mirada seria de Armin. Tenía miedo, pero no sabía por qué.

—Me gusta tu nuevo peinado. —Dijo de manera tranquila. —Antes no se te veía el rostro.

—No quería seguir usándolo así.

—¿Fue por el lazo?

—Sí, era lo último que tenía de mi mamá. —Contestó abrazando sus piernas.

—Aún... —Pensó, intentando cambiar el tema. —¿Aún piensas unirte a la policía militar?

—Tal vez, o quizás en el cuerpo de exploración, así sabía algunos misterios de los titanes.

—¿Por qué estás tan interesada en ellos?

—Porque el conocimiento no debería ser un pecado. —Sonrió

—Sabes, a veces tengo la sensación de que ya nos habíamos visto antes...

La luz azul fosforescente iluminó el cielo, no faltaba mucho para aquel estruendo, y Suri lo sabía, en pocos segundos se lanzó hacia la persona cercana a ella, en busca de protección. Soltó un pequeño grito al mismo tiempo en que los truenos inundaban sus oídos. Armin sólo la abrazó, en espera de que ella estuviese lista para soltarlo.