Capítulo 13: Confesiones y verdades

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Ahora la situación con Emilio no está yendo para nada bien. Habían pasado tres días desde nuestra pequeña discusión y Emilio sólo me ha hablado para cosas meramente laborales. Verónica estaba revoloteando estos días cerca de Emilio, y aquello me enervaba.

Si Emilio estaba tan disgustado con ser novia de esa, ¿por qué seguía con ella? No tenía por qué seguir los mandatos de su padre. Ya era todo un hombre hecho y derecho.

Lo que más me molestaba, era que su comportamiento infantil influía en cómo ahora lo veía ahora. Me parecía un hombre inmaduro que a la vista de no poder conseguir lo que quería, se frustraba, y actuaba con indiferencia. Como si fuera un niño mimado de mamá. Eso era lo que me ponía tan furiosa.

Si él fuera otro tipo de hombre, hubiéramos hablado claro y ahora tendríamos una amistad dentro del trabajo, sin incomodidad o aversión. En estos momentos sólo quería estrangularlo con mis propias manos. Pero me aguantaba, y trataba de serenarme antes de lanzarme hacia él y no precisamente para besarlo.

Mi buen querido y único amigo aquí, Antoine, carraspea para llamar la atención de todos los presentes. Yo sacudo mi cabeza ligeramente para despejar de mi mente los pensamientos malos que tengo sobre cómo podría matar a mi jefe, Emilio, quien está cruzado de brazos delante de la pizarra acrílica donde se ven varias anotaciones con post-its en ella. En toda la reunión ni siquiera ha mirado en mi dirección. Su novia Verónica y su padre, el señor Luigi Di Angelo, también se encuentran en esta reunión.

-Lo que propones, Emilio, prácticamente es reducir algunos gastos...

-Eso no será posible -interrumpe el señor Di Angelo a Antoine, desestimando la propuesta de Emilio inmediatamente, tal como lo hizo en la primera reunión.

Toda la sala queda en silencio luego del comentario de Luigi Di Angelo, él voltea a verme como si me desafiara en decirme algo. La verdad, tengo mucho que decir, pero no lo haré para ver la satisfacción la cara de él o Verónica.

Pienso que Emilio va a hablar, rebelarse contra su padre y hacer algo para tener su aprobación pero no hace nada. Aprieta los labios y frunce el ceño. El señor Di Angelo se levanta haciendo que todos los presentes en la mesa de reuniones lo imiten. Ni siquiera tienen que pedírmelo dos veces. Me levanto y cojo la hoja de papel sobre la mesa frente a mí, salgo de la sala de reuniones y voy a mi escritorio.

Esta vez, en esta presentación, Emilio ni siquiera pidió mi ayuda. Él hizo sus diapositivitas y presentación por su cuenta. Supongo que su frustración se debe a eso, y al hecho que su padre ha vuelto a desestimar su proyecto como si nada. Sin siquiera a atreverse a preguntar sobre ello, como si realmente no le importara Emilio o lo que tenga que ver con él.

Cuando Emilio entra a su oficina, cierra la puerta con fuerza. Y no sale de ahí hasta la hora de salida, que sale de ahí como un huracán. Rápida, y devastadoramente guapo, con decisión y ganándose la mirada de todos en la oficina.

Yo guardo mis cosas en mi bolso y cierro la laptop. Hoy es viernes y siento que será un buen fin de semana, lleno de ociosidad en su máxima expresión. No tengo ganas de salir de fiesta con mis amigos, sólo quiero abrigarme como un tamal y ver películas hasta altas horas de la noche.

Llego a mi departamento y lo primero que hago es tirar mi bolso a la mesa y quitarme los tacones que me están matando. Mis amigos aún no llegan y eso significa que por el momento tengo el departamento para mí sola.

Me doy una rápida ducha y decido ponerme ya el piyama. Me encierro en mi habitación con popcorn preparado en el microondas y decido ver una peli en mi laptop. Son sólo las siete de la noche y yo planeo ver una maratón de películas hasta que mis ojos puedan aguantar.

La obsesión del jefe | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora