Capítulo 11: Regalo ingenioso

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Esta reunión no puede ser más incómoda ni aunque alguien se desnudara frente a nosotros. Emilio junto a su novia Verónica saludan a todos sus amigos antes de llegar a mí junto a Antoine. Mi jefe parece estar pasando un mal rato porque su sonrisa no parece sincera ni de lejos. Le da un breve apretón a su mejor amigo y unas palmadas en la espalda. Cuando llega a mí, le doy un abrazo y susurro en su oído «Feliz cumpleaños», que es agradecido en un murmuro ronco de su parte y una leve caricia a la altura de mi cintura que me deja un poco inquieta.

El agasajado se aleja con su novia sin decir otra palabras más. Los observo conversar con otra pareja amenamente. No sé si esta fiesta es un fracaso, pero para mí lo es. Me siento en el sofá con una caída seca que alerta a Antoine, mirándome con curiosidad. Tiene una copa de vino en la mano que él mismo se sirvió para él, y para mí. Mi copa de vino yace vacía sobre el centro de mesa frente a nosotros.

-Al parecer no le gustó mucho la sorpresa eh -digo mirando mi copa vacía con fijeza. Antoine se sienta junto a mí en el sillón y me pasa un brazo sobre mis hombros.

Le quito la copa de vino de la mano y le sonrío antes de tomar un sorbo.

-Verónica es la arpía -dice mirándola a lo lejos con ojos entrecerrados-. Odio a esa mujer con toda mi alma, es una víbora.

Me río.

-Eso ya lo sé. ¿Qué tiene que ver ella con todo eso?

Antoine me queda mirando como si fuera estúpida.

-¿Qué tiene que ver ella en todo eso? -Me imita con un feo acento y voz de mujer-. ¡Pues todo! No deja a Emilio en paz ni un segundo. Desde que su padre la eligió como su prometida no le ha sacado las manos de encima. -Sigue mirando a la pareja infeliz desde lejos-. Yo creo que ella está desesperada por tener un hijo y amarrarlo de esa manera.

Lo codeo con fuerza para que me preste atención. Lo que ha salido de su boca es oro puro.

-¿Qué dices, Antoine? -pregunto con los ojos muy abiertos.

-Pues eso -dice bajito para que nadie de alrededor lo escuche. Este salón es tan grande que se escuchan los murmullos bajos que retumban en las paredes-. El señor Di Angelo, el papá, quiere que Emilio se case con Verónica porque el padre de esta tiene varias acciones de la empresa, y al casarse pasaría a ser de ambos. ¿Entiendes? Quiere que algún día Emilio sea el dueño de todo eso.

Mi ceño se hace presente conforme Antoine me va contado todo aquello. Lo del matrimonio arreglado ya pasó de época. Con razón el señor Di Angelo parece ser muy amable y protector con Verónica, porque quiere que sea su nuera. ¡Dios mío! Esto no es el siglo XX.

Antoine continúa: -Y Verónica está encantada con eso. Aunque sé que lo hace por el dinero, eh. Porque se nota que no ama a Emilio. Lo trata como si ya fueran esposos, ¿no te has dado cuenta?

Me encojo de hombros.

-Un poco sí.

-¡Bastante!

-Pero -digo levantando una mano-, he visto la forma en que están juntos. Siempre los pillo en situaciones... comprometedoras. Parece que no pueden despegar la lengua uno del otro.

-Eh... eso se llama atracción sexual, no amor. -Antoine me regala una de sus sonrisas ladeadas-.Te falta mucho por aprender, pequeña Tammy.

-Oh, cállate. -Esta vez lo codeo con fuerza haciendo que retire su mano de mis hombros para apretarse el lado donde lo golpeé. Miro a todos los presentes en el salón y cuento mentalmente a uno por uno, luego de varios intentos llego a la conclusión de que son más de treinta personas. En varios minutos llegan más personas. Y todos van a saludar primero a Verónica, así que supongo que son sus amigos y no de Emilio.

La obsesión del jefe | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora