Capítulo 52: El fin

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Al día siguiente mi día va tan bien que cuando llego a casa luego de un arduo trabajo con los niños del albergue, me tiro al sofá aterrizando al lado de Rhys quien ha prendido la televisión solo para ver el caso de Luigi Di Angelo. No hay nada nuevo.

Una semana después no tengo correos de Emilio. Se ha detenido de enviarme mensajes. No hay llamadas, ni visitas a mi departamento y mucho menos mensajes a mi correo. Su comunicación conmigo se ha detenido, y es probablemente la peor cosa. Esa necesidad de saber que él está bien me está consumiendo. Desde la noticia sobre el lavado de dinero sobre su padre, no me ha escrito. Tal vez sea lo mejor. Aún así, no estoy lista para borrar todos los correos acumulados que he recibido de él en los últimos meses. No los borro, pero los mando a «archivos» para no tener que verlos cada vez que abro mi bandeja de entrada.

Recordarlo ahora y rememorar nuestro tiempo juntos duele menos. Ha sido todo un reto dejar de recordar lo que teníamos. Fue tan intenso que llevo conmigo todos los días el collar que me regaló y el reloj grabado con mi nombre. No le he escrito un agradecimiento por ese regalo, pero temo que hacerlo ahora, luego de tres meses no hará ningún bien ni para él ni para mí.

Mi vida ha dado un giro desde que terminamos que a veces me pregunto si nuestro destino era realmente estar juntos. He crecido como persona, mis ojos se han abierto y mi real necesidad por ayudar a niños huérfanos se ha avivado más. Mi amor por los niños del albergue en el que trabajo es tan grande que ya no siento tristeza cuando pienso en Emilio. Una ruptura jamás será fácil si amas a esa persona. Tal vez siga haciéndolo, ese amor no se borra de la noche a la mañana, tal vez lo ame por más años o para siempre, pero sé que al día de hoy puedo afirmar con total certeza que he superado esa relación.

Extrañarlo no me hace menos humana, sino todo lo contrario. Las aflicciones de una persona siempre empiezan por alguien. Si amas a alguien que está lejos, si extrañas a alguien que está con otra persona..., todos son aflicciones que de un momento a otro lograrás superar. Lo digo yo que superé dos relaciones en mi vida. Ambas tóxicas, una más que la otra, pero al fin y al cabo cuando lo haces te sientes tan libre y con ganas de comerte el mundo que es como si te quitaras una venda de los ojos. Mis gemelos siempre me preguntan qué haría si Emilio se presenta en mi casa y me pidiera volver con él. No es una pregunta que no me haya hecho ya. Y la respuesta siempre será la misma.

Si el destino nos quiere juntos, realmente, lograremos superar lo que sea.

Tiempo atrás no creía en el destino. Creía que era algo inventado por las personas para justificar una acción o algo que uno mismo provocaba. Ahora lo sé. Sé que es real. Así como sé que hay alguien en este universo que controla todo. No me voy a poner científica ni nada, pero mi aporte anterior es para reforzar lo que estoy a punto de decir.

Mis padres me adoptaron por una razón. No creo que haya sido coincidencia el que me hayan elegido a mí entre tantos bebés. Lo mismo opino de mis demás hermanos. Como también sé que hay una razón de por qué conocí a Emilio. ¿Destino? ¡Mierda, sí! ¿Dios? Ehhh, no es bueno maldecir en un misma misma oración donde la palabra "Dios" es mencionada, pero, ¡diablos, sí! ¿Casualidad? ¡Já, nunca en la vida! Porque si fuera así yo sería una maldita perra con suerte. (Y sé condenadamente que no lo soy).

Solo puedo afirmar y decir que el destino nos quiso a Emilio y a mí juntos en un momento determinado. Y si quiere que nos juntos de nuevo, en algún futuro, nada ni nadie lo detendrá. (Excepto si Diosito quiere).

Es extraño mirar las noticias y ver la cara de Luigi Di Angelo en todos los canales de noticias importantes. Su juicio se realizará en dos semanas y por el momento, él y Alba Peterson están detenidos. Lo peor de todo es que le han incautado todas sus pertenencias. (Negocios, casas, propiedades). Recuerdo que semanas atrás Emilio me envió un correo contándome que ha separado sus empresas de las de su padre y las ha puesto a su nombre.

La obsesión del jefe | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora