Epílogo

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Dos años después

Me gustaría decir que en el reencuentro entre Emilio y yo pasaron cosas increíbles. Como, nosotros olvidando nuestras diferencias y besándonos con pasión como si los últimos meses jamás hubieran ocurrido. O, que perdonamos nuestras diferencias y supimos arreglar nuestra relación olvidándonos de todo para empezar de cero...

Pero no, no pasó eso. O sea sí, pero fue mucho después. Y fue algo complicado debido a lo que pasaba a nuestro alrededor pero, es mejor que les cuente lo que pasó luego del reencuentro. Para que entiendan nuestra vida luego de aquello.

Lo pondré literalmente y muy detallado para gran deleite suyo.

«-Qué haces aquí? -Fue lo primero que salió de mis labios cuando la torpeza y la vergüenza pasaron a segundo plano. Me sentía tan extraña estando frente a él, y a la vez tan feliz que era una contradicción andante. Realmente no sabía cómo sentirme ahora que lo veía luego de tantos meses queriendo haber estado cerca de él mientras toda la mierda de su padre fue arrojado en su cara. Lo peor fue haber pasado todo eso mientras los medios de comunicación estaban al tanto de cada cosa, de cada movimiento que hacían. Y a parte de ellos, también la policía.

-Vine a verte -respondió. Parecía nervioso.

Solté su mano con rapidez al mismo tiempo que él las dejaba caer y las metía en el bolsillo de su pantalón como si no supiera cómo actuar a mi alrededor. Había dejado crecer su cabello ligeramente y se le veía demasiado bien para mi gusto. Era tan guapo que aparté la mirada solo para volver a verlo segundos después, como si mis ojos no soportaran estar lejos de su mirada.

-¿Para qué? -pregunté en un susurro.

Emilio miró a Ania quien estaba atenta a nuestro intercambio. Irritada volteé a mirarla, mis mejillas ya no estaban tan calientes, aún así permanecía avergonzada por mi patética caída. Hubiera sido la peor caída de la historia en mi vida si me hubiera roto algo, pero gracias al cielo no tenían tan malísima suerte como lo pensaba.

Solo un poquito.

-Ania, ¿puedes revisar a los niños? -pregunté en su dirección. Elevó una ceja pero tuvo la decencia de asentir y salir de allí sin decir algo que tensara más la situación. Cuando ella se fue, me crucé de brazos-. Ahora sí, ¿qué pasa?

Traté de hacerme la dura, pero no me salió.

-Necesito tu ayuda, rubia. -Soltó un suspiro. Sus increíbles ojos marrones estaban atormentados-. Sé que tienes amigos aquí adentro y necesito ayuda. -De repente parecía nervioso-. Mira, no tienes por qué hacerlo, pero no estoy aquí por mí. Te pido ayuda como un viejo amigo, nada más. Verónica... no tiene planes de cuidar a Valerie. La pequeña pronto cumple cuatro meses y quieren mandarla a un albergue. Mi padre firmó a la fuerza en los papeles de nacimiento de ella, pero ahora que está en la... que ya no está, y Verónica no la quiere, quiere mandarla a un albergue. Y sé que es muy difícil y complicado adoptar bebés estando sin pareja, pero quiero hacerlo. Necesito agilizar los papeles de adopción. -Terminó de hablar tan rápidamente que necesité varios segundos para procesarlo. Cuando lo hice lo único que sentí fue furia. Por Verónica.

-Mierda. -Esa palabra contenía tanto que Emilio me entendió. Asintió con la cabeza sabiendo precisamente a lo que me refería. Adopción, Verónica víbora, y Valeria (su hija) en un albergue. Demonios, yo no era mala ni nada, pero esperaba que Veronica pagara su condenada en el infierno algún día. Amén. (Cadena de oración aquí para que eso ocurra, por favor)

-¿Tienes amigos, no? -preguntó apresuradamente-. Mi abogado, Sebastián, dice que él no puede hacer nada. No se dedica a ello y para él no es fácil agilizar algo que no está en sus manos...

La obsesión del jefe | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora