El momento post-orgásmico dura muy poco. No podemos olvidar que estamos en la gala benéfica y Emilio es el principal personaje de esta noche. Vamos al baño, la última habitación del gran pasillo y nos aseamos. Salimos de allí minutos después con sonrisas en nuestros rostros que no podemos quitar. Agarrados de la mano volvemos al jardín. Vuelvo a estar decente, con el pelo acomodado correctamente y el maquillaje retocado. Emilio también, a pesar que por el cuello de la camiseta se asoma un chupón que le hice sin querer. Ups. Su padre nos mira con desaprobación mientras nos sentamos en nuestros lugares. Los platos ya han sido retirados y la mayoría de las personas están en la pista de baile divirtiéndose. Por debajo de la mesa Emilio pone una mano en mi muslo y yo aprieto las piernas, recordando lo que pasó en la biblioteca. Trato de disimular mordiendo mi labio inferior y bajando la vista al postre delante de mí, que parece muy apetecible, pero nada como él.
-¿Estás bien, rubia? -Su pregunta me toma por sorpresa.
-Estoy más que bien. -Lo miró y le guiño el ojo. Siento la atenta mirada de las personas en la mesa, ninguno de ellos parece querer participar del baile-. Tu familia no parece contenta.
Él mira con disimulo a sus padres quienes hablan en voz baja.
-No me importan -dice-. Solo tú.
Media hora después el presentador de la noche hace acto de presencia porque ya se acerca el momento del discurso que Emilio dará. Mientras todos lo escuchamos mis ganas de ir al baño ganan. Así que me levanto de mi sitio y me disculpo con Emilio, yendo al baño. No al de la finca, sino al que está situado en el jardín estratégicamente para que las personas no necesiten entrar al gran lugar. Dentro hago mis necesidades y me lavo las manos, cuando salgo choco con la madre de Emilio, quien entra y al verme me sonríe. Trato de ponerle cara y sonreír, pero me es imposible. Paso por su lado pero ella me intercepta.
-Sólo quiero hablar contigo un momento, Tamara. -Su rostro maquillado la hace ver un poco más joven, aunque no quita las visibles patas de gallo que tiene alrededor de los ojos. A pesar que parece una buena mujer, me recuerdo lo mucho que atormentó a su único hijo, bueno, ella y su esposo.
-¿De qué quiere hablar? -pregunto. De pie frente a ella soy más alta debido a mis tacones, pero me siento pequeña bajo su mirada. Su vestido le es asentador y su cabello rubio está en un moño apretado en su cabeza. No hay ni un solo pelo fuera.
-De Emilio y de ti por supuesto. -La media sonrisa que me dedica me desconcierta. Ella realmente parece feliz-. Me da muchísimo gusto que mi hijo te haya encontrado. Por lo poco que me ha contado puedo decir que eres única, y que lo vuelves loco. Hay pocas personas como tú en el mundo, y estoy feliz que estés con él.
Aprieto mis labios antes de hablar. Esto no me lo esperaba para nada.
-¿Usted está de acuerdo con... nosotros juntos? -Frunzo el ceño-. Pero su esposo...
La señora Lepore hace un gesto desdeñoso con la mano y arruga levemente la nariz. Un gesto que he visto hacer a Emilio una vez.
-Mi esposo es un anticuado, cree que estamos en el siglo pasado. Le he dicho miles de veces que no podemos influir en la vida amorosa de nuestro hijo pero a él no le importa, sólo piensa en los negocios. -Extiende una mano y la pone sobre la mía en un gesto de complicidad. Su sonrisa es genuina y contagiosa-. Me gustar ver a mi hijo feliz.
No puedo hacer más que sonreír, porque lo que ha dicho es muy bonito.
-Me alegra saber que quiere ver a su hijo feliz, a diferencia de su marido... -Su sonrisa se tensa. Yo no sé si ella sabe que la ex de Emilio está embarazada, pero no quiero ser la portadora de esa noticia cuando no me corresponde anunciarla-. Disculpe si la traté mal el día que la conocí.
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La obsesión del jefe | ✓
RomanceTamara es la obsesión del jefe. Él no parará hasta hacerla suya. *** Tamara Hudson, Tammy para sus mejores amigos, es despedida de su trabajo por su jefa malvada. Desempleada y con muchas cuentas que afrontar, decide olvidarse de todo lo malo de su...