-¿Quieres bailar? -me pregunta a centímetros de mí. Asiento, y tomo su mano cuando me la tiende. Me hace caminar delante de él hasta llegar a la concurrida pista de baile.
Por unos segundos reconozco la canción de Justin Timberlake que suena a todo volumen. Permito que mi cuerpo se mueva cuando siento el ritmo inundarme, como dije, no soy una bailarina nata, pero disfruto del baile tanto como puedo. Emilio no se queda atrás y me coge de la cintura para pegar nuestros cuerpos. Baila tan bien como yo y eso me hace sonreír. Los acordes, la melodía y la voz rasposa de Justin T. ponen en mí una carga y tensión que reconozco como sensualidad. Trato de balancear mis caderas y mover mi cuerpo al son de Emilio. Juntos nos movemos como si fuéramos un sólo cuerpo, manteniendo el ritmo y baile a uno muy sensual. Cierro mis ojos y brevemente echo mi cabeza atrás, disfrutando de las ansiosas manos de él en mí. Permito que sus manos recorran desde mi cintura hasta los costados para llegar a mi cuello y pasar por mi espalda, para que luego vuelven a bajar hasta el contorno de mi trasero. No me preocupo de la gente, todos en la pista de baile están en lo suyo, disfrutando de la música tanto como Emilio y yo. Mis manos también tienen mente propia, porque lo abrazo por la espalda y bajo mis manos a su trasero, sin importarme nada aprieto sus nalgas durante varios segundos, ganándome un jadeo suyo.
-Sigue así y no me haré responsable de lo que pase, rubia -susurra con voz ronca en mi oído. Finjo sorpresa, abriendo la boca ligeramente pero sin dejar de bailar. En cambio, él se ha detenido, está inmóvil y con el cuerpo rígido contra el mío. Aprovecho para deslizar mis manos por su cuerpo y seguir bailando para él. Me doy la vuelta y mi trasero choca accidentalmente con su dureza. Él sisea-. Mierda, Tamara...
Pego un gritito que se pierde en el ruido de la música cuando me abraza desde atrás quedando mi espalda contra su pecho, y mi trasero contra la dureza en su pantalón. De esa manera nos movemos, al ritmo de otra canción que ha empezado a sonar. Mantengo mi sonrisa y hago lo posible para no dejar de bailar, cada vaivén hace que su agarre en mi cadera se intensifique. Puedo sentir lo ansiosa y excitado que está, pero no hago nada para aliviarlo, todo lo contrario, me meso al ritmo de la canción reprimiendo mis carcajadas por cada inhalación de él que siento en mi oído. Mi vestido es corto, tanto, que se eleva por los movimientos de cadera que hago en el baile, Emilio no lo nota, pero yo sí. No soy exhibicionista, pero justo ahora no me importa que el vestido corto esté subiéndose hasta mis caderas. Total, la pista de baile está abarrotada y cada vez se suman más personas, quedando nosotros en medio de todos los cuerpos que bailan también.
Por un momento siento que estamos bailando, así pegados y provocándonos, pero cuando su mano baja por mi cintura hasta mi pierna, se separa tanto de mí que trastrabillo un momento al no sentir más su pecho en mi espalda. Rápidamente doy la vuelta para ver qué pasa al mismo tiempo que jalo mi vestido hacia abajo, siendo consciente de los pares de ojos que recibo mientras hago esa acción.
Emilio está frente a mí, y se le ve totalmente cabreado, tiene la mandíbula fuertemente apretada. Me está mirando furiosamente y yo no sé qué hecho para ser la que recibe ese gesto.
Intento acercarme pero él lo hace primero, bajando su mano a mi trasero de una forma totalmente contraria a la anterior. Se siente como si marcara territorio ante las personas de alrededor.
-¿Por qué mierda estabas con el vestido hasta la cintura? -gruñe en mi oído. No es necesario que grite, su tono de voz es modulado pero lo escucho perfectamente a pesar del ruido.
Le frunzo el ceño, estamos a centímetros pero siento como si la distancia fuera mucho más.
-Estábamos bailando, se me alzó el vestido -explico riéndome y con breve encogimiento de hombros. Pero cuando su rostro no cambia y sigue molesto, me enderezo y borro mi sonrisa. Esto es mucho más serio, y como no cambia el gesto, mi molesta aumenta. Me está pidiendo tontas explicaciones-. En primer lugar no tienes derecho a hablarme así. ¿Quién mierda te crees para hablarme de esa forma?
ESTÁS LEYENDO
La obsesión del jefe | ✓
RomanceTamara es la obsesión del jefe. Él no parará hasta hacerla suya. *** Tamara Hudson, Tammy para sus mejores amigos, es despedida de su trabajo por su jefa malvada. Desempleada y con muchas cuentas que afrontar, decide olvidarse de todo lo malo de su...