Siento cómo su voz ronca y seductora se desliza suavemente por mis oídos, acariciándome con su encanto irresistible. Es un timbre que me enloquece, que despierta una excitación en lo más profundo de mi ser. Cada vez que escucho esa voz, una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral, dejándome sin aliento.
Me gusta oír su voz ronca, porque tiene el poder de hacerme estremecer de placer. Es como un eco sensual que reverbera en cada parte de mi cuerpo, intensificando la conexión entre nosotros. Cada palabra que pronuncia se impregna con esa cualidad ronca, envolviéndome en una nube de deseo y satisfacción.
Cuando su voz acaricia mis oídos, puedo sentir el calor que emana de cada susurro, el deseo contenido que se desborda en cada entonación. Es como si cada palabra pronunciada llevara consigo una promesa de pasión, despertando mis instintos más salvajes y empujándome hacia un abismo de placer sin límites.
Su voz es como una caricia áspera pero placentera que deja una huella imborrable en mi mente y en mi cuerpo. Es una invitación irresistible a entregarme a la intensidad del momento.
Cada vez que escucho su voz ronca, el pulso de mi corazón se acelera y mis sentidos se agudizan. Me sumerjo en un estado de éxtasis auditivo, donde sus palabras se convierten en una melodía erótica que acaricia mi alma. Es un placer exquisito que me transporta a un lugar donde solo existimos él y yo, en un baile apasionado donde nuestras voces se entrelazan y se funden en un deleite sin igual.
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