19. HACERLO BIEN

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SAMARA REYES

Cuando era una niña disfrutaba de correr y brincar por todas partes, tenía una energía inigualable, incluso más que la de mi hermano y eso que también era todo un caso. Un día termine por agotar por completo la paciencia de mis padres así que decidieron llevarme a una práctica de mi hermana y saber si yo encajaría en el mundo de la gimnasia.

La mejor decisión que pudieron haber tomado.

Fue impresionante ver a todas las niñas con tanta energía como yo correr, brincar y de una manera más segura que yo en casa.

Cuando mamá me dijo dónde estaba mi hermana y logré visualizarla no podía creer lo que miraba, quedé encantada por sus movimientos, estaba más que impresionada con su flexibilidad. Los halagos de la entrenadora hacia ella lograron motivarla al igual que un grupo de niñas que estaban igual de impresionadas que yo. Desde ese momento decidí que yo quería ser como mi hermana, la admiración de mis compañeras y mi hermana Dariana.

Ver a los niños corriendo me levantaron ese sentimiento de nostalgia, el querer volver a ser una niña y no tener las preocupaciones de ahora, antes de ser capaz de enamorarme, cuando lo que sentía por los hombres o más bien niños era asco, cuando mi felicidad no dependía si el que me gustara me saludara o no y sobre todo cuando mí mayor problema era que no me saliera algún movimiento. En ocasiones tan solo quisiera volver a ser solo una niña.

—Me gusta como miras a estos niños —Gris me regresa al mundo con esas palabras —. Y a Dylan, de mis niños más grandes.

—Como no mirarlos así si son encantadores, y respecto a Dylan no le mentiré, me sorprendió —confieso —. No me di la oportunidad de conocerlo y ahora que comienzo a hacerlo me di cuenta de muchas cosas.

—Ese niño es muy difícil de conocer por completo, siempre tiene algo nuevo por mostrar —sonrió ante el hecho de que lo llame niño.

La definición que da sobre Dylan me parece muy acertada, nunca sabes lo que pueda salir de su boca o sus acciones.

—Eso lo puedo confirmar.

—¡Goooool! —ambas miramos hacia la cancha donde Dylan se encuentra cargando a un niño de unos siete u ocho años mientras todo su equipo gritan de felicidad.

—Eso es trampa. —Acusa uno de los niños del otro equipo —. Dylan es bueno jugando fútbol en cambio a nosotros nos pusieron con Dreck.

—La verdad, me siento atacado por ese comentario. —Me gustaría decir que aquel hombre dramatiza ante el comentario del niño pero en realidad parece herido.

Bien dicen que un niño y un borracho siempre dicen la verdad, parece que Dreck se tomó muy en serio el comentario.

—Ni modo, la suerte estuvo de nuestro lado y por eso nos tocó con Dylan suerte para la próxima —argumenta otro niño esté un poco más grande de unos once años.

Miro hacia Gris la cual está atenta a cualquier acción proveniente de los niños. Dylan mira a nuestra dirección y corre hacia nosotras.

—Creo que esto puede terminar mal —admito.

—Yo estoy segura de eso, los conozco muy bien para no estarlo.

—¡Chicos! Yo ya no juego, Dreck creo que la mejor decisión es que tú tampoco, para que así sea más justo —unos cuantos festejan por la decisión de Dylan mientras que la otra mitad se quejan sin parar.

Es fácil darse cuenta quien es de cada equipo con esas reacciones.

—Yo seré el árbitro —decide Dreck.

Un Lindo GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora