20. EL ACUERDO

60 8 0
                                    

SAMARA REYES

Mi corazón sigue latiendo con rapidez a pesar de haber pasado horas de aquel momento, el nerviosismo, felicidad y miedo aún son sentimientos que tengo y parece que no soy la única ya que mientras miro como Dylan se despide de todos con un fuerte abrazo y promete que vendrá la semana entrante no puede evitar mirarme cada dos segundos. No soy la única que se da cuenta de ese pequeño detalle ya que Andrea se acerca a mí con una sonrisa pícara.

—Pones nervioso a mi hermano —su sonrisa crece ante lo que dice después —. Pero cómo no estarlo con el tremendo beso que se dieron.

Siento como si me aventaran una cubeta de agua helada ante semejantes palabras, si alguien nos hubiera seguido nos daríamos cuenta muy rápido por lo cual la miro aturdida.

—Supongo que acerté, no fue difícil darnos cuenta después de que llegaron medios serios con los labios hinchados y las mejillas sonrojadas —explica.

—No sé qué decir al respecto.

—No digas nada, no es mucho de mí incumbencia con quienes se besan mis hermanos, pero te pido que le tengas paciencia porque en ratitos es muy lento para actuar.

—Dímelo a mí, pero no tengo por qué quejarme, estoy igual.

—¿Hace cuánto se conocen?

—Entre nueve y diez años.

—Y tengo la ligera sospecha de que apenas comenzaron a llevarse.

Y yo tengo la sospecha de que no se refiere a una amistad.

—Si —termino por decir.

—Es hora de irnos jolie, parece que va a llover —su tono carga con preocupación. Soy consciente de que no es por él.

—Claro —miro a todos y a pesar de ya haberme despedido lo vuelvo a hacer —. Un gusto conocerlos espero volver pronto.

—Eres bienvenida en todo momento —asegura Gris.

—Gracias.

Ambos caminamos hasta el carro de Dylan a paso lento, pareciera que no nos queremos ir de aquí, y en parte así es.

De camino a casa él silencio abunda, no me incomoda estar junto a él pero el recordar aquel beso provoca que las mariposas revoloteen sin parar.

Por cada kilómetro que avanzamos las nubes se van haciendo más negras, procuro no poner atención en eso ya que me pone los pelos de punta y él es consciente de eso ya que a pesar de que lo hace con el mayor disimulo en más de una ocasión me percato de su mirada llena de preocupación.

—Estoy bien Dylan.

—No digo lo contrario.

—Tu mirada si —la comisura de sus labios se curva un poco hacia arriba mostrando una sonrisa débil.

—Bien, te diste cuenta es solo que sé que no te gusta mucho este clima cuando vas en carretera.

—Mira el lado bueno, cuando llegue a casa seré la más feliz con este clima —intento parecer tranquila.

Eso funciona hasta que un trueno retumba por todos lados, creo que si no tuviera el cinturón de seguridad hubiera salido disparada del carro por el susto. Como cereza del pastel vemos como las gotas de agua comienzan a chocar en el parabrisas, al principio son muy pocas pero conforme pasan los segundos estas se van intensificando al igual que mis nervios.

En más de una ocasión vemos cómo los relámpagos iluminan el cielo que cada vez está más oscuro provocando que me aferré al asiento, las curvas se van haciendo cada vez más frecuentes y aunque no tengo problema con ellas son una mala combinación con la lluvia.

Un Lindo GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora