09. CONFESIONES VERGONZOSAS

90 10 2
                                    

SAMARA REYES

Siento como mis ojos comienzan a cerrarse. Siempre he tenido la costumbre de quedarme dormida cuando voy en un carro en movimiento, la verdad me gusta esa sensación aunque no es bueno cuando voy en el mismo carro que Dylan.

—Jolie no te duermas ya vamos a llegar.

—No me siento bien. —Dudo un poco en decir lo siguiente —. Siento que voy a vomitar —él frena en seco causando que me agarre del sillón como si mi vida dependiera de eso.

—¿Quieres bajarte para que vomites? —pregunta mientras se desabrocha el cinturón para bajar del carro sin siquiera esperar a que le responda. De cualquier forma ni podría.

Al llegar a mi lado, abre la puerta para después ponerse en cuclillas y desabrochar el cinturón de seguridad con el mayor cuidado posible, incluso veo la duda en el momento que su mano toca por un segundo mi abdomen.

—Dylan —él me mira confundido al escuchar mi voz temblar —. Rápido —le ordeno al sentir que la primera arcada se acerca.

—Voy —en un rápido movimiento lo desabrocha y yo lo aviento para salir rápido del carro. He hecho el ridículo en varias ocasiones pero vomitar Fletcher me genera más vergüenza qué otras cosas que he hecho.

Sostengo mi cabello con una mano mientras intento sacar todo lo que llevo dentro pero no puedo, solo son las arcadas y un dolor de cabeza horrible.

—¿Está todo bien?

—Eso creo. —Un silencio nos inunda por completo por unos segundos —. Llévame a casa por favor.

Me giro para regresar al carro pero antes de que eso suceda una arcada hace que vuelva donde estaba pero esta logra sacar un poco de lo que comí horas atrás, Dylan soba mi espalda y sujeta mi cabellos mientras espera pacientemente que termine de vomitar.

Al terminar me toma del brazo para ayudarme a levantarme ya que estaba de cuclillas. Recuesto mi cabeza en la ventana y cierro los ojos esperando que eso disminuya el dolor después de que Dylan me llevara al carro y abrochara el cinturón como si fuera una niña chiquita, aunque no hice nada para evitarlo.

Minutos más tarde Dylan estaciona el carro frente a mi casa y no me sorprendo al ver la luz de la cocina encendida pero mi acompañante no parece estar igual de tranquilo que yo al notarlo.

—¿Cómo sabes que yo sé quién está en mi casa?

—Si no fuera así, te aseguró que estarías de todo menos tranquila.

No me siento con ánimos de molestarlo por lo que decido contestarle rápido, así podré irme a mi cama y descansar.

—Es Cam, ella siempre tiene una llave de repuesto, ya sea porque yo olvide la mía o porque me da flojera bajar cuando no hay nadie en casa.

—¿Entonces puede entrar y salir cuando quiera de tu casa?

—Así es.

—¡Sam! —pego un brinco al escuchar a mi amiga gritar parada en la puerta principal.

—Está loca —suelta Dylan.

—Si no lo estuviera no sería mi amiga, es un pequeño requisito para tener mi amistad. —Él forma una pequeña sonrisa —. Por eso tú no lo eres, tú normalidad me aburre —miento.

—¿Soy normal?

—Eres aburrido Dylan —le aseguro y a él parece importarle muy poco mi opinión.

Básicamente miento porque algo que jamás tendrá Dylan es ser aburrido, a veces dice y hace tantas estupideces como para no poder considerarlo aburrido.

Un Lindo GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora