26. MALDITAMENTE HERMOSA

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SAMARA REYES

Todas las miradas están sobre mí y yo no podría sentirme más avergonzada. Gris está completamente roja y no estoy segura si es de la vergüenza, por el dolor o porque está enojada, limpia un poco su ropa con sus manos mientras se gira lentamente sin decir nada. Creo que no volveré a pisar este lugar nunca más.

—Límpiate con esto linda —ordena Alondra mientras me extiende una servilleta pero ella no me mira, su vista está fija en Dylan el cual está completamente rojo de tanto reírse.

Mientras limpio mi ropa recuerdos de cómo caí frente a todos pasan por mi cabeza. Gris intentó atraparme pero solo logró tirar un plato de sopa caliente en nuestros cuerpos, estoy bien cubierta por ende solo siento la ropa un tanto caliente pero ella llevaba una falda larga que se levantó por la caída y ahí terminó gran parte de la sopa.

Dylan y Alondra se apresuraron a ayudarnos pero aun así supongo que ella se quemó un poco.

—Gracias.

—Dylan puedes dejar de reírte por favor —le suplica Alondra.

—Pero si ya no me estoy riendo —es verdad, ya no se está riendo pero está utilizando toda su fuerza de voluntad para no soltar otra carcajada y eso me frustra un poco.

—Madura Fletcher —mi voz sale más tosca de lo normal, como si lo hubiera dicho hace unos meses y él no tarda en notarlo.

Tan rápido como su cabeza procesa lo que está pasando conmigo la diversión desaparece de su rostro y su ceño comienza a fruncirse. Mira a nuestro alrededor para terminar dándose cuenta que como bien ya dije todos están mirándome, tengo la atención de todos pero no por bien.

—Alondra, ¿le podrías prestar una blusa que tenga menos sopa por favor? —ella asiente efusivamente mientras toma mi mano para sacarme de ahí. Bien, ahora nadie me mira.

Creo que tendré que pedirle una disculpa a Oliv por su blusa, no sé si seré capaz de quitarle todas estas manchas.

Conforme nos acercamos a su habitación puedo escuchar un bebé llorando haciéndome recordar que ella es una de las encargadas de cuidar a los niños que aún ocupan pañales.

—Andrea que bueno que llegas —una chica morena de no más de veinte años se acerca a Andrea apresuradamente para entregarle a una bebé ­—. Ángela no deja de llorar, hice de todo pero no para y siento que nota mi estrés porque solo empeora.

—No te preocupes Manuela, yo me encargo —esta parece relajarse al instante.

Manuela mira atentamente a Ángela, al parecer a la chica le gustan los niños pero a ellos no les gusta ella.

—Oye Manu ella es mi amiga Samara, Sam ella es Manuela viene de vez en cuando para ayudarnos con los niños ya que es de un pueblo cercano.

—Un gusto —decimos en unción.

Alondra me dice dónde buscar una blusa mientras arrulla a la bebé mientras que Manuela intenta darle de comer a otro confirmando mi teoría de que los niños no se le dan muy bien. Miro las blusas fijamente y siento mi cuerpo un tanto sucio.

—¿Crees que pueda bañarme? Siento el cuerpo pegajoso.

Minutos después me encuentro completamente limpia y cambiada. Alondra me dio ropa interior nueva que le pagaré luego y me presto ropa. Lo único que estoy reutilizando es mi sostén ya que ella tiene mucho más busto que yo.

Al salir del baño me encuentro a Manuela recogiendo sus cosas apresuradamente.

—¿Todo bien?

—Sí, solo que Gael me está esperando —la miro un tanto confundida.

Un Lindo GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora