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El sol interrumpió el rostro de Kaori haciendo abrir de a poco sus ojos. Sintió un peso a su lado y sonrió enternecida. Sintió un poco de frío y se miró por debajo de las sábanas. Su cuerpo estaba completamente desnudo. Desvío su mirada al lado izquierdo y divisó una espalda muy formada y un trasero muy lindo.

-¿Te gusta lo que ves? -bromeó Nanami dando la vuelta para mirarle.

-¿Ah? -se sonrojó ella a más no poder mirando hacía otra parte- no estaba mirandote el trasero, lo juro -musitó nerviosa.

-Yo no he dicho mi trasero -rió haciendo poner más roja a la contraria.

-B-bien, si, estaba mirando¿Qué pasa con eso? -le miró enarqueando una ceja- ¿No puedo mirarte?

-Mmmmh -se hizo el pensativo por unos segundos- si, pero yo también quiero mirarte -se le acercó y se acostó en su pecho- quiero mirar de nuevo cada parte de ti que me fascina -sonrió dejando un hilo de besos por su pecho.

-N-Nanami -Kaori se sonrojó y llevó sus manos hasta la cabellera rubia.

-¿Te sonrojas y anoches gritabas mi nombre? -le miró enarqueando una ceja.

-¡H-hey! -dejó un pequeño golpe en su hombro- eso es diferente

Kento carcajeó y se colocó encima suyo.

-Kaori, me encantas en todas las formas que puede encantarme una mujer. Te amo, te deseo, quiero tenerte junto a mi -miró sus ojos con cierto brillo en ellos.

Kaori no supo que responder, aquello le había tomado por sorpresa. Estaba buscando las palabras correctas, hasta que el timbre sonó. Ella suspiró y Kento le miró divertido.

-No te has librado aún he -se levantó y se vistió para luego ir a atender.

Nanami atendió y la pelirroja se vistió rápidamente para ir ya que escuchaba gritos, pero frenó al ver quien era.

-Vete de mi puerta si no quieres que te parta la cara -amenazó Kento más que furioso.

-Dime Nanami -musitó burlón el peliceleste- ¿Le has dicho de tu obsesión? -rió burlesco- dime ¿Le has contado de tus terapias a causa de ella?

-Callate -musitó Nanami empujandolo- vete o te golpeare hasta que te calles

Kaori miró y estaba atónita sin poder asimilar lo que sucedía.

-Oh, Hola mis ojitos de miel -saludó Mahito alegre- ¿Cómo estás? Supongo que bien ya que le has dicho a tus hermanos -le miró cínico.

-Dejala en paz -le golpeó Nanami la cara haciendo que este cayera al suelo.

-N-Nanami, d-dejalo -le tomó la mano- ven -lo entró hacía dentro.

Mahito se levantó y sonrió.

-No andes sola muñeca -advirtió y se fue dejando al par.

-Tranquila -le abrazó Nanami en sus brazos.

Ambos entraron y cerraron la puerta.

-¿A qué se refería, Nanami? -preguntó tratando de olvidar que vió a Mahito.

-No es nada -musitó un poco incómodo- no le hagas caso ¿Si?

-Nanami, me has dicho que quieres tenerme, pero sin confianza no funcionará -tomó su mano- no te juzgaré ¿Está bien?

-Lo sé, es difícil, pero no puedo decirtelo, no ahora al menos -susurró abrazandole.

-Bien, cuando estés listo -sonrió acariciando su cabello- ven, vamos a recostarnos, hace un poco de frío aún

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