𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 ⭑ 𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍𝐏𝐋𝐀𝐘

- 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 𝟏: Futuro

— Lo están lavando. Le pondrán ropa y luego lo llevarán al cuarto. — Le contó Reborn al pelinegro, del otro lado de la línea.

Caminó unos pasos por el pasillo, para luego voltear y caminar en sentido contrario.

No se alejó más de unos metros de la puerta de la habitación, donde su pareja todavía estaba bajo los efectos de la anestesia.

Los partos naturales para los Omegas hombres solían presentar bastantes complicaciones.

Por lo que siempre eran enviados a cesárea, y Auron seguía durmiendo luego de la operación.

— Ajám. — Escuchó decir al chico, luego creyó escuchar insultos. — Estamos preparando las cosas para ir Italia. Así que, pásame la dirección correcta, Reborn.

— ¿Tanto desconfías de mí, Lolito?.

— No puedo confiar en alguien que me dijo que la cesárea era el veinte a las cuatro, cuando resultó ser el cuatro a las veinte.

Reborn se quedó en silencio unos segundos.

— Te veo pronto, padrino. — Dijo, en vez de seguir la conversación, y cortó sin escuchar la despedida del pelinegro.

Le mandó la dirección por mensaje, antes de guardar el celular en su bolsillo.

Volvió a entrar a la habitación, donde Auron comenzaba a removerse en la cama.

La anestesia seguía haciendo su efecto, haciéndole sentir pesado y adormilado.

Abrió un poco los ojos para ver a Reborn, dedicándole una leve sonrisa.

Su Alfa se acercó a él, sentándose junto a la camilla.

Tomó su mano, sonriéndole y transmitiéndole toda su emoción gracias al lazo.

— ¿Cómo te sientes?. — Preguntó.

Auron suspiró pesadamente.

— Me... Duele el estómago. — Se quejó. — Siento que bajé como la mitad de mi peso. — Vio hacia su abdomen, evidentemente diferente hacia unas horas atrás.

Llevó una mano hacia el, pero hizo una mueca cuando tocó los puntos.

Reborn se apresuró a tomar ambas manos, sosteniéndolas con firmeza.

Era sumamente común que la anestesia dejara algo atontados a los pacientes, pero la expresión confundida de Auron le daba ternura.

— Estás nervioso. — Declaró Reborn, luego de un momento en silencio.

Auron solo asintió.

Reborn dejó besos cortos por las pequeñas y regordetas manos de su Omega, hasta que vio su sonrisa asomarse.

— Estoy a tu lado, no te preocupes.

Auron asintió, aunque las palabras no lo calmaron mucho porque Reborn siguió sintiendo el torbellino de emociones que perturbaban a su pareja.

Alegría, miedo, nervios.

El Omega no podía estar tranquilo.

Cuando la enfermera llegó, tirando del carrito-cuna donde estaba su querido cachorro, sus corazones se aceleraron.

Reborn se acercó a ella, quien detuvo el carrito para que él pudiera tomar a su cachorro.

Mirando al niño, vestido de simple blanco, lo tomó en brazos delicadamente.

Tenía una extraña sensación de que podía romperse con lo mínimo.

Era muy pequeño, liviano, y muy hermoso. Con las mejillas gorditas y unos pequeños ojos oscuros que lo miraban con curiosidad.