- 𝟎𝟑. Golden Boy

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El muchacho pelinegro se miraba en su reflejo. Con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Raúl Álvarez, el Omega del momento.

Ya que contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, el chico era un cambiaformas.

Cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia del Omega buscaban al mejor Alfa para su hijo, del linaje más puro posible. Con la esperanza de que al tener hijos, estos nacieran con los mejores genes.

Incluido el don de transformarse en un adorable lobo a voluntad, tal como ese tal Raúl Álvarez podía hacer.

Y él era uno de los candidatos principales.

Familia de magnates, heredero de una fortuna, hijo único y perfecto, apodado el Golden Boy por todas sus cualidades.

Pero a Iván Buhajeruk le importaba tres pepinos qué tan fabuloso pintaran a ese omega.

Porque ese desconocido no era quien él quería
para su compromiso.

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante. Se acomodó el pelo hasta quedar perfecto, y se colocó una sonrisa rompecorazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver al chico de pelo castaño oscuro parado en el umbral de la puerta. El Beta lo miraba con súplica.

Había discutido con Juan en cuanto se enteró que le presentarían a un Omega. El Beta le exigió que se revelara contra sus padres, ya que él no quería ese arreglo.

Ya lo habían discutido muchas veces, ya que ambos debían tener que mantener su relación en secreto.

La familia Buhajeruk no dejaría que su linaje se perdiera si el último descendiente elegía a un Beta.

Su familia no funcionaba así, ellos eran Alfas y Omegas, no había lugar para Juan.

Para el mundo, eran amigos, pero a solas ellos eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Iván se destrozaba cada vez, un poco más.

No habían hablado desde hacía unos días, cuando la señora Buhajeruk había aparecido en la casa de su hijo para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que se cruzaban, Juan tenía esa misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.

Iván suspiró, acercándose a Juan con paso tranquilo hasta quedar a unos centímetros del rostro del castaño.

— Por favor, no sigamos así... — Pidió el pelinegro, mirando a los ojos del Beta, aunque él tenía la vista en el suelo.

Juan no contestó, e Iván se desesperó un poco, tomando el rostro del menor.

— Juan, miráme. — Exigió, pero no tuvo respuesta.

Apretando los dientes con fuerza, sintió sus caninos
siendo apretados y su voz salió de lo más profundo de su pecho. — Juan, miráme.

El castaño reaccionó automáticamente con la voz de Alfa de Iván, y el pelinegro sintió cómo un balde de agua fría caía sobre él al ver los ojos del Beta a punto de estallar en lágrimas.

Apoyando su frente en la de Juan, suspiró para calmarse.

El Beta sintió un cosquilleo cuando el aliento de Iván chocó contra sus labios.

𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀  ⭑  𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍𝐏𝐋𝐀𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora