Capítulo 13: Poder contra Habilidad

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Un día después del entrenamiento de Krieg y Fox, Hyrik reunió a todos de nuevo para el siguiente enfrentamiento. A excepción del vigilante y la Reisg, los demás asistieron para presenciar cómo Castel y Himeya utilizarían sus amuletos.

Con ambos en la sala de entrenamientos, y con un grupo de paramédicos listos para asistirlos al terminar, Hyrik les ordenó que empezaran. Himeya entonces se colocó el collar de Amon, ya que no lo usaba para dormir, lo mismo con Castel y los aretes de Hathor.

—Tengan cuidado y concéntrense niños, esto no sucede todos los días —les dijo Samir. Aunque el rubio se dio por aludido.

—Empieza tú —comentó el joven soldado.

Castel asintió y creó una pequeña burbuja en su mano. Él no se sentía diferente, tampoco su apariencia había cambiado como la de Krieg. Como lo había pensado, darle un amuleto de creación de escudos a un omega-humano que ya tiene esa habilidad, era inútil.

Nada parecía haber cambiado, pensó Himeya con cierta decepción. Sin embargo, algo captó su atención: la burbuja que sostenía en su mano había cambiado de color, pasando de un suave tono celeste a un vibrante dorado. El hecho sorprendió no solo a Himeya, sino también al resto del grupo, aunque para el rizado no resultaba tan impresionante.

—¿Eso es todo? ¿Solo cambian de color? —exclamó con una mueca, apretando con fuerza la burbuja y haciéndola estallar sin dificultad—. ¿Y el tuyo, Himeya? —se dirigió al chico de cabello castaño, quien permanecía inmóvil en su lugar.

—Está bien... —respondió Himeya tras soltar un suspiro, que comenzó como un leve susurro pero se transformó en una fuerte ráfaga que envió a Castel volando varios metros, aunque este último logró detener la caída con uno de sus escudos, luciendo su cabello completamente despeinado.

—¡Podrías avisar antes de hacer algo así! —protestó el rubio, intentando acomodarse el cabello.

—Ya no seré tan amable como antes, ¿entiendes? —respondió Himeya. Luego, su mirada se dirigió hacia la sala de control, tratando de comprender lo que acababa de suceder.

—Está bien. Al parecer has generado un cambio drástico en la presión del ambiente —explicó Hyrik, quien vigilaba atentamente todos los detalles desde la sala de control.

—Ya entiendo —comentó el chico, sintiéndose más seguro al comprender el verdadero poder del amuleto. Luego se dirigió a Castel—. ¿Estás listo? —Ahora se sentía más confiado. Sin embargo, su compañero asintió, aunque no había comprendido del todo la explicación de Hyrik. Castel se puso en posición defensiva, sabiendo que finalmente enfrentarían a Himeya utilizando sus habilidades sobrenaturales en lugar del combate cuerpo a cuerpo al que estaban acostumbrados.

Entonces, el muchacho de cabello castaño atacó, pero lo hizo de una manera inusual. Simplemente levantó la mano, manteniendo todo su cuerpo relajado. Esa nueva técnica de combate llamó la atención de Samir, ya que no era el estilo de pelea al que el joven soldado estaba acostumbrado. Cuando Himeya levantó la mano, se generó una poderosa ráfaga que se dirigió directamente hacia Castel. Aunque apenas sintió una leve brisa, el rubio creó su escudo habitual en forma de esfera. Sin embargo, sus oídos comenzaron a resonar a medida que la ráfaga se acercaba, a pesar de que el escudo lo rodeaba por completo.

—No puede ser... —susurró Castel justo antes de ser golpeado por la intensa ráfaga de viento. Su cuerpo chocó con fuerza contra su propio escudo, el cual se quebró completamente.

Debido al impacto, el rubio terminó arrodillado, tosiendo mientras luchaba por recuperar el aliento perdido. Un silencio sepulcral se apoderó del lugar, intensificando la tensión en el ambiente.

Iniciativa Caídos 2: Tierra De Dioses™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora