Capítulo 14: Voluntad de Hierro

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Luego de hacerse con el tercer amuleto, él sepultó el lugar completamente con las arenas, dándole un entierro a esos hombres que no lo merecían realmente. Sin embargo logró extraer un poco de información de los cuerpos y sin necesidad de usar el amuleto de Thot. Se tomó la libertad de revisar un mapa que ellos habían traído, viendo que las coordenadas de ese lugar estaba marcado.

—Ya están buscando el resto de los amuletos —se dijo a sí mismo.

Alezie se desplazaba rápidamente en aquella plataforma de arena que controlaba, su idea había sido volver antes de que amaneciera, pero debido al "problema " con el que se había encontrado ya no podría lograrlo. En cuanto llegó a su destino pudo ver como Marin y Piere ya estaban despiertos y esperándolo.

—Oye, ¿dónde estabas? Nos preocupaste —le reclamó su compañero mientras bajaba de la casa rodante—. ¿Qué es eso? —preguntó al ver su nuevo cinturón, aunque no tardó en deducir de qué se trataba—, ¿Encontraste otro de los amuletos?

—Sí, este es el de Sejmeth —respondió simplemente el pelirrojo mientras se disponía a entrar al vehículo, aunque Piere se puso en su camino.

—¿Por qué no nos avisaste? Podríamos haberte acompañado —comentó Marin uniéndose a la conversación.

—Era tarde, no quería molestarlos —respondió Alezie, aunque sonaba más como una excusa que una razón lógica.

—Podríamos haber ido por la mañana —replicó Piere—, luego del último incidente no nos conviene separarnos, podría haberte pasado algo.

—No tienen que preocuparse por mí —contestó el arqueólogo.

—Pero lo hacemos —dijo la hevenziana.

—No puedo perder el tiempo, debo ir por ellos antes de que otro lo haga.

—Hasta donde sabemos solo nosotros tenemos la oportunidad de encontrarlos gracias a la reliquia de Toth —respondió el fotógrafo.

—No podemos estar seguros de eso —murmuró Alezie entre dientes. En ese momento Piere notó los agujeros en la ropa de su amigo.

—¿Qué te pasó?

—No es nada, estoy bien —el usuario de los amuletos intentó abrirse paso pero su compañero lo tomó del brazo.

—No, no estas bien —indicó este—, desde que empezamos a encontrar esas cosas has estado actuando de manera errática, se supone que tu que eres el arqueólogo experto. Pero te estás comenzando a comportar como un saqueador de tumbas.

—Ya te explique porque no podemos seguir el protocolo en este momento —respondió Alezie intentando reprimir su enojo—, lo que está en juego es demasiado grande.

—¡Lo sé, y por eso pienso que es mejor pedir ayuda de las autoridades! —exclamó Piere—. Alezie reacciona, somos un fotógrafo, un arqueólogo y una asistente, esto nos supera.

—No, a mi no —contestó el pelirrojo seriamente—. No importa cuantas veces te lo diga, jamás entenderás que ellos no serán conscientes de lo que esto conlleva, y mucho menos serán capaces de usarlos como corresponde —con cada palabra alzaba la voz haciendo aún más acalorada la discusión.

—Oh, ¿Y tú sí? —replicó Piere sarcásticamente—. No se trata solo de que los Caídos están tras nosotros, sino que estos artefactos son algo totalmente desconocido para el hombre, no eres un Dios Alezie.

—Tal vez aún no lo sea —esa respuesta dejó al fotógrafo con una enorme confusión.

—Definitivamente estás perdiendo la cabeza —estas últimas palabras ya no eran con ira, sino con decepción.

Iniciativa Caídos 2: Tierra De Dioses™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora