8*Mini Alfa*

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No podía para de sonreír, cerraba los ojos y la hermosa sonrisa de su omega afloraba en su mente, porque era suyo, así este no lo supiera, Jimin ya era parte de la vida de Suga, mismo que luchaba día con día para no estar pegado en la cocina mirándolo, detallando cada curva que el uniforme de lavaplatos dejaba a la vista.

-Jimin- susurro, soltando el lápiz y dejándose caer en su silla, 32 años y jamás había sentido por alguien lo que sentía por ese joven, soltó el aire y se levantó, no podía negarle ese gusto a su lobo, mismo que gruñía por ver al omega, oler ese rico perfume a primavera, y tal vez con suerte oír el coro de ángeles que era para él la risa de Jimin.

Llegó como cada día, a los 2 en punto, cuando era el horario de descanso del menor, mismo que iba a la guardería a ver su cachorro, ese niño que de poco se metía en su vida, se había acercado a él, y el pequeño si bien al principio se mostró algo arisco, con el pasar de los días, acepto la amistad del señor gato, apodo que le había dado a Yoongi.

Una semana había pasado de esa escueta charla en la oficina de Suga y ya no se imaginaban sin los dos menores, en su vida.

-Llegaste-

-Si, estaba dejando a Kook en el aeropuerto-

-¿Definitivamente te mudarás a Seúl?- asintió.

-No vale la pena regresas menos si él está aquí- su casa matriz estaba en Daegu, tenía una tienda de instrumentos exclusiva, la música siempre fue su pasión- abriré una sucursal aquí, en Seúl-

Se llevaban mejor, pero aún quedaban momentos en los que ya no sabían qué más decir.

Suga miró su reloj y seguido a su hermano, qué feliz asintió, era la hora de ir a ver sus menores, caminaron en silencio hasta llegar a la parte trasera, esa que guardaba a los pequeños, se acercaron y miraron dentro notando que Agust, y Jimin no estaban.

-Salieron un momento- habló Ruki tras su espalda- el pequeño no se sentía muy bien y Jimin lo saco afuera un momento-

-Enfermo?-

-Digamos que este lugar si bien se agradece no es muy acogedor para un niño- los mayores miraron dentro y sí, no había ventanas y las paredes eran de color gris, había algunos juguetes, que los mismos niños traían y con suerte algunas sillas para que se sentaran-si me permiten dar mi opinión, a esto le falta algo de vida, ya saben la mano de un omega-

Miraron al rubio, y luego que este se fuera, volvieron a mirar, ni a ellos como adultos se les hace cómodo el lugar.

Estaban bajo la sombra de aquel árbol, comiendo un poco de helado, ese rico postre frío que Agust había empezado a amar.

-Más lento o te dolerá el cerebro-

-Es que está muy rico papi- haciendo énfasis en la palabra "rico"

-Lo sé, pero si comes mucho te puede doler la panza- desde que habían llegado a casa de Prem había probado cosas que el pequeño en su vida imagino, haciendo que no solo subiera algo de peso, sino que se volviera algo goloso.

-Ok, papi comere más despacio, pero si se me derrite será tu culpa - y claro está también algo manipulador.

Jimin soltó la cargada, sin saber que cerca de ellos, dos personas soltaron el suspiro al oírlo, aunque como siempre sus aromas delataban su presencia, haciendo al menor buscarlos, para después volverse tan tímido ante ellos.

-Hola- dijo Suga llamando la atención del mini alfa, que sonrió feliz al ver a su amigo, el señor gato y claro, también al hermano del señor gato.

-Hola joven Min, señor - Jimin se levantó y mostró respeto gesto que Agust imito.

.Mi Acróstico.⛭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora