Unos días después de que la guerra llegara a su fin, las personas por fin podían descansar y tener ese espacio de tranquilidad que desprendía antes de estallar la guerra.
En un hospital.
Aunque sus heridas y fracturas apenaz se estén curando, sus sentimientos seguían inestables. Izumi paasaba su tiempo en el hospital mirando el techo y sus heridas, muchos de sus compañeros se encontraban en este hospital por su pelea en contra de los villanos.
Suspiró en señal de pesadez, usando las pocas fuerzas que podía demostrar se bajó de la camilla y caminó en dirección hacia una habitación en particular. En la recámara de encontraba una chica ze cabello castaño vistiendo una bata de hospital.
—Oh, Deku-chan. Que bueno verte —expresó con un tono jovial mostrando una sonrisa.
—Lo mismo te digo —contestó con una voz alegre y amistosa—. Y dime, ¿Cómo se encuentran tu herida? —preguntó al mismo tiempo que se sentaba en una silla al lado de Ochako.
-Oh, esto -respondió Ochako mostrando una venda en su estómago-. Los doctorese dijeron que no tocó algún órgano importante, tuve suerte.
-Me alegra escuchar eso, y perdona por lo de... Toga...
Ochako quedó callada unos instantes para ver el cielo por la ventana.
-No tienes que disculparte. Era algo que se merecía ella misma. Me pregunto si podía sanarla, pero creo que me equivoqué.
—Entiendo...
Ochako dejó de mirar la ventana para observar la cara de su mejor amiga.
—Lamento lo de Monoma, no esperaba que muriera... —Dejó de mirar a su amiga para dirigir su vista hacia las sábanas y apretarlas muy fuerte con sus manos—. No lo esperaba...
—Sí... Murió en mis manos sin que yo pudiese hacer nada... Soy una inútil —Se culpaba a ella misma por su incompetencia.
Ochako se lamentaba por este suceso, pero no podía hacer nada, el dio su vida para que Sam y Shigaraki dejaran de existir. Izumi tapó su rostro con sus manos, parecía que estaba por quebrarse al recordar la dolorosa y fatídica muerte de Neito.
Ochako dirigió sus manos con las de Izumi, apartó estas mismas para que la vea al rostro.
—No tienes que estar triste, era algo inevitable. Neito nos lo dijo antes de ir a la guerra. Era casi imposible de poder detener a Sam, su quirks estaba diseñado para neutralizarnos y con el poder del kaiju no estábamos al nivel de batallar.
Izumi comprendió, si no fuera por Neito, tal vez nunca hubieran ganado esta guerra. Izumi se levantó del lugar para dejar el lugar, pero antes de irce escuchó pequeños y tristes sollozos.
—Estúpido, tonto, idiota, mentiroso. Me prometiste que estarías siempre ahí para mí. Por qué te tuviste que morir.
ESTÁS LEYENDO
EL HÉROE COPIADOR
Hayran KurguLa vida de un chico normal está apunto de cambiar por diversas maneras misteriosas o simples. Un ser dimensional le dará un trato especial por un error transcurrido, viajará a un mundo distinto al suyo en dónde obtendrá diversas aventuras. Psdt: Las...