Capítulo 15

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Después de la llorera del capítulo de la semana pasada, espero que este nos devuelva los ánimos y caliente nuestros corazones.

¡Disfrutad de la lectura!

Evanna suspiró angustiada al salir del dispensario. Estaba harta de cuidar y atender a Magnus cuando en realidad lo único que quería hacer era atravesarlo con un par de flechas. Desde que su marido había recuperado la conciencia la situación se había vuelto insostenible. No solo por las exigencias de Magnus que la trataba como si fuera una esclava, sino también por el hecho de tener que disimular y disminuir sus atenciones a Galahad.

Con su esposo inconsciente, Evanna podía asear al pelirrojo, ayudar a curar las heridas o alimentarlo, ahora debía conformarse con observarlo a escondidas. Estaba terriblemente preocupada por él. Aun no despertaba de su inconsciencia, pero al menos daba pequeñas señales de mejoría aparente. Tenía espasmos involuntarios, movía sus miembros o su rostro en sueños y de vez en cuando balbuceaba algo inteligible. Beth le dijo que eso era bueno, ella solo esperaba que tuviera razón, aunque hasta que no lo viera totalmente recuperado no se marcharía el desasosiego de su corazón.

La amenaza de Magnus sobre Galahad seguía resonando en su cabeza y a pesar de no saber nada del paradero de Vika, Evanna no se fiaba. Su marido podía encontrar otras formas para dañar a Galahad, de eso estaba segura, sobre todo en el estado tan vulnerable en el que se encontraba el pelirrojo. Lo único que le proporcionaba un poco más de alivio era que siempre había gente en el dispensario, pues Beth y sus pupilas se turnaban para atender a los heridos y los familiares de estos también los visitaban con frecuencia. Magnus no se atrevería a hacer nada habiendo testigos.

Evanna tampoco tenía que preocuparse de que Galahad no estuviera atendido. Aunque ella a regañadientes había tenido que dejar atrás sus cuidados, Beth, Lorna y Marsali lo atendían con cariño. Además, había una larga lista de mujeres que se disputaban sus cuidados cuando alguna de las anteriores no podía hacerlo. Evanna debía admitir que se ponía celosa cuando esas mujeres tocaban la piel de Galahad más de la cuenta o se quedaban embobadas admirando su belleza masculina. Pero no podía hacer nada, por mucho que quisiera espetarles que apartasen sus sucias manos de él ella debía mantenerse en silencio, cuidando de Magnus.

Al menos las atenciones de tan descaradas mujeres menguaron cuando el estado de salud de Effie mejoró y retomó su lugar en el dispensario. La rubia no se había recuperado plenamente y su delgado rostro mostraba todavía cierta debilidad, pero incluso aquel frágil estado representaba un milagro para lo que había padecido. Lo cierto era que incluso Beth había temido que la joven madre perdiese la vida dejando a Bonnie y Alec huérfanos. Sin embargo, Effie mejoraba día a día, con lentitud, pero sin dar un paso atrás. Evanna se había alegrado sinceramente por la joven.

Effie se ocupaba de todos los heridos y pacientes que llegaban al dispensario. Eso le permitió a Evanna observar lo querida que era la rubia por los aldeanos. Aunque tratase a todos por igual, era indudable que se involucraba más en los cuidados de Galahad. Una expresión de ternura, afecto y preocupación surcaban el rostro de Effie cuando se ocupaba de él. Evanna no la culpaba, era fácil enamorarse de Galahad y si él le había prometido matrimonio, la joven debía sentirse afortunada y feliz. Ella era la prometida de Galahad.

Aquello le produjo más de un dolor de cabeza a Evanna. Nadie, excepto Beth, conocía la relación entre ella y el pelirrojo, por tanto, Effie seguía sosteniendo la promesa de Galahad. Effie lo quería y se notaba en cada una de sus acciones para con el tanaiste. ¿Qué pasaría cuando él despertase? Sí, él le había prometido que estarían juntos, que incluso se fugarían de ser necesario, pero ver la dedicación de la rubia la llenaba de dudas. ¿Y si al despertar él se enamoraba de la servicial Effie? ¿Y si dejaba atrás su promesa de fuga igual que había hecho con la de matrimonio con Effie? Su cabeza era un mar de dudas e inseguridades. Además, ella seguía atada a Magnus. Era muy fácil pronunciar unas palabras de fuga cuando la pasión te devoraba, pero llevarlas a cabo no era tan sencillo.

Destino Salvaje | Saga Salvaje IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora