Capítulo 4

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¡Por fin el capítulo de esta semana!

Estoy ansiosa por presenciar el primer encuentro entre estos dos, así que no me enrollo más y las dejo leer.

¡Disfruten la lectura!

Bostezó por cuarta vez sobre el caballo, pero estaba feliz. Effie lo había colmado de cariñosas y deliciosas atenciones durante toda la noche. Ahora sufría ese tipo de cansancio que te hacía sonreír al recordar la causa de ello. Además, se marchaba con la promesa de tener un hogar a su regreso y eso era lo más importante. Todavía podía ver la desnudez de Effie enredada en las sábanas, agotada con su lisa melena rubia alborotada sobre la almohada, apenas emitió un gorjeo y abrió un poco sus ojos cuando él la despidió con un tierno beso y un cariñoso apretón de manos. Estaba ansioso por amanecer así todas las mañanas.

Pero antes debía cumplir su misión, traer a Magnus Farlane vivo al castillo, por muy despreciable que le pareciera el tipo.

El viaje había sido largo y muy cansado por todas las guardias y la tensión que se notaba en el ambiente al estar alerta por algún posible ataque de los Campbells o sus aliados. Aunque la ruta y los terrenos de Farlane Hoose no estaban siendo amenazados por el conflicto, al menos por el momento, no se podían permitir bajar la guardia.

Frunció el ceño y bufó de indignación cuando llegó a las inmediaciones de Farlane Hoose, aquel maldito había levantado sobre sus estafas una lujosa casa rodeada de unos terrenos bastos, hermosos y fértiles. Solo las pequeñas y modestas casas que salpicaban la tierra entre los pastos y el bosque perjudicaban la belleza del lugar. No le sorprendió cuando él y su comitiva se adentraron entre las chozas y cabañas malogradas, dudaba mucho de que Magnus tuviera un mínimo de piedad con sus arrendatarios. Los lugareños los miraban mientras avanzaban por los caminos de tierra, algunos con admiración, otros con miedo. Eran personas muy humildes en su mayoría, aunque Galahad pudo notar la pobreza en sus harapientos ropajes, en la falta de zapatos de algunos y las mejillas hundidas. Intentó serenar la ira que crecía en él, no podía darle su merecido como quisiera, tenía una misión que cumplir.

Tendría que recordárselo así mismo constantemente, hasta que regresaran al castillo.

Siguieron abriéndose camino entre los humildes hogares, los pastos donde descansaban las reses y los campos de cultivo. A medida que se acercaban a Farlane Hoose el ambiente se volvía más bullicioso, muchos trabajadores andaban de un lado para otro con el objetivo de cumplir sus tareas para el señor. Uno de los criados les indicó que rodearan la casa hasta la parte posterior donde se encontraban las caballerizas, Galahad dirigió a sus hombres. Además de las cuadras, en la parte de atrás también había un par de corrales y un vasto huerto para abastecer la casa. Los mozos de cuadra los atendieron con diligencia, el pelirrojo bajó de su montura, y liberó a Braggart de las alforjas y se despidió del equino con unas palmadas en el cuello.

Se aseguró de que su caballo recibiría los mejores cuidados pagándole un par de monedas al mozo de cuadra que lo atendió. Braggart era una gran montura, fuerte, veloz y hermoso, con una disciplina ejemplar para el combate. Galahad estaba muy orgulloso de él y no escatimaba en gastos para su cuidado. Salió de las cuadras junto a sus compañeros, pronto unos sirvientes se ofrecieron a cargar las alforjas, el pelirrojo lo agradeció, estaba cansado al igual que sus hombres. Le indicaron el camino hacia la entrada principal.

A su alrededor, hombres y mujeres se afanaban en el trabajo e iban de una dirección a otra con rapidez, la entrada del servicio no paraba de ser atravesada por el personal doméstico. Galahad lo observó todo, la casa estaba colmada de víveres, al contrario que las viviendas que había visto a ambos lados del camino. Sin darse cuenta detuvo sus pasos, separándolos de sus hombres que estaban más adelante, ¿por qué alguien tan ruin como Magnus Farlane gozaba de todo esto mientras que personas honradas vivían en la miseria? Sus compañeros se habían perdido por el lateral de la casa y los criados se habían adentrado en la cocina, tendrían mucho trabajo para atenderlos.

Destino Salvaje | Saga Salvaje IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora