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Eran las 3AM en Los Ángeles, el teléfono de Heather comenzó a sonar, caminó hacia este y lo tomó entre sus manos

Lucas

Suspiró pesadamente y respondió la llamada

-¿Que mierda quieres Lucas son las tres de la mañana?-

-Te extraño Heather, no puedo vivir sin ti- por su voz se notaba que estaba borracho, Heather rodó los ojos

-Yo no, ¡Púdrete!-

Cortó la llamada y tiró el teléfono en dirección al sofá, caminó hacia su cuarto y se recostó en la cama, no sabía que hacer y estaba totalmente despierta, se le ocurrió ir a visitar a Bill así que fue sin avisarle, supuso que estaba despierto, tomó un taxi y se dirigió a la casa de su amado.

Estaba parada frente a la puerta, Gustav le abrió amablemente pero su sonrisa se esfumó al ver a Heather ahí parada -Hola Gus, ¿Todo bien- él se limitó a sonreír y la hizo pasar -¿Y Bill?- Georg estaba sentado en el sofá mientras tomaba una coca cola de vidrio -En su cuarto- respondió, Heather comenzó a subir las escaleras, Gustav miró a Georg con preocupación y este al recordar lo que estaba pasando abrió sus ojos rápidamente -Mierda- susurraron los dos al unísono.

Oh si

-¿Qué mierda?- susurró Heather al escuchar gemidos provenientes de alguna habitación, se acercó a la de Bill sin abrir la puerta pero solo se escuchaba música fuerte, se acercó a la de Tom y otra vez los gritos aparecieron

Sigue, Tom, sigue

Mierda

-Esa voz- susurró y se acercó más a la puerta, siguió escuchando con atención esa voz que se le hacía tan familiar pero no pudo reconocerla.

Entró al cuarto de Bill y él la miró con sorpresa y terror en sus ojos -¿Todo bien? Tu y Gustav actúan raro- habló mientras se sentaba en la cama del pelinegro -Eh, si, todo bien- Heather elevó una ceja -Estás mintiendo Bill, ¿Qué carajos sucede?- la pelinegra se giró para ver hacia la puerta que estaba cerrada, vio como una melena rubia despeinada pasaba por esta, se acercó violentamente y la tomó del pelo obligándola a mirarla -Dime que no te cogiste a este bicho con sida Hailey- la nombrada abrió sus ojos con miedo, sus ojos estaban llenos de lágrimas por el dolor que sentía al tener a su hermana mayor tomándola fuertemente del cabello, bajó la mirada sin responder -¡Por un carajo Hailey! Vete a casa allí hablaremos, ahora no quiero verte- ella asintió y caminó hacia la puerta sin saludar ni nada. Heather suspiró frustrada y miró a Tom que tenía una sonrisa pícara en su rostro -Te dije que me la cogía- la pelinegra apretó sus puños tan fuerte como pudo y con fuerza volteó el rostro de Tom, este se tomó la mandíbula con una mano -¡¿Qué mierda te pasa idiota?!- habló alterado el de rastas -¡¿Qué mierda te pasa a ti!? Te cogiste a mi hermana Tom y seguro ahora mismo vas a llamar a una puta para que venga a chuparte el pene, ¿No es así? ¡¿No es así Tom!?- este la miró y no respondió nada -Lo suponía, eres un puto cobarde Tom, mi hermana está malditamente enamorada de ti desde que tiene 11 años Tom, no quiero que te le acerques, no quiero verla sufrir y menos por ti- miró a Bill y se acercó a él a paso lento -Deberías de haberme dicho la verdad- se giró sobre sus talones y caminó hacia la puerta, abrió esta y salió ignorando los gritos de Bill llamándola por su nombre.

-Lo siento- murmuro Hailey entre lágrimas cabizbaja -No me sirve si lo sientes o no Hailey, sabes como es él, es un idiota, se acuesta con todas y tú, ¡Y tú estás malditamente enamorada! Por dios Hailey, no quiero verte sufriendo por ese imbécil, deja de llorar- sin esperar una respuesta caminó hacia su cuarto y se recostó en la cama, estaba enojada, su hermana se había acostado con el idiota más grande del mundo.

(. . .)

Las hermanas almorzaban en la mesa de la cocina mientras su madre salía de casa para irse a trabajar.

Hailey lavaba los platos y de repente el timbre sonó -Yo abro- dijo Heather acercándose a la puerta, la abrió

Era Bill

-Pasa- Bill se adentró a la casa dejando ver que detrás estaba Evelyn -Vengo a buscar a Hailey- Heather asintió y la menor caminó hacia Evelyn, se abrazaron y salieron de la casa sin decir nada.

-Vamos a mi cuarto- habló Heather, Bill caminó junto a ella, los dos entraron al cuarto de la alemana, Heather no aguantaba más, no podía estar enojada con él. En un movimiento rápido lo acorraló contra la pared y comenzó a dejarle besos húmedos por el cuello -¿Qu-qué haces?- la pelinegra sonrío -Nada que no quieras- siguió besando el cuello del chico, las manos de este bajaron hasta la espalda de la pelinegra -Heather, ¿Ya no estás enojada?- habló Bill haciendo que la nombrada pare sus movimientos -No puedo enojarme contigo, tú no tienes la culpa de nada, tranquilo- Bill abrió la boca para responder pero de su garganta solo salió un jadeo al notar como la chica refregaba su vientre contra su entre pierna, de arriba a abajo, de lado a lado sin descaro alguno mientras besaba su cuello, esta lo miró a los ojos -¿Quieres?- Bill asintió con los ojos cerrados y la boca levemente abierta, sus besos subieron hasta el mentón del chico y luego a sus labios, esta vez el beso era hambriento y caliente, eso les gustaba. -Ven- habló la chica y Bill se recostó en la cama de esta, ella se subió encima de él mientras seguía besando su cuello, de un tirón sacó la remera de este dejando ver la mitad de la estrella que estaba en su abdomen, rápidamente bajó a esta y empezó a besar el tatuaje del chico, comenzó a subir los besos esta vez hacia su oreja y mordió levemente el lóbulo de esta -Me gusta tu tatuaje- Bill sonrío -A mi me gustas tú- se sonrieron y siguieron besándose, una sesión de besos calientes y toqueteos siguió por un largo rato, no fueron hacia ningún lado, aún no estaban listos y no iban a forzarse el uno al otro para hacer algo que no querían.

In the rain - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora