~02~

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Heather se encontraba sentada, apoyada en un árbol, al lado suyo una botella de cerveza y en su mano se encontraba un cigarro por la mitad, casi terminado. El viento soplaba su brillante y bella cabellera negra, estaba tranquila, sola, nadie la molestaba, oh bueno, por ahora. -¡Hola Heather!- saludó el pequeño pelinegro a lo lejos, Heather suspiró pesadamente y ni siquiera se volteó a mirarlo, supuso que se iría si ella no respondía, pero no fue así. Bill se acercó a ella y se arrodilló -¿Por qué estás sola?- le preguntó mientras giraba levemente su cabeza para ver los ojos de la chica -Para que los idiotas pregunten y parece que funciona- dijo Heather para luego tomar un poco de cerveza -¿Por qué me odias?- preguntó Bill. Su voz se notaba triste y eso hizo que la chica se sienta un poco mal de tratarlo así. Heather se encogió de hombros mientras largaba el humo del cigarro -Oh, ya veo. Te dejo sola, perdón por molestarte- habló Bill un poco bajo mientras agachaba su cabeza, Heather suspiró y por fin lo miró a los ojos -Quédate, me hace falta compañía- Bill sonrío y la miró confuso mientras se volvía a sentar en frente de ella y apoyaba su mentón en las rodillas de la chica -No vas a matarme, ¿cierto?- Heather río levemente y negó con la cabeza, al parecer no era tan idiota como ella pensaba. Pasaron casi dos horas juntos y Heather se sentía bien a su lado, era tierno y gracioso, le gustaba eso, pero cada vez que se acercaba a un chico las palabras de su madre la atormentaban

Nunca confíes en un hombre

-Tengo que irme- habló Bill -¿A dónde?- preguntó curiosa Heather mientras se paraba con ayuda del pequeño Bill -Tengo una mini banda con mi hermano Tom- Heather rodó los ojos -Tengo que ir a practicar- la alemana lo miró -Okey, nos vemos, supongo- habló, Bill sonrío y eso hizo sonreír levemente a Heather -Tienes una linda sonrisa, deberías sonreír más seguido- habló Bill mientras se acercaba aún más a Heather -No lo creo, adiós, tu hermano te espera- dijo de manera rápida y nerviosa la pequeña de 12 años al tenerlo tan cerca. Se dio media vuelta y fue hacia su casa, Bill sonrío levemente, se dio media vuelta y se fue.

Al llegar a su casa se paró en seco en frente de la puerta del cuarto de su hermana, puso su pequeña mano en el picaporte y giró este levemente para que el pedazo de madera se abriera, entró despacio, como preocupada, Hailey notó esto, dejó su libro a un lado, corrió las sabanas que envolvían su cuerpo levemente y se acercó a su hermana -¿Está todo bien Thea?- Thea es el apodo que le tenían las personas que le tenían mucho cariño y confianza a Heather a ella le gustaba le hacía sonreír cada que lo escuchaba porque era un apodo que le puso Hailey cuando no sabía pronunciar el nombre Heather. -Si, si o bueno, no- Hailey rodó los ojos -¿Si o no?- la pelinegra se cruzó de brazos y se sentó en la cama de manera violenta -¡No lo sé!- Hailey elevó una ceja y se sentó al lado de su hermana -¿Qué pasa, cuéntame?- Heather se volteó para ver los bellos ojos celestes brillantes de su hermana menor -Siento que me gusta un chico- susurró levemente, Hailey se tapó la boca con una mano -¡¿QUÉ!?- la ojinegra asintió cabizbaja -No me digas que de...- Heather la volvió a mirar, sabía que se refería a el pequeño fumanchero con el que juntaban diariamente -Si, ese. Hoy pasamos toda la tarde juntos y es muy lindo, pero mamá no puede enterarse, me odiaría- Hailey asintió -Yo me quedaré con su hermano, es lindo- las dos rieron a carcajadas y inhalaron asustadas al ver como su madre entraba por la puerta sin tocar -No hace falta que se miren así, escuché todo, vengan aquí- las dos niñas se pararon lentamente y caminaron hacía el living, se sentaron en el sofá marrón y su madre se arrodilló ante ellas -Niñas, entiendan algo, los hombres no son de confiar, no quiero que sufran lo que sufrí yo con su padre- las dos se miraron y luego miraron a su madre confundidas -Mami, tal vez no todos los hombres son iguales- susurró un poco alto para que las dos mayores escuchen -Eh estado con muchos hombres chicas y todos son iguales- Heather sin decir nada se paró y caminó hacia su cuarto, encerrándose en este ignorando los gritos de su madre llamándola.

¿De verdad son todos iguales?

¿Nunca podré enamorarme?

¡No le creo a mi madre, cuando sea grande estaré con todos los hombres que quiera, lo comprobaré yo misma!

Pensaba la niña mientras se tiraba a la cama y escuchaba la madera de esta rechinar levemente, se tapó con sus mantas y luego de unos minutos se durmió.

-Thea, ¿salimos?- susurró Hailey, Heather abrió los ojos y vio a su hermana arrodillada delante de ella -¿Qué hora es?- preguntó la pelinegra medio dormida -Dormiste más de 10 horas, son las 5 de la tarde del otro día- Hailey se notaba algo molesta, no le gustaba que su hermana durmiera tan mal, luego se le corrían los horarios y bueno, no iba a clases. -Me cambio y vamos Hay- habló la mayor y se paró de la cama, su hermana salió del cuarto y ella fue hacía su armario, eligió una remera negra básica y unos jeans tiro bajo, se puso sus zapatillas negras básicas y se recogió el cabello, salió del cuarto y fue hacía donde se encontraba su hermana -¿Y mamá?- preguntó Heather mientras se colocaba su abrigo -Salió y vuelve en la noche, no se dará cuenta que saldremos- la pelinegra sonrío ladina y agarró las llaves, las miró y jugó con ellas, agarró un poco de dinero que tenía ahorrado, metió su mano en sus bolsillos y de dentro salió una cajetilla de cigarros -¡Bien!- festejó la niña y junto a su hermana salieron de la casa con una sonrisa en sus rostros.

-Llegamos- habló Hailey mientras se sentaba junto a su hermana en el césped, la mayor buscó disimuladamente con los ojos al pequeño Bill, pero no lo veía por ningún lado ¿Dónde rayos estaba? -Oigan- habló elevando la voz, todos la miraron -¿Y los dos idiotas de siempre?- preguntó de manera fría y seca, aún sabiendo que quería ver a esos idiotas, en realidad solo a uno, el otro de verdad le caía mal -No lo sé, ¡Oh, ahí están!- habló Kate apuntando a los dos gemelos que se acercaban a ellos. Heather rodó los ojos molesta aunque en realidad su corazón estaba más feliz que nunca y las mariposas en su estómago aparecían -¡Heather!- saludó el pequeño Bill y se arrodilló al lado de la pelinegra para abrazarla -¡Quítate idiota!- habló con repugnancia en su voz haciendo sentir mal al pequeño que tenía en frente -Ayer en la tarde estábamos bien- susurró con tristeza, Heather se acercó al oído del pequeño -Lo sé, pero ellos no lo saben y no quiero que sepan- susurró con voz dulce y suave poniendo de buen humor al niño, él asintió levemente con una grande sonrisa en su rostro, habló con la pelinegra toda la tarde, el tiempo pasaba y Heather se sentía muy cómoda con todos y más con el pequeño duende que tenía a su lado.

In the rain - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora