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30 de Marzo del 2010

Las sesiones de besos y toqueteos calientes ahora eran más frecuentes, Bill y Heather estaban cada vez mejor, se amaban muchísimo y eso era lo más importante, a veces discutían pero por cosas tontas, como por usar los maquillajes del otro, robar sus esmaltes de uñas, su ropa, usar su secadora de pelo y cosas así.

-Bill, ven aquí- el nombrado tembló al escuchar a su novia hablar así, se acercó a paso lento hacia ella y la miró -¿Usaste mi delineador, no es así?- Bill tragó saliva -Si, lo siento, es que- Heather se acercó de manera amenazadora -¡Bill, ayer te enojaste conmigo por usarte tu secadora de pelo y ahora me usas mi delineador! ¿Qué rayos te pasa?- este la tomó por la cintura y se sentó en la cama, sus movimientos causaron que ella quede encima de él -Bill, no, no estoy de humor, ¿Por qué me usaste mi delineador?- Bill comenzó a besar su cuello -Haré lo que quieras para que me perdones- Heather sonrío victoriosa y salió de encima de Bill -Préstame tus jeans negros, tu camiseta blanca y así te perdonaré- Bill rodó los ojos y buscó entre su armario las prendas, las tomó y se las dio en la mano -Aquí están, ¿Me perdonas?- Heather sonrío y asintió mientras lo abrazaba y dejaba besos por toda su cara -Te- beso en la frente -Amo- beso en una mejilla -Demasiado- beso en la otra mejilla -Chiquito- beso en sus labios -Te amo más- habló en una sonrisa y dejó un suave beso en sus labios.

El invierno había llegado y eso a Heather no le sentaba para nada bien, en cambio a Hailey le encantaba salir por las tardes y caminar bajo el frío de la ciudad.

-Oye Heather, ¿Salimos?- Heather estaba a punto de decir que no, sabía que hacía demasiado frío pero antes de responder su hermana la interrumpió -Has estado con Bill últimamente y ya no tienes tiempo para mí- el corazón de Heather se quebró un poquito al escuchar como su hermana le hablaba, recordó esa vez cuando tenían 10 años y Hailey lloró al ver como Heather no quería jugar con ella -Está bien, vamos- Hailey sonrío y fue a buscar su abrigo, Heather hizo lo mismo, salieron juntas de la casa y caminaron por un largo rato charlando de cosas sin importancia y sobre sus estudios.

-Oye, conocí a un chico- confesó Hailey, la pelinegra la miró de reojo -¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¿Dónde vive? ¿De donde lo conoces? ¿Trabaja o estudia?- las preguntas salieron rápido de su boca y obviamente sonaba enojada -Oye- la interrumpió Hailey -Responde mis preguntas- la rubia sabía que si no respondía le iba a ir muy mal -Se llama Nathan, tiene 20 años, vive a tres casas de nosotras, lo conozco de la uni y además de estudiar trabaja en una cafetería- Heather dudó un par de segundos -Quiero conocerlo- la rubia abrió sus ojos como platos y la miró -¿Estás loca? Hace poco que estamos saliendo, no creo que quiera conocerte a ti o a mamá, es muy rápido, supongo- la mayor sin dejar de mirar el cielo, los árboles, casas y autos suspiró -¿Cogieron?- Hailey empezó a ahogarse con su propia saliva y eso causó que empiece a toser, Heather le dio palmadas en la espalda mientras reía, Hailey suspiró cuando pudo dejar de toser -¡Dios Heather, claro que no!- la nombrada elevó una ceja y miró de reojo a su hermana -Dime la verdad- la rubia bufó -¡Estoy diciéndote la verdad!- la mayor arrugó sus labios y frunció el ceño -Si me estuvieras diciendo la verdad no estarías gritando como ¡Loca!- en parte tenía razón, Hailey se notaba alterada y nerviosa. Un suspiro salió de los labios de la menor -Si, si tuvimos relaciones-
respondió cabizbaja -Dices que es muy rápido para que me conozca a mi y a mamá pero para cogértelo no, ¿Cómo es eso?- habló entre carcajadas la mayor -Dios...Está bien, lo invitaré a casa mañana en el almuerzo- Heather sonrío victoriosa ante la respuesta de su hermana.

(. . .)

El día del almuerzo llegó, Heather se sentía enferma, sabía que fue culpa de salir con su hermana en este clima tan frío.

El timbre sonó y Hailey abrió, dejando ver a un chico mucho más alto que ella, musculoso, su cabello era marrón, su piel era como un chocolate con leche, sus ojos eran claros y resaltaban bastante, era guapo pero ninguno se comparaba a Bill, no había chico más lindo que él ante los ojos de la pelinegra.

-Buenas tardes, un gusto conocerlas- saludó Nathan mirando a Jennifer y luego hacia Heather -El gusto es tuyo- habló en alemán Heather mientras lo miraba con cierto asco -¡Heather, no seas así!- habló en el mismo idioma Jennifer, una sonrisa se asomó por la cara de Heather al ver como Nathan fruncía el ceño y miraba confundido la situación -Un gusto también conocerte- respondió Jennifer. Todos se sentaron en la mesa y comieron Corn Dogs que habían preparado Jennifer y Hailey, por obvias razones no dejaron que la pelinegra se acerque a la cocina, tenían miedo de que envenene al pobre chico o algo así.

*HEATHER*

Mi madre, mi hermana y Nathan se la pasaron hablando todo el almuerzo sobre la estúpida y patética vida del moreno sentado al lado de mi hermana, noté como en repetidas ocasiones el ponía su mano encima de su muslo y lo acariciaba dulcemente, tenía ganas de cortarle el brazo entero con el cuchillo que estaba a pocos centímetros de mi. La comida por fin había terminado, me sentía mal de la garganta y extrañaba a mi estrella cantante, la llame por teléfono y me respondió rápidamente, me gustaba eso de él, no me hacía esperar ni un segundo o bueno, solo cuando se trataban de llamadas ya que cuando íbamos a comprarnos ropa nueva él siempre tardaba el doble que yo, pero no me quejaba, me gustaba salir con él a comprarnos ropa.

-Hola cariño- saludó él, ese apodo me hacía sentir tan cómoda y feliz, él me hacía sentir cómoda y feliz, era tan lindo conmigo, era hermoso en todos los sentidos posibles

-Hola, me siento mal, ¿Puedes venir a mi casa?- puse voz de enferma y al final tosí un poco, sabía que si solamente le decía que me sentía mal venía corriendo como flash pero siempre me gustó exagerar las cosas.

Escuché como la llamada había terminado y me quedé tendida en mi cama, tapada hasta la garganta, pasaron como 15 minutos desde que la llamada había terminado y escuché como la puerta se abría y luego se cerraba, unos pasos se acercaban hacia mí lentamente, cerré mis ojos como si estuviese dormida, sentí como me destapaba lentamente y dejaba besos sobre mis labios y mis mejillas, quería sonreír pero no podía, tenía que actuar como si estuviese dormida -¿Heather?- susurró este, abrí los ojos lentamente y con mi mano froté uno de ellos, sonreí al verlo preocupado -¿Te sientes bien cariño? Traje panecillos, de tus favoritos- me abalancé sobre él como pude y lo abracé -¿Me vas a compartir un poco?- habló él mientras acariciaba mi espalda, asentí y dejé un beso en su mejilla -Gracias cariño, te amo- le di un beso en los labios y comenzamos a comer los panecillos encima de mi cama, se estaba ensuciando demasiado pero no me importaba, mientras que esté con Bill realmente no me interesaba si se manchaba la cama en cualquier sentido posible si sabes a lo que me refiero -Conocí al nuevo chico de mi hermana- hablé con un panecillo en mi boca -¿Es buena onda?- negué con la cabeza -Es un idiota, me cae tan mal- Bill frunció el ceño -¿Por qué?- realmente no tenía razones para odiarlo, simplemente su voz gruesa y rasposa me lastimaba los oídos cada que pronunciaba una frase. Me encogí de hombros y seguí comiendo mientras Bill reía levemente -Te amo- me dijo y luego dejó un beso en mi frente, sonreí ante su acto y acaricié su mejilla suavemente -Yo más- susurré con una sonrisa mientras miraba sus hermosos ojos que penetraban mi alma, lo amaba, lo amaba más que a nadie.

In the rain - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora