25

191 14 3
                                    

Eso no debería sentirse bien, no.

Tampoco debería estarlo disfrutando.

Pero ahí estaba, sintiendo como su boca era atacada por un alfa peli negro. Otro alfa. Alguien igual a él.

joaquin no creía en lo absoluto que su masculinidad estuviera siendo afectada por permitir que otro hombre lo sostuviera de esa manera.

Mucho menos creía que era menos alfa por enseñarle el cuello a otro de ellos. Pero no podía evitarlo cuando los dientes de Emilio se sentían tan bien rozando su piel.

No podía evitar querer más y más de aquella sensación. Su lobo estaba encantado con el aroma a café, y él también, le encantaba sentirse así. Todo era mil veces mejor. Dudaba haber disfrutado un celo como con este.

Emilio había llegado inmediatamente a su casa, realmente rápido. Ni siquiera había tocado, simplemente lo sorprendió retorciéndose contra la sabana buscando calmar el calor.

Se suponía que el objetivo del celo era procrear. Pero ahora mismo lo único que sentía era la necesidad de sentir a Emilio dentro. Su lobo simplemente lo pedía a él, rogaba por él.

Dudaba que alguna vez hubiera sido tan intenso.

—Me encantas...— Suspiró el peli negro, mientras saboreaba aquel sabor metálico de la sangre de Joaquin, por supuesto venía de sus labios rotos.

La ropa ya no era un obstáculo, pues estaban piel con piel moliendo sus erecciones contra la otra.

—Muéstrame tu cuello.— Joaquin casi lo dudaba, pero obedeció.

Sintió como le dejaba una marca de aroma acompañada de succiones que estaba seguro serían bastante visibles.

Entonces Emilio simplemente lo tomó de sus glúteos y la cintura y lo atrajo hacia a él, casi como si quisiera que fueran uno solo.

Ambas erecciones estaban presionadas con fuerza contra la otra y Joaquin jadeó cuando sintió los colmillos de Emilio.

El chico se había alejado inmediatamente, pasando de estar pegados a tener una distancia considerable entre ellos.

Emilio lucía exaltado, y estaba seguro que no era por el beso.

Joaquín se quejó y avanzó hacía a él, ahora siendo quien enterró la nariz en el cuello del peli negro para darle una marca de aroma también, aún molesto por el leve olor a omega en celo.

Emilio le dió acceso a su cuello, sabiendo que si Joaquin se lo había dado, lo justo era hacer lo mismo. Y no se sentía nada nada mal.

Mientras Joaquin le dejaba besos húmedos, fue que trató de respirar hondo, pensando en la gravedad de la situación. Sus colmillos habían aparecido, y ocasionado por un alfa.

Se sabía que los colmillos aparecían cuando el lobo realmente quería marcar a alguien como suyo o hacerle daño. Emilio había experimentado cuando en su adolescencia por el enojo había mostrado sus colmillos como señal de amenaza, pero ahora estaba tan lejos de eso.

Realmente sintió sus colmillos picar por el deseo de enterrarlos en ese apetitoso cuello sabor eucalipto. Había sido demasiado.

Se obligó a respirar. A pesar de que una marca se desvanecía con el tiempo y era común hacerla entre parejas, no estaba seguro que Joaquin quisiera una, además de que los alfas nunca tenían una, eran los omegas.

Solo esperaba que Joaquin no los hubiera sentido.

—Los sentí, ¿sabes?— Murmuró contra su cuello, para después succionar y provocar que un ruido obsceno saliera de eso.

Alfa Dominio/OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora