Parte 27

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La muchacha entró a la oficina del jefe. Allí adentro estaba Yang Mi sentada en el escritorio. "Qué pasa, Yang Mi?", preguntó preocupada Diana. Yang Mi la miró fijamente sin decir una palabra.

Diana se asustó, pudo ver ira en los ojos de la muchacha. De pronto, Yang Mi se puso de pie y comenzó a increparla. "Y todavía me lo preguntas? Eres una cínica!". "Qué te pasa? De qué hablas? No entiendo absolutamente nada.", dijo Diana alzando la voz. "No podías ser distinta al resto! Intentaste parecerlo pero a mi no me engañaste! No!", le gritó Yang Mi. "Vamos cálmate! Evidentemente aquí hay un error!", añadió Diana intentando mantener la calma. "Eres una cualquiera! Lo engañaste! Sólo querías su dinero! Pero esto no se quedará así, yo no lo voy a permitir! Ahora toma todas tus cosas y te largas de aquí! Estás despedida!!!", terminó diciendo enfurecida Yang Mi. "Estas loca! Te refieres a Hyun Joong? Estás hablando del dinero de él? No entiendo nada... Además, no me puedes echar de aquí, tú no eres mi jefe.", le contestó Diana, quien ya había perdido la calma. "j aja ja... Te acabo de decir que no te vas a salir con la tuya. Elije tú... Tienes sólo dos opciones. Prefieres devolverte ahora mismo a tú país o te vas directo a la cárcel?", respondió Yang Mi. Diana retrocedió. No entendía nada de lo que escuchaba. "Quieres que te muestre las pruebas? Aquí están!", dijo y arrojó una carpeta llena de papeles sobre la mesa. Diana los tomó y los revisó nerviosamente. Mientras los veía comenzaron a salir lágrimas de sus ojos. "Tú sabes que yo no hice esto? Quién te lo dio?", agregó Diana abatida, mientras se afirmaba en el borde del escritorio. "Me los dio el contador. Cómo pudiste hacerle eso a un chico tan bueno como Hyun Joong. Aprovecharte de él y robarle tanto dinero!", dijo amenazante Yang Mi. Diana estaba muda. Sentía que le faltaba el aire y que se le nublaba a ratos la vista. "Pero... por qué no esperamos a que vuelvan el jefe y Hyun Joong y lo conversamos?", dijo en voz casi imperceptible Diana. "OK, si tu prefieres así. Pero ahora mismo llamo a la policía.", amenazó Yang Mi.

Diana estaba en shock. No entendía ni una palabra de lo que decía la asistente. Evidentemente alguien le había tendido una trampa. Los documentos mostraban una cuenta millonaria a nombre de ella, desde la cual se había transferido más de las ¾ partes del dinero de una de las cuentas de Hyun Joong, y todo de forma ilegal. Dentro de la poca lucidez de aquel momento, pensó que no podía ir a la cárcel, pues si habían conseguido inculparla de algo inexistente, evidentemente tendrían pruebas más que consistentes para hacerla pagar una gran condena. Por lo cual decidió la segunda opción, devolverse a su país. Estaba entre la espada y la pared y debía elegir una opción.

"Muy sabia elección de tu parte. Ahora te voy a acompañar a tu departamento para que saques tus cosas y te voy a ir a dejar al aeropuerto. Vamos! Ya tengo tu boleto listo, el avión sale a las 23 hrs.", dijo amenazante Yang Mi. Diana estaba muda, parecía ensimismada en su interior, intentando buscar alguna explicación lógica para la situación tan descabellada. Así permaneció todo el camino hasta llegar al aeropuerto.

En la fila para abordar, Yang Mi le pidió el teléfono móvil, el cual pertenecía a la empresa. Diana no tuvo más remedio que devolverselo. Además, le comentó que todas sus cuentas bancarias estaban bloqueadas. Diana se dio cuenta que no había otra solución, aunque fuera momentánea, que volverse a su país. Lo que más lamentaba era no haber podido hablar personalmente con Hyun Joong, o al menos haberle dejado un mensaje.

Yang Mi se quedó vigilando a Diana hasta que se perdió por el pasillo que conducía al avión. La muchacha respiró aliviada, se dio media vuelta y se fue a su casa.

Un poco antes de la medianoche Hyun Joong ya estaba de vuelta en Seúl. Lo primero que hizo fue irse directo a la casa de su novia. Entró al edificio y le preguntó al conserje por ella, es que no sabía el número de su departamento. El conserje le explicó que la muchacha había salido hace un par de horas con maletas. Hyun Joong no lo podía creer. Se mentalizó en pensar que el hombre se había equivocado y probablemente la había confundido. Tomó su teléfono para llamarla, pero recordó que no había guardado el número de ella después de que había cambiado su número. Intentó no preocuparse, ya que le era imposible contactarla y le envió un email para avisarle que había llegado bien y que al día siguiente la visitaría.

A eso de las 10 AM del día siguiente, Hyun Joong llegó a la agencia. Nuevamente se encontró con Min Ki. La saludó a la distancia. Se fue directo a la oficina del jefe. Tenían que discutir sobre lo de la gira latinoamericana. Abrió la puerta y lo vio sentado mirando por la ventana. "Hola!", dijo el chico despreocupadamente. El jefe se dio vuelta y lo miró. En su rostro había ansiedad y frustración. "Le sucede algo?", dijo Hyun Joong, notaba algo extraño en el rostro del hombre. El jefe se puso de pie y se acercó a Hyun Joong, puso paternalmente una mano sobre su hombro y añadió: "Hijo, tenemos que hablar. Hay un asunto muy importante.". "Qué pasó?", preguntó el chico frunciendo el ceño. "Primero, siéntate. Si?", le respondió el jefe. El chico se impacientó, no le gustaba que lo trataran como a un bobo. "No, no es necesario. Dígame qué sucede!", dijo inquieto. "Tienes que ser fuerte. Si? Lo que sucede es que... Diana ya no trabaja con nosotros.", agregó tímidamente el jefe, parecía estar escogiendo las palabras con pinzas para no dañar más de lo necesario al muchacho. "Que?! Diana! ... Mi Diana? No entiendo, explíquese.", contestó Hyun Joong mientras alzaba la voz. "Ella se fue de la agencia y se fue de Corea. Mejor velo tú con tus propios ojos.", dijo el jefe sutilmente mientras le pasaba en la mano un alto de papeles. Hyun Joong abrió los ojos y lo miró fijo mientras su corazón daba un vuelco y un escalofrío le recorría en la espalda hasta llegar a su nuca. Tomo instintivamente los documentos y los comenzó a ojear. Mudo comenzó a mirar los papeles. Se sentía dentro de una película de horror. De pronto sintió que todo se le volvía negro, sólo un brazo fuerte lo sostuvo mientras se resbalaban de sus manos las hojas. Cuando volvió a abrir los ojos, vio a Yang Mi a un lado y al otro al jefe. La muchacha intentaba darle de beber agua con azúcar. Él de sólo puñetazo lo lanzó lejos y se puso de pie. Comenzó a transpirar helado y sintió fuertes naúseas. Salió corriendo de la oficina hasta llegar al baño. Ahí se tiró al suelo y comenzó a vomitar en el inodoro, mientras lloraba desconsoladamente. Cuando ya se sintió mejor, se puso de pie, y abrió el lavabo para refrescarse. Al salir del baño, vio a su jefe de pie al lado de la puerta, este lo tomó de un brazo y ambos entraron nuevamente a la oficina. Los dos permanecieron en silencio por unos minutos. De pronto, Hyun Joong pareció recuperarse. "Pero... por qué la echaron y nada más? Debieran haberla traído para que nos explicara qué sucedió? Esto... no puede ser verdad! Ella no es así!!", añadió el muchacho, intentando buscar una solución. "No, muchacho. Parece que yo también me equivoqué con ella... Las pruebas dicen más que mil palabras. Lo lamento, hijo. En parte, es todo mi culpa.", terminó de decir el hombre también derrotado. "Ahora, escúchame! Tómate esta semana libre. Véte a casa de

tus padres y descansa para que te recuperes. Házme caso!", le dijo paternalmente el jefe. El chico asintió con la cabeza y se retiró de la agencia. Manejó como un sonámbulo hasta su casa. Al llegar, subió la escalera y se fue a su habitación. Ahí se tiró en su cama y cerró los ojos. Aún podía sentir el aroma de Diana en su cuarto, los labios de ella en los suyos y sus manos dibujando el cuerpo de ella. Evocó los mágicos momentos de la noche anterior y comenzó a llorar tristemente. Aún no podía resignarse que la traición de la muchacha era cierta. Deseaba estar dentro de una cruel pesadilla para luego despertar riéndose del mal sueño con la muchacha a su lado, pero no fue así. Se quedó dormido y despertó cuando ya había anochecido. Ahí volvió a recordar todo de nuevo.

Tomó su teléfono móvil y recordó que la noche anterior le había enviado un correo electrónico, revisó para ver si no había una respuesta de parte de ella. Pero no, el mail se había rebotado. Pensó que la chica probablemente habría cerrado su cuenta. Respiró profundo y finalmente aceptó las evidencias. No quería quedarse ahí sólo, por lo que llamó a unos amigos y les pidió verse en un bar.

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