Parte 30

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Esa noche en el aeropuerto, Diana caminó hacia la puerta de embarque por donde la despidió Yang Mi, con el poco equipaje que llevaba. Mientras avanzaba por el corredor, podía sentir que con cada paso que daba, su corazón se desgarraba un poco más. Se había hecho la idea y la promesa de no dejar ir al amor de su vida, sino que por el contrario, compartir el resto de su vida a su lado. Contradictoriamente, la vida se lo estaba impidiendo en este momento. Al tiempo en que iba pensando en eso, notó que algo metálico sonaba al caer al piso desde su ropa, se detuvo y miró el suelo. Extrañada vio algo que brillaba en el piso. Se agachó y vio la pulsera de corazones que Hyun Joong le había regalado cuando le había pedido formalmente que fuera su novia. Se quedó encuclillas por un momento contemplandola, ensimismada mirando el brillo de la joya. No comprendía cómo se había soltado de su muñeca, cuando no parecía dañada. Comenzó a recordar los grandiosos momentos al lado del muchacho y su corazón se apretó aún más, tal como su puño presionaba la pulsera. Se puso de pie y miró atrás. Pudo ver a Yang Mi perderse entre la multitud. Sin pensarlo dos veces y con la fuerza que le daba tener en su puño aquel símbolo del amor del chico, se devolvió sigilosamente y salió de la puerta de embarque. Buscó un baño y se metió dentro. Permaneció ahí escondida, decidiendo qué podía hacer por cerca de 10 minutos. Primero que todo, buscó un gorro en su bolso y se mudó de ropa para que nadie la reconociera. Después de eso tomó su equipaje y salió con precaución del lugar. Se dirigió al counter y pidió la devolución del dinero del boleto. Con eso tendría algo para sobrevivir por un tiempo. Luego, se camufló entre la gente y se subió al primer autobús que encontró en la calle, mientras pensaba a donde dirigirse a esas horas de la noche. A su departamento no podía volver hasta que todo se aclarara, a un hotel tampoco podía ir a pasar la noche, ya que si lo hacía, el poco dinero que tendría duraría

menos de lo presupuestado. En la única persona en quien pensó para poder acudir fue Susan y decidió ir a su casa a perdirle ayuda.

Al llegar a su casa, Susan la recibió con un abrazo, al tiempo en que la interrogaba: "Amiga, qué sucedió? Por qué estás con una maleta? Qué te dijo hoy esa loca en la oficina?". Diana le contó lo ocurrido. "Nooo! Lo que me cuentas es realmente in-crei-ble!! Cómo pueden haberte hecho esto, a ti? Qué no saben cómo eres acaso?", comenzó a protestar Susan muy ofuscada ante la injusticia. "Es por eso que decidí a última hora no irme, pero me debo ocultar. No quiero ir a la cárcel! Necesito aclarar las cosas, encontrar a Hyun Joong para hablar con él y descubrir las pruebas de mi inocencia. Susan... yo no tengo a nadie aquí, necesito de tu ayuda, por favor, para quedarme aquí aunque sea un par de días... Por favor!.", añadió humildemente Diana suplicando. "Ni que lo digas! Esta es tú casa. Mi pequeño hijo generalmente duerme conmigo en mi cama. Tú puedes quedarte en su habitación todo el tiempo que necesites. Es más, si yo puedo ayudarte en algo a encontrar la verdad y limpiar tú nombre, cuenta conmigo!", terminó diciendo decidida Susan. "Muchas gracias!", contestó emocionada Diana y ambas se abrazaron.

Seguidamente, Susan la llevó a la habitación a Diana. Mientras la chica acomodaba sus cosas y se ponía el pijama, Susan le sirvió un vaso de leche y un emparedado a su amiga y se lo llevó en una bandeja a la cama. "Tóma! Come esto, de seguro con todo el ajetreo no has comido nada. Bebe esta leche, te hará bien para que descanses un poco.", añadió maternalmente Susan. "Gracias amiga!", dijo Diana con los ojos llenos de lágrimas. Después de eso Susan se retiró a su cuarto a dormir. Su pequeño hijo yacía ya durmiendo en su cama. Diana se metió a la cama pero no pudo dormir en toda la noche intentando entender lo que le había ocurrido durante el día. El amanecer la sorprendió cabeceando. Al fin se durmió.

Esa mañana, Susan salió muy temprano con su hijo para llevarlo a la guardería primero y después irse al trabajo. Diana despertó a eso del mediodía y se levantó. Pasó todo el día pensando qué hacer para encontrar a Hyun Joong y hablar con él. Cuando llegó Susan, de vuelta del trabajo con su hijo, decidió darle la mitad del dinero que guardaba para ayudarle en algo. Luego de eso se abrigó, se puso un gorro para que nadie la reconociera y salió. De ahí en adelante todas las tardes de la muchacha por casi un mes fueron iguales. Durante el día, se dedicaba a pensar estrategias y por la tarde, cuando su amiga regresaba del trabajo, a eso de las 6 de la tarde se iba a hacerle guardia a la casa de Hyun Joong. Lamentablemente, nunca tuvo suerte y no logró verlo. Supuso que él había decidido quedarse en casa de alguien más por ese tiempo, pero no se rindió, algún día tendría que regresar y ella estaría ahí para aunque fuera sólo verlo. Lo extrañaba muchísimo. Todas las noches, a eso de la medianoche, Diana llegaba de vuelta a la casa de Susan, con el cuerpo congelado de frío y el alma también, de desamor. Se metía en la cama y se dormía sólo cuando ya estaba exhausta de tanto llorar. Se imaginaba que Hyun Joong habría creído todo lo que le dijeron y que la odiaría como a nadie en este mundo y eso la carcomía por dentro, porque parecía que con el pasar de los días y la ausencia del muchacho, su amor por él crecía y crecía. Deseaba aunque fuera, tener la oportunidad de hablar con él y explicarle su verdad. Desafortunadamente eso no ocurría y los días continuaban pasando.

Una de esas tardes, estaba sentada como de costumbre en la vereda de enfrente de la casa de Hyun Joong y comenzó a llover a cántaros. Desde luego, la muchacha no había llevado paraguas, por lo que decidió intentar cubrirse del agua, acomodándose bajo un frondoso árbol. Desafortunadamente, este no ayudó de mucho, ya que a pesar que llevaba una chaqueta gruesa, podía sentir como traspasaba el agua. Para calmar su ansiedad y el frío también, decidió ir a algún local cercano a comprar cigarrillos. A pesar de que la chica no fumaba y que la última vez que lo había hecho estaba en la secundaria, sintió las incontenibles ganas de calmar su angustia con un cigarrillo y así lo hizo. Venía caminando de vuelta del local donde los había comprado con la cajetilla en una mano y el cigarro encendido en la otra, cuando sintió despacio que alguien susurraba su nombre en la oscuridad. Giró su cabeza para cerciorarse si eso había sido realidad o era parte de su imaginación, cuando vio un lujoso auto negro detenido en frente a ella al otro lado de la calle. No pudo ver quien estaba dentro, aunque el vidrio trasero del vehículo estaba abajo, porque era de noche y sus ojos aún estaban nublados por las lágrimas, pero esa voz le pareció muy familiar. De pronto, vio un hombre que se bajaba del auto y se quedaba mirándola de frente, mientras al mismo tiempo gritaba su nombre llamándola. "Diana!!!", escuchó decir al hombre. Ella se volteó por completo para ver quien era y se quedó observándolo. De pronto, reconoció la voz y la figura del chico... Era Young Saeng! En ese momento recordó que él mismo le había contado una vez que vivía sólo a un par de calles de Hyun Joong.

Diana le pareció que el encuentro con el muchacho era su salvación. Young Saeng era el ángel caído del cielo que ella necesitaba con desesperación. Sus ojos volvieron a humedecerse con la emoción. Tiró al suelo el cigarro aún encendido y el paquete de cigarrillos también y corriendo atravesó la calle para irse directo a los brazos del muchacho. No pudo evitar demostrar la alegría que le producía encontrarlo y se abrazó a su cintura muy fuerte. Diana no pudo evitar romper en llanto. El chico también parecía feliz de haberla encontrado y le devolvió el abrazo sosteniéndola fuertemente. Notó que su chaqueta estaba muy mojada y le pidió sacársela. Seguidamente la subió al auto y se fueron.

My DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora