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Su día había comenzado muy normal, silencioso. Despertó, desayunó, leyó un poco, y ahora se dirigía al mercado del pueblo, necesitaba abastecerse de comida. A ver si ahora sí podía hacer su sopa con esas bayas, se le venía antojando desde hace días.

Pero era divertido ir, sola. Era lo divertido de haberse independizado.

En el camino tarareó una canción pop que se convirtió en su favorita desde hacía años, la había escuchado en la radio y la cantó tanto que su padre y madre se hartaron de ella. Llevaba cargando una canasta en una mano y agarrando fuertemente su dinero en la otra. Al llegar al pueblo lo vio muy solo, al menos de la entrada.

Alcanzó a oír una bulla no muy lejos de donde estaba parada, no alcanzaba a oír lo que decían pero por mera curiosidad fue hacia allá. Después de todo no era un pueblo muy activo y animado como lo estaba ahora.

Creyó que la razón del movimiento era por una festividad o tradición del pueblo de la que aún no tenía conocimiento, pero no fue así. Lo hubiera dado todo para que lo fuera.

A Once-Ler le estaban lanzando tomates en la cara y estaba siendo brutalmente abucheado. Y una niña pequeña saltaba sobre su guitarra, que ahora estaba rota. Se burlaban de él por tratar de vender el Thneed y en vez de considerarlo impresionante como ella lo hacía, lo consideraban una basura inservible.

Sintió algo en su pecho: una pena profunda hacia él, y enojo porque no se lo merecía. De pronto sintió unas ganas enormes de protegerlo del mundo. Apretó los puños y suspiró antes de acercarse al centro de atención en ese momento, ni siquiera pensó bien en lo que diría, solamente actuó conforme a sus emociones. Y sus emociones le decían que golpeara a cada uno de ellos.

Los evadió (si es que no los empujó) y se paró frente a él, lo obligó a pararse tomándolo del antebrazo.

—¿____...? — estaba confundido de verla ahí, y avergonzado de que ella lo viera de esa manera.

—¡Dan vergüenza! — les gritó a todos los que estaban viéndolos, estaba furiosa. Furiosa. Los abucheos se incrementaron, pero ella lo sacó de ahí antes de que se pusiera peor. Ambos se escondieron en uno de los callejones del pueblo, estaba asqueroso y sucio pero no podían caminar todo el camino a casa así. Además, si alguien del pueblo se los encontraba haría todo un alboroto. Once-Ler respiraba agitado apretando su guitarra rota contra su pecho, ____ trataba de mantenerse calmada. — Préstamelo... — le entregó el Thneed y se mantuvieron en silencio, mientras ella limpiaba su rostro. La ironía de que quienes le ayudarían a cumplir su sueño eran los que lo estaban destruyendo era una mierda. Sus pensamientos fluían como una corriente de agua, y se percató de que debía ser más abrumador para él que para ella, y el que sus griteríos hayan enfadado a la gente era un bache en su camino hacia el éxito. Suspiró mientras seguía con su labor, mirándolo directo a los ojos. — Eres un chico noble, no te mereces esto...

—Gracias... — pronunció desanimado. Miró un punto muerto en el suelo como un escape de su preocupada mirada. — ¿De verdad el Thneed es tan tonto?

Le consternó un poco su pregunta. ¿Empezaba a perder la fe?

—¡No! Claro que no, es genial. Solo... queda que la gente lo note.

El peli-negro no respondió nada en ese momento. Terminó de limpiar su rostro húmedo pero no le avisó. Sus ojos hermosos la hipnotizaron. Tan azules, tan profundos para ser de alguien que tenía la energía de un niño. No pudo evitar relamerse los labios.

Tuvo sentimientos encontrados que sinceramente la aterraron. Algo cálido y dócil, nada forzado, desde el corazón. No recordaba sentirse así por alguien que no fuera un familiar. Pensaba todo eso mientras que él la miraba con confusión inocente, preguntándose por qué se había quedado congelada.

—¿____?

Lentamente se fue acercando, no quería parecerle una desesperada. Pero realmente lo estaba, porque quién sabe cuando volvería a tener esa fugaz oportunidad. Estaba lista para enfrentar las repercusiones que esto traería. Chocó sus labios suavemente para besarlo, apenas llegaron a rozarse pero Once-Ler la apartó repentinamente, pasmado y sumamente ruborizado.

—Me gustas, Once-Ler...

Pronunció tímidamente. El que no dijera nada de inmediato encendió todas las alarmas dentro de su cabeza y la hicieron dudar. ¿Y si no sentía lo mismo? ¿Y si después de esto la quería lejos? Unas ganas de salir corriendo la invadieron y juraría que sintió sus dedos de los pies enrollarse incómodamente.

No importaba, después de todo, tal vez no debió hacerse demasiadas ilusiones respecto a su vida amorosa.

—También me gustas, ____... — pronunció acariciando su mejilla, tal vez esa fue la visión más hermosa de todas.

¿Él de verdad la estaba eligiendo? Como, eligiéndola porque le gustaba. ¿De verdad estaba sucediendo?

Sus labios se fundieron en un beso dulce, mientras que sus manos se entrelazaron con cierta fuerza delicada.

✓ ALL TOO WELL, once-ler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora