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Se recogió el cabello en una coleta desaliñada sin muchas ganas, y se recogió un mechón para pasarlo por detrás de su oreja. El sol picaba su piel tiñéndola de un color rojizo, incandescente. Pensó en cómo estaría el azabache justo ahora, era innegable que estaba preocupada.

Once-Ler seguía yendo al pueblo para tratar de vender el Thneed, y estaba bien con eso, no muy cómoda pero lo aceptó a regañadientes. Solo porque él le prometió que estaría bien. Y tal vez debería ir a espiarlo para cerciorarse pero eso sería entrometerse demasiado.

Estaba con el Lorax y los animales, viendo como "jugaban" a las cartas mientras leía un poco. Se distrajo por un minuto para entrar a la casa solamente para tomar una manzana, estaba hambrienta y ya era hora de la comida, pero se distrajo al quedarse viendo al pequeño espejo que su novio tenía. Revisó sus pómulos, sus ojos, sus labios. Su cara, vaya... ¿a él le parecería lo suficientemente hermosa? Pensaba en que tal vez no era lo mejor que podría tener.

«No», se dijo. Era linda, tal vez no al grado de ser una modelo pero se casaría consigo misma si pudiera. Once-Ler era consciente de su belleza, lo sabía bien, la hacía sentir especial.

Y hablando del Rey de Roma, por la ventana pudo ver que iba llegando así que tomó una manzana extra para dársela. Se veía muy cansado, y de hecho, no veía que trajera el Thneed cargando.

O más bien... lo veía desanimado. ¡Sabía que no debía dejarlo ir! Apretó los labios mientras le daba un último vistazo a su reflejo. Salió de la enorme casa de campaña para verlo casi casi dirigirse primeramente an ella.

—Hola, ¿cómo te fue? — preguntó con cuidado, él trató de sonreír.

—Está muy avanzado para su época, creo...

Esbozó una mueca.

—Ven aquí. — lo abrazó para reconfortarlo, no le molestaba esperar un día entero hasta que recuperara fuerzas. Lo sintió refugiarse en su hombro, esperando que el pesar se desvaneciera de su pecho eventualmente. Y solo lo haría si seguía teniendo ese apoyo acérrimo con el que había contado en el último mes. — Ten, una manzana.

—Siempre cuidándome. — murmuró tomándola. Aunque no la comería en ese instante, apreciaba el gesto. — ¿Quieres que te cocine unos hotcakes? — ____ asintió haciendo un puchero fingido, pero estando sumamente emocionada. Siempre le quedaban muy ricos.

En un grito le avisó al Lorax y sus amigos del festín que prepararía, quienes emocionados respondieron al llamado y se acercaron. Parecía ya llevarse bien con el guardián ya que antes ni siquiera le hubiera avisado, le gustaba ver como esa amistad florecía con el paso del tiempo. Ya con los otros dentro intentó imitar su acción pero Once-Ler, calmado la tomó de los hombros y la besó.

Gimió por la sorpresa, pero no se separó. Sus músculos se fueron relajando conforme los segundos pasaron. Su agarre llegaba a ser brusco, pero no desesperado. Tímidamente su lengua se abrió paso hasta la de ella, no lo impidió, no era la primera vez después de todo. Duró cerca de un minuto hasta que se separó, avergonzado.

—Lo siento, lo necesitaba... — susurró, negó con la cabeza.

—Cuando quieras. — se sonrieron, se miraron durante unos segundos antes de entrar. De alguna forma, ese momento significó mucho porque fue prácticamente de las últimas veces que se vieron con amor verdadero.

¿Siquiera lo fue?

¿Siquiera lo fue?

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✓ ALL TOO WELL, once-ler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora