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—¡¿Es en serio?! ¡¿Por qué no nos hablaste?!

—No me grites...

—¡Pero claro que te voy a gritar! ¡Eres la novia de un millonario! ¡Esto es muy emocionante, y en tu cumpleaños! — sí, ese día era su cumpleaños. Realmente no esperaba algo grande de parte de su prometido ya que era día de la semana y eso significaba: trabajo. Su hermana menor Alex, se dio un momento para recuperar el aliento por tantos gritos. — ¿Cómo rayos lo conociste?

—Es una larga historia... pero cuando lo conocí no era famoso, es lo único que te puedo decir. — espera, ¿por qué estaba hablando de su relación con su hermana ocho años menor que ella? Negó con la cabeza. — Mira, no sé si pueda ir hoy a la casa, tendré que hablar con él.

—¿Hablar de qué?

Se giró sorprendida, Once-Ler había aparecido en la habitación, con una expresión confundida. Iba llegando apenas y ni lo escuchó por los gritos de su hermana a través de la bocina del celular, supuso.

—Te hablo luego. — y colgó. Se recostó sobre la cama suspirando profundamente. — Era mi hermana, quería ver si podíamos ir hoy a casa para celebrar.

—¿Celebrar qué? — lo volteó a ver sumamente mal. Él se acercó entre risas, recostándose sobre ella. — ¡Era broma! Feliz cumpleaños, preciosa. ¿Qué quieres hacer hoy además de eso?

—Espera, ¿entonces sí vamos? — preguntó emocionada, Once-Ler asintió pasando un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Lo que quiera mi princesa.

—¡Dios, gracias! Es a las nueve.

Su sonrisa se borró, pero no tardó en volver a mostrársela. — De acuerdo, solo tengo una cena una hora antes, pero no comeré ahí. ¿Te veo aquí entonces a las nueve?

—Sí, te veré. Muchas gracias... — lo abrazó con cariño. Hacía mucho que no veía a su familia y los extrañaba, mucho. Sobretodo a su madre.

Él la besó de nuevo, cuidadosamente mientras dejaba caer un poco más de su peso en ella al relajarse. Correspondió cerrando los ojos, acariciando repetitivamente su suave nuca.

Sus bocas se abrieron y sus lenguas se unieron, danzando lentamente, su saliva mezclándose y sus mejillas sonrojadas. Sus cuerpos se rozaban al mínimo movimiento efectuado. No se separaron en lo que fueron segundos, o minutos tal vez, ya que se encontraban muy agitados.

—Dios, me gustaría quedarme pero...

—...pero tienes que trabajar. — completó su oración.

Se quedó mudo por un momento pero terminó por asentir lentamente.

—Sí, lo siento. Te veo en la noche.

La besó por última vez para levantarse y desaparecer por la puerta. Se mantuvo apoyada en sus codos para poder ver más allá del exterior de la puerta. Sin embargo, estaba sola, de nuevo.

Suspiró pesadamente, mirando el techo. Tal vez el negocio le quitaba demasiado tiempo, pero al menos era por un bien mayor, o mínimo para mantener esa casa tan cara. Pero ¿y el tiempo que podría pasar con él?

 Pero ¿y el tiempo que podría pasar con él?

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