Las cosas fueron cuesta abajo desde ahí.
Peleas, peleas y más peleas. Mayormente por estupideces como la que hizo Once-Ler, porque no entendía aún por qué había hecho eso de regalar algo que era suyo, no de él. Estaba cansada de la situación, muy cansada de hecho, pero seguía teniendo esperanzas de que todo mejorara.
«¿De qué Once-Ler hablan? ¿Uno codicioso y engreído? Yo solo conozco al amable, al bondadoso y nerviosito por cada pequeña muestra de afecto. Esta nueva faceta suya que me inculpa injustamente de egoísta y melodramática se irá», se decía constantemente para engañarse a sí misma de que era solamente una mala racha de pareja.
Pero si hasta se había hecho malhablado, y grosero. Como, por ejemplo, durante las peleas se quejaba de absolutamente todo.
«Ustedes las mujeres son tan exageradas».
Por favor.
Si fuera hombre, sería el hombre. Probablemente mucho mejor que él a la hora de organizar un horario razonable para estar en casa y en el trabajo sin complicaciones.
Primeramente él empezó a informarle de sus decisiones, porque eran un equipo, ambos contra el mundo. Pero ahora, simplemente dejó de hablarle de su vida, parecía que el equipo se había dividido y ella estaba jugando en solitario, y nadie te ve sufrir en solitario.
Se volvió tan codicioso, y puede ser que tuviera parte de la culpa al alentarlo tanto. Puede que la mayoría de su ego se haya incrementado al caer en cuenta de que iba a desposar a una mujer hermosa que desde el inicio le apoyó en todo.
En ese instante lloraba mirando el enorme ventanal de su habitación, con el rostro enrojecido por las lágrimas, llorando por lo sucedido. Le dolía el corazón, el alma, todo lo que le sucedía era tan jodido. Le había dado sus mejores versiones, su infinita empatía, y lo único que hizo fue sangrar, sangrar mientras daba todo de sí para seguir apoyándolo. No quería ser ignorada, pero eso fue justamente lo que sucedió.
Oyó unos pasos leves atravesar el largo pasillo, acercándose cautelosamente a la habitación. Desvió la mirada, mirando la puerta de madera siendo aporreada, con frenesí pero no con mucha fuerza. Es como si la persona fuera enana, porque no hacía más que tocar con insistencia.
Caminó lentamente hacia la puerta, preguntándose quién podría ser. Al tomar el pomo de la puerta, dudó si abrirla, pero terminó haciéndolo. Abrió la boca, con la intención de decir algo, pero las palabras no salieron.
Era el Lorax.
—¿Qué haces aquí? ¡Pasa, pasa! — se hizo a un lado para que entrara. La criatura anaranjada lo hizo, apresurándose. Cerró la puerta, poniéndole el pestillo por si a Once-Ler se le ocurría aparecerse. Entonces notó que la mirada del guardián del bosque era una melancólica, triste. Dejó salir un suspiro triste y siguió mirándola. No supo como interpretar aquella reacción. — ¿Qué pasa? — insistió, ansiosa.
—Once-Ler ha estado cortando los árboles de Trúfula.
Su ceño se frunció, en señal de clara confusión. No era nada que no supiera ya.
—Eh... ¿sí? Pero descuida, serán unos pocos, yo me encargaré de eso. No los incordiará más de lo necesario.
—No, ____... — negó con la cabeza, entristecido. — Once-Ler ha cortado la mayoría de los árboles del bosque.
Su expresión endurecida flaqueó. Sintió una brisa fría por sus manos y su ritmo cardíaco se aceleró. Por un momento la imagen de Once-Ler en el bosque, con el primer árbol de Trúfula caído por su causa, en sus manos, apareció en su cabeza y no dejó espacio para nada más.
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✓ ALL TOO WELL, once-ler.
Fanfiction⠀⠀⠀ ꜜ ' ִֶָ 𝒂𝒍𝒍 𝒕𝒐𝒐 𝒘𝒆𝒍𝒍 ՞˖ 🍁 ⠀ ੍ ⊹˙ 𝒃𝒚 -𝒕𝒅𝒘𝒇𝒊𝒍 鬼 ﹆⊱ ━ para bien o para mal, la historia se repite: dos chicos haciendo todo un alboroto por la chica que les gusta, pero la diferencia entre ambas veces es que cada u...