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Miraba el sartén con la carne cociéndose, con ayuda de la espátula les dio la vuelta a los tres pedazos. Unas gotas de aceite saltaron pero no le dio mucha importancia ya que no le dio ni nada de eso. El dorso de la mano limpió su frente llena de sudor, y la frotó contra su pantalón para quitárselo.

Alguien tocó insistentemente la entrada de su hogar, le dio una última vuelta a la comida antes de alejarse y abrirla. Once-Ler era el que estaba detrás del otro lado de la puerta, sonrió sintiendo una ráfaga de felicidad invadirla. — Hola, Once-Ler.

—Hola, ____. ¿Puedo pasar? — inquirió, ahora con mucha duda al oír el sonido del aceite hirviendo, y las gotas brincando, pero ella lo dejó pasar igualmente. Debía admitir que era muy amable.

—Claro, pasa. — la joven adulta volvió a su trabajo en la sartén, Once-Ler solamente se dedicó a mirar su cabaña. Sus cosas, sus libros, sus herramientas y su mini cocina en la que ella se encontraba en ese momento. — ¿Qué te trae por aquí, fideo?

Odiaba ese apodo, pero por alguna razón sonaba tierno en su boca. Y más que desagradarle le encantó. — Quería verte...

—¿Sí? — el calor llegó a sus mejillas. — Es extraño, yo también a ti. — y Once-Ler no fue la excepción. Agradecía no estar viéndolo a los ojos porque se vería igual que un tomate. — ¿Quieres almorzar conmigo?

—Sería un placer. — pasó los pedazos de carne a un plato de cerámica y se lo entregó, se sentaron frente a frente y empezaron a comer después de esperar a que se enfriara, en silencio.

—Me... alegra estar contigo, Once-Ler. — admitió sonrojada hasta las orejas. Nunca había comido con un chico que no fuera su padre, era algo lastimero. El susodicho apretó los labios notablemente, algo irritado, para nada era la reacción que esperaba. — ¿Qué sucede?

—A mi también me alegra estar aquí, pero... es incómodo que digas mi nombre completo.

—Es cierto, perdóname, eh... — desvió la mirada, ese azul claro en sus cuencas que reflejaban el océano eran tan hermosamente pesado que le intimidaba. — ¿Cómo debería llamarte? — el pelinegro se encogió de hombros, tanto dudoso como tímido. Sus pómulos se tiñeron de un rosa pálido al sentir sus pies chocar accidentalmente. — Me gustaría llamarte fideo, pero creo que "Ler" es mejor, ¿no te parece?

—Está bien, pero la mayoría me llama "Oncie"...

—Es lindo, pero... a mí me gusta Ler, ¿a ti no?

—Sí, me gusta...

Ese apodo solo sonaba bien en su boca.

Soltó el tenedor y lo dejó caer descuidadamente sobre el plato, emitió ese sonido desagradable que tanto la ponía de malas, ya se había llenado. Verlo comer, avergonzado y ruborizado le hizo percatarse de algo que la puso del mismo ánimo que él.

Dejó los platos sobre el fregadero, ya los lavaría después. Se acercó a su librero y tomó un libro, se lo enseñó a Once-Ler con entusiasmo. — Es mi libro favorito, deberías leerlo.

—¿De qué se trata? — lo tomó e inspeccionó la portada. Estaba el título con una fuente de letras retro y el fondo con un estilo minimalista, la imagen imitaba una playa pero tenía un estilo extraño.

—Es de ficción, de cosas fantásticas. —

Y algo de romance, pero no lo diría en voz alta.

—Lo leeré, ¿me lo prestas?

Se congeló horriblemente, con esa expresión tonta de pasmada. ¿De verdad quería leer su libro favorito? Su corazón empezó a latir como más rápido, ¿era posible que sufriera un ataque cardíaco a los veinte?

—Claro...

Tartamudeó, y él asintió tranquilo. Su mente estaba hecha un caos, una alerta roja se había encendido y si tuviera pequeñas personas ahí, estarían corriendo como desquiciados sin saber qué hacer. Tal vez estaría así si él se fuera en este instante.

Genial, ahora lo leería y pensaría que le gustaban esas cosas. Y sí le gustaban realmente, su librero estaba lleno de libros de ese tipo.

Maldición, le encantaba demasiado ese chico, su piel se erizó de manera lenta y concisa, enviando una descarga eléctrica suave a lo largo de su columna vertebral. Le agradaba absolutamente todo de él, ¿pero qué era todo? No lo sabía aún, debía pensarlo pero, sabía que era real. Maldición, fueron los ojos ¿verdad? No, el cabello. O su actitud tonta.

Debía pensarlo a fondo.

✓ ALL TOO WELL, once-ler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora