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Once-Ler se encontraba en una reunión con una mujer poderosa de cierta empresa, otra inversión. Ya ni siquiera le emocionaba de la misma manera el firmar nuevos contratos. Ganaba tanto dinero que ya no sabía en qué gastarlo.

Estaba solo en esa comida, ya que su prometida le había dejado en claro que no podría invitarla a una comida sin hacer una pelea sobre eso. Aunque se haya disculpado, seguía pensando que su reacción fue demasiado exagerada.

____ había salido con su hermana a quien-sabe-donde, y había abandonado su libro en la mesa. Siempre leía en las mañanas, le tocaba verla en las escasas ocasiones que tenía la oportunidad de desayunar con ella.

Para cuando lo notó olvidado ahí le apenó tanto que fingió que el objeto no estaba allí y siguió con el intento de conversación que mantenía. Se estaba aburriendo tanto que no le ponía atención, solo pensaba en sus planes futuros para el Thneed. Eso podía mantenerlo más ocupado que cualquier negocio.

—...y eso sería todo, ¿está bien? — asintió intentando pretender que le había entendido toda la habladuría que se prolongó por más de 4 minutos, pero no logró mucho. — ¿Está bien?

—Sí, lo estoy.

—¡Oh! Conozco ese libro. — la mujer tomó el libro de su amada entre sus manos y pareció darle una hojeada. Sus hombros se tensaron. — Es muy interesante.

Lo bueno, es que lo había leído por ____, para tener algo de lo qué hablar con ella. Lo malo, es que no hablaban de verdad desde hace meses, así que olvidó completamente la trama del libro.

—Sí, el final me pareció muy especulativo para mi gusto. — dijo lo primero que se le vino a la cabeza para parecer interesante, pero le pareció tan superficial que se dio un facepalm mental.

—Sí... — respondió ida. — Siempre he querido ese libro.

Once-Ler se pensó muy bien los pros y contras antes de hablar. Y aunque no debería de haberlo hecho, lo hizo.

—Bueno, puede llevárselo si lo desea.

Ella sonrió. Sabía que estaba cayendo. — No, no podría.

—Insisto.

Al final, lo metió en su bolso no sin agradecerle y continuaron la conversación más en calma. Ella pareció mostrarse menos rígida y más amable, punto a su favor. Once-Ler por supuesto que no estaba preocupado, después de todo, podría comprarle otro luego y ni notaría la diferencia.

Sería una gran inversión.

Tenían ciertas tardes que aprovechaban para pasar tiempo juntos, incluso si se habían distanciado, no estaban dispuestos a admitir que estaban tan mal que incluso cancelaran esos necesarios momentos de calidad en su relación

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Tenían ciertas tardes que aprovechaban para pasar tiempo juntos, incluso si se habían distanciado, no estaban dispuestos a admitir que estaban tan mal que incluso cancelaran esos necesarios momentos de calidad en su relación. Esas tardes solían ser de los días domingos, las mañanas y noches eran más cada uno por su parte.

Once-Ler había ido por una copa de vino a una pequeña cava que tenían en un sótano solitario. Al regresar vio a ____ rebuscando entre los cojines del sofá de la sala.

—¿Qué buscas? — preguntó antes de darle un sorbo.

—Mi libro. — giró sobre sus talones para mirarlo. Volvió a su posición anterior para seguir en su búsqueda. — Qué raro, si lo dejé por aquí esta mañana...

Se mordió el labio inferior, ya se estaba arrepintiendo de haber hecho eso. Se iba a súper enojar, ese libro era como su aire por alguna razón y necesitaba estarlo releyendo constantemente. Obviamente ella no iba a creerse que de la nada apareció en un lugar en el que ya revisó en más de una ocasión.

Se rascó la nuca un momento. Dejó la copa de vidrio en la mesa y se pensó muy bien como iba a planteárselo sin que se enojara.

—Tengo algo que decirte... regalé tu libro.

____ dejó de moverse.

Lo miró incrédula. — ¿Qué?

—Sí, y lo siento mucho, te prometo que te lo voy a compensar...

—¿Por qué lo hiciste? — rió un poco, como si le estuviera haciendo una muy mala broma. — ¿A quién se lo diste?

—A una negociante que es parte de una compañía muy importante de ropa. Vino esta mañana para conversar sobre una fusión y simplemente se dio.

____ se quedó callada un largo tiempo, le resultó aterrador. Simplemente miraba el suelo estupefacta, tampoco sabía qué decirle.

—¿Cielo? — él la llamó.

—¿Por qué lo hiciste? — lo miró enojada. — Ni siquiera me preguntaste, era mío.

—Como te dije, te lo voy a compensar...

Lo interrumpió duramente. — No, es que eso no me importa. Lo que me enoja es que te importa un carajo lo que yo quiero.

Once-Ler rodó los ojos, dando a reflejar un claro hastío por el conflicto que se avecinaba. — ¿Otra vez quieres pelear?

—¿Crees que voy por la vida buscando razones para pelearnos? ¿De verdad crees que quiero pasar mi fin de semana de esta manera?

—Pues parece.

Le pasó por la cabeza decirle algo como «muérete» o «jódete, eres un egoísta», pero ni siquiera era capaz de hacerlo. Le daba miedo hacerlo enojar o sentir mal, porque sabía que se arrepentiría después.

—Piensa lo que quieras. Al menos yo no soy la que sale perdiendo aquí.

Pasó de él y se largó a la habitación, sentía un enojo enorme. Dio un par de vueltas por toda la habitación antes de recostarse en la cama, pensativa. Estaba tan enojada pero tan triste a la vez, ¿qué les estaba pasando? Once-Ler era un...

—Idiota. — murmuró. Sí, era un idiota. Un idiota egoísta. — Idiota. — repitió más alto.

Quiso decirlo una vez más pero las lágrimas salieron antes de que pudiera formular palabra alguna, un nudo en la garganta lo impidió. Esa cruda incapacidad de hablar la devolvió a la maldita realidad: se pudiera hacer la digna después de una pelea, pero ella misma sabía que sin él a su lado no sobreviviría.

Su situación amorosa era precaria. Pero la vida de Once-Ler en general estaba bien; millones de dólares ganados al día, inversionistas haciendo fila para trabajar codo a codo, y era genial. Tal vez debió imaginar que no estaba incluida en esa fantasía perfecta.

✓ ALL TOO WELL, once-ler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora